Con (¿algo de?) incertidumbre

Estamos en una época de incertidumbre en lo global, no solo financiera, también política. Muchas veces las dos cosas confluyen y una se vuelve un detonante de la otra, pero en general estamos en un mes que se halla movido.

Además del llamado Brexit (posibilidad de que Reino Unido vote una salida de la Unión Europea), se unen las incertidumbres que se ven en los miembros de la Reserva Federal sobre la tasa de interés, y los llamados de muchos analistas a que estamos ante una explosión inminente de algunos activos internacionales, particularmente de la bolsa estadounidense.

Los inversionistas, como es lógico, esperan el gurú que les indique el momento exacto en el que deben cambiar sus portafolios y, además, que les diga hacía donde ir. Las opciones, realmente, no son muchas, por tamaño de los mercados, pues algo que llegue a suceder en Estados Unidos en los mercados financieros no puede ser sustentado por otro mercado de igual o similar tamaño, por lo que la respuesta no es fácil.

El único mercado que funcionaba bien como sustituto de las acciones norteamericanas hace un tiempo era el de los bonos del tesoro estadounidense, sin embargo esta es una posibilidad que en la actualidad no me parece atractiva. Con tasas debajo del 1,60%, un bono a 10 años no se vuelve tan llamativo para muchos inversionistas.

De hecho, esta semana vi una gráfica que me llamó fuertemente la atención y tumbó muchas de las ideas que tenía en la cabeza: un inversionista que haya puesto 10 mil dólares en un bono en 1998 (asumiendo retorno total, es decir, reinvirtiendo los cupones pagados por el bono), tendría hoy en día cerca de 42 mil dólares. Si los hubiera puesto en bolsa norteamericana, también reinvirtiendo los dividendos en el esquema de retorno total, hoy tendría 32 mil dólares. Esto quiere decir que los bonos han sido más rentables que las acciones en los más recientes 18 años (recordar, bajo el esquema de retorno total, no de precio únicamente), por lo que parece que ya no queda mucho espacio para exprimir esos bonos.

Sigo creyendo que ante la perspectiva de caídas en activos en Estados Unidos, el destino pueden ser emergentes, que mantienen tasas altas (por ejemplo, bonos). Y que el apetito está disponible. Miremos no más el caso de Argentina, país que hasta hace unos meses era el patito feo, pero que en la primera colocación internacional de bonos que hace en años, recibió demandas por más de cuatro veces lo que ofreció: una barbaridad.

Las cosas no están fáciles, vale decirlo, y como siempre, el tratar de atinarle al activo más rentable en cada período de tiempo se vuelve mucho más complejo en momentos de incertidumbre. Por ese motivo, más que nunca, son estos momentos los que reconfirman que tener portafolios diversificados efectivamente, con activos que se muevan en diferentes ciclos, son los mejores para inversionistas que buscan no exponerse a los ciclos de los mercados. Además, que contar con la asesoría adecuada es una gran idea.

Credito
Manuel Felipe García Ospina

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