Siempre será mejor sonreír

No alcanza a imaginar el poder o lo que es capaz de lograr con una sencilla sonrisa.

Alivia las tensiones, desarma los corazones, es un puente perfecto para la comunicación y suele ser contagiosa. Es como un ‘virus positivo’, si me permite utilizar esta terminología.

Hablo de la sonrisa, una de las mejores expresiones con las que puede pintar su rostro. Dicen que la gente es más bonita cuando sonríe. ¡Mucha razón se debe tener! Al menos, que yo sepa, nadie posa ante una cámara con ‘cara de tote’.

 

¿Hay que sonreír así se nos derrumbe el

mundo?

Antes de responder tal pregunta, debo recordar que existen emociones negativas y positivas; y que por más que queramos no podemos erradicarlas de nuestra vida.

Las primeras, entre las que se encuentran el miedo y la tristeza, suelen aparecer cada vez que perdemos algo, cuando alguien nos ataca o en aquellas ocasiones en las que las cosas no nos salen como esperábamos.

Mientras tanto la alegría, la esperanza o el mismo entusiasmo, por citar solo a algunas de las emociones positivas, nos permiten ver la vida de otra forma y, al mismo tiempo, amplían nuestras posibilidades de ser felices.

Me es preciso aclarar que este texto no le está apostando a ‘hablar mal’ de las emociones negativas, entre otras cosas, porque ellas de alguna forma nos ponen en alerta y nos advierten sobre los peligros que se ciernen sobre nuestra humanidad.

No obstante, tal verdad, es claro que todos podríamos lograr una mejor actitud si desplegáramos nuestra capacidad racional para reinterpretar y manejar nuestros problemas.

Al menos deberíamos no dejarnos asfixiar por las angustias.

Este es un asunto que va más allá de ser neutral. Es cuestión de entender que si bien hay días en los que nos ataca la ‘depre’, como dicen algunos, no podemos pretender quedarnos ensimismados en ese feo estado y creer que nuestro cielo seguirá gris.

Las emociones tristes predisponen nuestro día a las enfermedades y a la tensión, mientras que las alegres nos rejuvenecen.

De nada nos sirve vivir amargados, enojados o aburridos.

 

¡Nada logramos así!

El tema no es de física habladuría ni de enfrentar lo negativo con lo positivo.

Pero sí está comprobado científicamente que las emociones tristes pueden llevar a una mayor actividad del sistema nervioso involuntario y cambios en el suministro de oxígeno, similares a los observados durante un ataque de asma.

Contrariamente, la tasa cardiaca y la saturación de oxígeno muestran mayor estabilidad cuando simplemente sonreímos.

La verdad no sería necesario ser un investigador para entender que las tensiones familiares, las angustias por los problemas económicos y el estrés nos hacen daño; y que ver la vida de una forma más amena, riéndonos hasta de los propios problemas, resulta una actitud más sana y provechosa.

Es evidente que las emociones no solo juegan un papel importante en nuestra vida, sino que debemos aprender a controlarlas. Podríamos entender que nos va mal cuando nos echamos a morir por un angustia en particular.

Los episodios de desesperación en los que vivimos inmersos nos vuelven vulnerables. Es más, ellos deberían ser tratados como un asunto de salud pública.

Aquí es donde me vuelvo a conectar con la pregunta sobre la sonrisa. Sonreír, un gesto amable y un ‘te quiero’ nos hacen más amenos los días, nos cultivan el espíritu y nos reconcilian con la vida.

Si los efectos que generan los problemas pueden verse menguados viendo la vida con otros ojos, es mejor enfrentar las vicisitudes con un sonrisa.

¿No le parece?

Credito
EUCLIDES KILÔ ARDILA

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