Ante toda situación, ¡respétate a ti mismo!

Rogar a alguien que te quiera no es respetarte. Esperar siempre por alguien que te deja plantado sin siquiera disculparse es faltarte al respeto a ti mismo. Salirte de casillas y gritar también es una forma de agredir tu dignidad. No es fácil, pero hay que trabajar en quererse y valorarse.

Ten en cuenta esto primero: el autorrespeto no quiere decir orgullo. No significa que por valorarte, amarte o tener una alta autoestima vas a tratar a los demás a las patadas. Más bien, quererse y respetarse tiene que ver con, precisamente, no aceptar eso de nadie. Y responder con agresividad no es la respuesta, pero sí lo es tomar cartas en el asunto hablando con tus padres, docentes y orientadores escolares sobre la situación porque hay que ponerle un freno.

Claro que muchas de las situaciones de falta de respeto se presentan en las relaciones románticas, en los noviazgos o en las relaciones casuales con nuestros amigos y amigas. Es seguro que no querrías ir con tus profesores para contarles tu vida sentimental. A veces no te sientes siquiera tan seguro para hacerlo con tus padres, pero vale la pena tener un confidente que no sea necesariamente alguno de tus amigos del colegio o la universidad.

Una persona con más experiencia, que sea de tu plena confianza y de tu familia, puede darte una visión del mundo un poco menos intensa y más contundente.

A veces la gente te falta al respeto de manera subrepticia, es decir, ignorándote, haciéndote comentarios destructivos con apariencia de buenos consejos, dejándote plantado o haciéndote bromas que a simple vista no quieren lastimar, pero que terminan haciéndolo.

Por eso, si te sientes mal con algo que alguien te hace, siéntate y sé sincero contigo y pregúntate cuánta razón tienes en sentirte lastimado. Si todavía después de haber sido autocrítico descubres que sí, que te han lastimado, entonces diplomáticamente haz ver a esa persona que te ha herido y aléjate. Eso es respetarse a sí mismo.

Respetarse y respetar 

“ Respetarse y respetar es una frase con la que usualmente empiezo las terapias con mis pacientes padres e hijos. El respeto hacía sí mismo es la base para una autoestima saludable. Si los padres no se respetan a sí mismos, ¿cómo pueden pedir respeto a sus hijos e incluso infundirlos? Es decir, si un padre permite que su cónyuge lo maltrate, si así mismo maltrata a su familia, ¿cómo quiere que su hijo aprenda lo que es ese concepto? Un hijo o hija que no sabe lo que es el autorrespeto es más propenso a convertirse en una víctima de abusos y maltratos e incluso, puede convertirse en un victimario, un golpeador o acosador: porque cuando uno no se respeta a sí mismo se siente débil y algunas personas tienden a reaccionar de forma violenta ante su propia debilidad.

Muchos padres sienten que no pueden controlar a sus hijos, que estos no les tienen respeto y por eso los castigan con frases humillantes, golpes o castigos psicológicos. Y cuando hacen esto, no solo están faltando el respeto a sus hijos e infundiendo en ellos que no se quieran y valoren, sino que también pueden provocar que ellos reaccionen con violencia. El respeto por quienes son los hijos y por quienes son los padres como seres humanos es la base para todas las relaciones sanas”. 

Credito
BELKYS P. ESTEBAN

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