No todos los paraísos fiscales son iguales

Estamos empezando a recibir a cuentagotas la última filtración tributaria, por la vía del Suedeutsche Zeitung de Alemania y el Consorcio Investigativo de Justicia Tributaria.

Son millones de archivos de la firma Mossack Fonseca, de Panamá, asesores legales en temas tributarios y de conformación de sociedades, que hacen referencia a sus clientes y negocios, entre otras cosas. Una pequeña muestra del mundo de los activos ocultos y la opacidad financiera que son el negocio de los paraísos fiscales, países que conjugan baja tributación a la renta, velo financiero y velo corporativo.

Sin embargo, más allá de los voyeurismos financiero y tributario que proveen los nombres propios, el panorama que se vislumbra con Mossack Fonseca no es nuevo: los datos solo nos permiten ver algunos árboles de un bosque ya conocido.

Empecemos por decir lo obvio: no todos los clientes que hacen uso de los servicios de opacidad financiera y empresarial tienen intenciones ilegales o de evasión tributaria. Pero admitamos que muchos sí, y que son de los más lucrativos. Y que muchos más tienen intenciones social o políticamente impresentables ante los países en que residen. No sabe uno si estos clientes grises son la mayoría, pero son una parte importante del negocio de los que ofrecen opacidad financiera. Más al punto, son la razón de ser de los paraísos fiscales recalcitrantes como Panamá.

¿Paraísos fiscales recalcitrantes?, ¿es que hay otros? Pues sí. La crisis fiscal reciente de los países desarrollados, aunada a la preocupación sobre la financiación del terrorismo, inspiró una serie de iniciativas para llevar a los paraísos a ser más transparentes, levantando el velo financiero a través de intercambios bilaterales de información entre países. Fatca, la versión de los EE.UU., y el Common Reporting Standard (CRS) de la Ocde son estándares de intercambio de información financiera con fines tributarios en los que Colombia participa, y a los que han adherido o van camino de adherir la mayoría de paraísos fiscales… excepto los recalcitrantes.

El quid del asunto es que los usos legales de un paraíso fiscal, que tienen que ver por ejemplo con facilidades para estructurar negocios y llevar a cabo transacciones internacionales, no requieren la opacidad. Requieren de un sistema financiero sofisticado, bajos costos de transacción de las empresas y hasta baja tributación, pero no la sombra. La opacidad es para esconder los activos e ingresos, no para poderlos poner a producir. La expresión “paraíso fiscal transparente” tiene sentido. Y para aquellos que legítimamente quieran acceder a los beneficios de un paraíso fiscal transparente, ya hay opciones.

Fatca y el CRS no son la panacea; son costosos de implementar para las empresas y se quedan cortos a veces. Pero son un avance importante que se irá afinando, y que reconocen que un país no puede hacer negocios basados en empobrecer fiscalmente a otro. Tenemos que exigir a nuestros principales socios comerciales que sean transparentes con nosotros. Y puestos en esas, sugerir a los colombianos honestos y bienintencionados que utilicen los servicios de paraísos fiscales de buen comportamiento.

Credito
TOMADO DE LA REPÚBLICA

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