¡Que no te importe ser diferente!

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En algunas ocasiones nos sentimos perdidos porque no parecemos encajar y porque la gente a nuestro alrededor nos dice que somos “raros”. Pero son justo esas características y esos gustos diferentes los que nos hacen únicos. Además, a pesar de que lo pensemos a veces, no estamos solos.

Belkys P. Esteban

Seguramente el mes pasado escuchaste a tus hermanos o hermanas mayores estar muy pendientes de los Óscar. Que quién ganó, que el presentador, que los trajes y vestidos. ¡En fin! Hasta las redes sociales estaban llenas de ‘hashtags’ acerca del mismo tema. Sí, tanta repetición puede ser aburrida.

Pero hubo algo que impresionó a muchos: uno de los ganadores dio un discurso muy interesante. Recordó que cuando tenía 16 años se sentía muy mal por ser diferente al resto de sus compañeros de colegio. Y no solo porque se lo dijeran los demás. Simplemente, él no estaba seguro de querer serlo.

Ser diferente, es decir, tener gustos distintos a los de la mayoría, querer ser de adulto algo diferente a lo de la mayoría, tener una orientación sexual diversa o simplemente sentir que no se encaja en lo que muchos quieren, puede ser difícil, pero es necesario recorrer ese camino. ¿Por qué?

Porque por mucho que te niegues quien eres, lo que quieres y lo que te gusta, al final te sentirás tan ahogado, que deberás dejarlo salir. Cuando te sientas así, busca personas con quienes puedan hablar, un adulto en quien confíes y que sea ético para que pueda mostrarte que no hay nada de qué sentirse avergonzado.

Que no te importe ser diferente. En realidad, lo que realmente importa es que seas una buena persona.

No confíes en los estereotipos:

Nerd: en realidad los nerds son una creación de la televisión. Si te gustan los juegos de video, la ciencia o las tecnologías, no significa que tengas que ser como el típico nerd con gafas y demás. Puedes usar gafas y no ser nerd. En realidad, si no te importa la apariencia de la forma en que te importa la ciencia, no tienes por qué sentirte mal. ¡Confiamos en ti para que inventes muchas cosas interesantes en el futuro!

Los niños y las niñas: no hay cosas que sean para niñas y cosas que sean para niños. Los deportes, los carros, los juegos de muñecas o la poesía son actividades que se pueden hacer sin importar el género. De hecho, puedes incluso ser precursor o precursora en tu campo. ¡Seguro que Mariana Pajón opinaría lo mismo!

Ser gay: no hay ninguna razón para que alguien te diga “gay” de manera despectiva. Ser gay no es una enfermedad. Al contrario, quienes discriminan a las personas con orientación sexual diversa sí que tienen una enfermedad llamada homofobia. No te sientas mal, consulta con tus padres y la recomendación para ellos, a su vez, es que consulten con un profesional sin prejuicios sobre el tema.

Ser artista: las artes no te hacen una persona débil. Solo significa que tienes un talento. ¡Explóralo! Quién quita, puedes viajar por el mundo y ser feliz haciendo lo que te gusta.

Yo construyo mi identidad

Linda Teresa Orcasita Pineda

Psicóloga-Magíster en Familia

“La etapa que los adolescentes están viviendo es una etapa de gran intensidad en la que se dan muchas transformaciones: el cuerpo cambia, la forma de pensar cambia.

El complemento psicológico durante esta etapa es muy importante, influye la familia, el colegio, los medios de comunicación, y lo más importantes en ese momento que es el grupo de pares. Durante esta etapa de la vida, los jóvenes están creando su identidad y la identidad es como ese sello personal que cada uno tiene.

Pero durante esa edad se dan muchos procesos de comparación social: quién es mejor, más bueno, quién se destaca por sus cualidades ya sean internas o físicas. Por eso es normal escuchar mucho a los chicos que les preocupa su apariencia física o hacer cosas para pertenecer al grupo. A muchos de ellos les da miedo quedarse solos, ser aislados o ser discriminados.

Algo muy importante es que el chico y la chica se acuerde de cuáles son sus valores. Ese proceso de identidad no solamente ocurre cuando yo me comparo con el otro, sino al recordar con qué valores crecí, las cualidades personales que me destacan ante los otros, el valor positivo de mí mismo, que es lo que muchos llaman la autoestima. Esa valoración percibida de lo que soy como persona.

Credito
EL NUEVO DÍA

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