No retroceda, enfrente la vida

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
La vida es la suma de desafíos y en cada uno de ellos tendremos la posibilidad de crecer.

Cuando fallamos por ‘x’ o ‘y’ motivo experimentamos actitudes derrotistas que, en lugar de generarnos alternativas reales de cambio, nos hunden más en nuestras penas.

Antes que superar esos momentos de crisis, nos sentimos frustrados y nos volvemos incrédulos; incluso no faltan los que terminan resignados o, peor aún, los que se vuelven indiferentes ante la vida y prefieren retroceder.

El asunto es más grave porque, cuando eso nos ocurre, perder se convierte en parte de la cotidianidad.

Luego, ante la más mínima caída nos desequilibramos, nos lanzamos a la depresión y nos quedamos atrapados en un callejón sin salidas.

¿Por qué nos da tan duro perder?

Hacemos parte de una sociedad en donde desde niños se nos enseña la importancia de ganar y, además se nos ‘vende’ la idea de que en esa carrera por alcanzar el triunfo y el éxito, no tiene cabida la equivocación.

Nos enseñan, de manera errada, que el camino hacia el éxito está libre de obstáculos, dificultades y fracasos.

La verdad es que no existe un manual preciso para aprender a asumir ese tipo de situaciones. No obstante, todos debemos ser conscientes de la posibilidad de trastabillar en cualquier etapa del camino, no para acostumbrarnos a tropezar, sino para asumir mejor cada situación adversa.

La decisión inteligente es centrar la atención en cómo poder actuar para sumar. Quejarnos sin sentido o dedicarnos a hurgar en la herida no nos hará volver a tomar el camino. Tenemos que abandonar el victimismo, que no solo nos hace más débiles, sino que además nos estanca.

Debemos fortalecernos y aprender, entre otras cosas, a poner las situaciones difíciles a nuestro favor. Lo digo para que cada vez que cometamos errores, antes que vernos como fracasados, podamos entender y aprender que estas experiencias nos ofrecen nuevos panoramas en donde siempre surgirán ‘abanicos de posibilidades’ por descubrir.

Esa forma de ver las cosas nos permitirá probar y poner a prueba nuestro tesón y nos demostrará de qué estamos hechos.

Dicho de otra forma: un tropezón nos permite medir ese carácter de líder que a veces tenemos dormido.

Además, las situaciones nos obligan a ser más creativos y eso nos desarrolla aún más eso que popularmente se conoce como lógica o sentido común.

Todos deberíamos aprender a ser los líderes de nuestras vidas y, en el buen sentido de la palabra, a sacar provecho de las circunstancias.

Más que concebirse la pérdida como un fracaso, ella debe ser entendida como una prueba que enfrentamos para nuevos retos o para buscar otras salidas y recomenzar, solo que con la experiencia de lo aprendido.

Siempre debemos tener visualizado un plan de contingencia que, ante una posible ‘caída’, nos permita evitar los lamentos y adquirir la serenidad que se requiere para hallar las respuestas adecuadas.

La vida no nos va a dejar a medio camino, siempre y cuando no se lo permitamos. ¡Dios lo bendiga!

Credito
EL NUEVO DÍA

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