¿Qué hacer para que los niños desarrollen tolerancia a la frustración?

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Hay padres que llegan al extremo de llevar un regalo adicional a las fiestas infantiles para dársela al niño, “si no gana la rifa, para que no se vaya a frustrar”. No saben el daño inmenso que están haciendo a su hijo.

Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite que los niños puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la vida.

La frustración es una vivencia emocional que llega cuando un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no satisfacer o cumple. Cuando un deseo o una ilusión no se materializan, a causa de la frustración, los adultos (y también los niños) experimentan en mayor o menor medida una serie de emociones como el enfado, la tristeza, la angustia y la ansiedad, etc.

Al mismo tiempo, se trata de vivencias personales, por lo que cada uno puede enfrentarse y reaccionar ante estos hechos o eventos de manera diferente.

Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas y limitaciones que encontramos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que puedan causarnos. Por lo tanto, se trata de una actitud y, como tal, puede trabajarse y desarrollarse.

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En la etapa infantil, los niños suelen pensar que el mundo gira a su alrededor, que lo merecen todo y que consiguen al momento lo que piden. No saben esperar, porque no tienen desarrollado el concepto del tiempo ni la capacidad de pensar en los deseos y las necesidades de los demás.

Es entonces cuando hay que empezar a enseñar a los niños a tolerar la frustración. Si los padres siempre dan a los hijos todo aquello que piden, los pequeños no aprenderán a tolerar el malestar que provoca la frustración y a hacer frente a situaciones adversas. Por ello, en la edad adulta, seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.

Intentar complacer siempre a los niños y evitar que se sientan frustrados ante cualquier situación no favorece su desarrollo integral como persona, ya que cuando sean adultos deberán enfrentarse a circunstancias tanto de éxito como de fracaso.

Es común que los niños con baja tolerancia a la frustración sean impacientes, impulsivos y exigentes, que necesiten satisfacer sus necesidades inmediatamente, tengan estallidos de ira, pérdida de control y llanto. También suele suceder que sean egocéntricos y no toleren los límites impuestos ya que los viven como una amenaza contra sus deseos. Su intolerancia hará que eviten enfrentarse a nuevos retos ya que ello supone mostrar sus propias limitaciones.

Por supuesto que no es una tarea fácil el aprender a tolerar la frustración, en muchas ocasiones incluso puede llegar a ser doloroso, pero lo que sí está claro es que es una de las habilidades necesarias para la vida, ya que está demostrado que las personas con alta tolerancia la frustración tienen una mejor adaptación psicológica, laboral y social.

Para prevenir esta situación y conseguir que el niño tolere la frustración, los padres deben evitar la sobreprotección, poner límites claros y no ser permisivos.

La conducta permisiva se manifiesta, con frecuencia, al ceder ante cualquier requerimiento del niño, de modo que este siempre consigue lo que quiere y nunca se enfrenta a situaciones negativas, problemáticas o frustrantes.

No se trata de “crear” al niño situaciones frustrantes, sino de permitirle aprender a sortear las que se le presentan.

Con frecuencia vemos que los hijos únicos tienen poca o ninguna tolerancia a la frustración, pues desde pequeños se les complace en todo y, lo que es peor, no tienen con quién competir.

Cuando se tienen hermanos, se tiene que competir no solo por el postre, sino también por la cuchara para el postre, por el asiento de la ventana en el automóvil, por el control remoto del t.v., por el cojín, etc., etc. El hijo único todo lo tiene para él... y si no hay sino un postre, la mamá o él papá, muy seguramente, dirán “Cómetelo tú, que yo no quiero”.

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Consejos para ayudar al hijo a desarrollar una buena tolerancia a la frustración

*Dar ejemplo. La actitud positiva de los padres a la hora de afrontar las situaciones adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a solventar sus problemas.

*Educarle en la cultura del esfuerzo. Es importante enseñarle la necesidad de esforzarse. Así aprenderá que el esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para resolver algunos de sus fracasos.

*No darle todo hecho. Si se le facilita todo al niño y no se le permite alcanzar sus retos por sí mismo, es difícil que pueda equivocarse y aprender de sus errores para saber cómo enfrentarse al fracaso.

*No ceder ante sus rabietas. Las situaciones frustrantes derivan, en muchos casos, en rabietas. Si los padres ceden ante ellas, el pequeño aprenderá que esa es la forma más efectiva de resolver los problemas.

*Marcarle objetivos. Hay que enseñarle a tolerar la frustración poniéndole objetivos realistas y razonables, pero sin exigirle que se enfrente a situaciones que, por su edad o madurez, sea incapaz de superar.

*Convertir la frustración en aprendizaje. Las situaciones problemáticas son una excelente oportunidad para que aprenda cosas nuevas y las retenga. De esta forma, podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse.

*Enseñarle a ser perseverante. La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si él aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.

*Reforzar las acciones apropiadas del niño. Es importante elogiarlo cuando retarde su respuesta habitual de ira ante la frustración, y cuando utilice una estrategia adecuada.

*Ayudarlo a diferenciar entre sus deseos y necesidades, permitiéndole entender que no siempre se puede tener lo que se quiere cuando se desea.

*Enseñarle a tolerar la demora del refuerzo o de conseguir lo que quiere. Si me pide algo, no dárselo de inmediato, sino cuando pueda o yo como adulto considere oportuno y explicarle en qué momento lo tendrá, o por qué no.

*Cuando el niño se frustre, ayúdele a entender qué le pasa, de dónde viene su tristeza o su enfado, y que exprese con palabras lo que le ocurra.

*Establecerle normas, límites y rutinas claras y acordes a su edad.

Es importante recordar que la frustración forma parte de la vida. Aunque no se puede evitar, se puede aprender a manejarla y superarla, y aumentar de esta forma la tolerancia a la misma.

Aprender a tolerar la frustración facilita que nos enfrentemos con éxito a la vida. Por ello, cuanto antes aprendamos, mejor.

Credito
Gladys G. de Bothe. Psicóloga Clínica

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