Pequeño & Grande

‘Hace carrera’ un lema de ciertos técnicos de fútbol que, entre otras cosas, aseguran que a veces “menos es más”. ¡No hay tal! Hay que pensar en grande y apostarle a crecer cada día.

Los diminutivos son sufijos que, como la misma expresión lo indica, siempre minimizan. Si bien en algunos casos expresan ‘matices’ de ternura y de cariño, en el 90% de las ocasiones ellos se escuchan con tonos de ironía y de menosprecio.

Ellos no cuentan en realidad con significados propios; sin embargo, al agregárseles a las raíces de las palabras logran que estas se transformen en otras. Total: las ‘achican’.

Es así de literal. En su mayoría, ellos dejan ver una reducción de tamaño que, desde mi perspectiva, puede resultar algo peligrosa a la hora de hablar.

En muchas de nuestras conversaciones diarias solemos emplear diminutivos para todo: tenemos un ‘amorcito’, conseguimos un ‘camellito’, compramos un ‘carrito’, nos ganamos una ‘platica’ y hasta vivimos en una ‘casita’, en fin...

Deberíamos tener presente que estos ‘enfoques pequeños’ tienen un ‘gigantesco poder’ y además revelan más de lo que tratamos de decir.

Existe suficiente evidencia que prueba cómo la personalidad es descrita, de manera literal, por la forma como nos expresamos. Y en más de una ocasión estos diminutivos nos delatan y nos rebajan.

Mi intención con estas líneas no es convertirme en un férreo enemigo de los ‘itos’, entre otras cosas, porque ellos suelen despertar empatías con los demás.

Al fin y al cabo, por citar solo mi nombre, un ‘kilito’ pesa lo mismo que un ‘kilo’... ¡Lo puedo demostrar en la báscula!

Es decir, no necesariamente el uso de un diminutivo tiene por qué afectar un discurso, un texto o incluso un gesto de cariño.

Es más, bien utilizado, el ‘ito’, el ‘sito’ o el ‘cito’ les pueden dar tonos cariñosos a una relación o a una conversación con la persona adecuada.

No obstante, sí creo que nuestras mentes asocian estas ‘pequeñeces’ con ciertas imposibilidades que solemos ‘nutrir’ a la hora de diseñar nuestros objetivos.

Un ejemplo: Es probable que si quiero verme en la oficina haciendo un ‘trabajito’, más allá del buen desempeño que alcance, difícilmente llegaré a ser el gerente de la empresa.

Creo que los diminutivos son limitantes, castran, reducen y casi que les mandan un mensaje de apocamiento a la vida.

Y la cortedad o los encogimientos de ánimo, esos que suelen sorprendernos en nuestro día a día, pueden llegar a ser letales en nuestras metas.

No entiendo por qué nuestros proyectos de vida se piensan en escala pequeña.

Y al no aspirar a lo grande, como debiéramos, terminamos anquilosados. La razón: cuando alcanzamos esa ‘metica’ anhelada nos damos por satisfechos.

Debemos empezar por cambiar un poco nuestra mentalidad ‘cortoplacista’ y algo ‘parroquiana’, que no nos deja avanzar al ritmo adecuado ni tampoco nos abre la puerta a mejores cosas.

¡Debemos pensar en grande!

Credito
EUCLIDES KILÔ ARDILA

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