La epilepsia, una enfermedad que no genera discapacidad

La epilepsia es una enfermedad cerebral crónica que puede afectar a todas las personas y se caracteriza por convulsiones recurrentes.

La epilepsia continúa siendo una enfermedad considerada como tabú dentro del grueso de la población mundial. Así lo revelan las estadísticas recopiladas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en conjunto con la Liga Internacional Contra la Epilepsia.

Las cifras indican que un 71 por ciento de la población de Latinoamérica reporta una percepción estigmatizada hacia quienes padecen la enfermedad, mientras que menos de un 29 por ciento sostiene que la percibe con comprensión o empatía.

Algunas de las percepciones equivocadas sobre la epilepsia dan cuenta que es resultado de una posesión de “espíritus maléficos”, incluso en la actualidad, cuando existen explicaciones biomédicas, se le sigue relacionando con comportamientos agresivos o criminales, actividad sexual anormal o una degeneración hereditaria, reafirmando los estereotipos negativos existentes en la población.

Según la neuróloga pediatra Luisa Márquez, “las percepciones equivocadas y la estigmatización hacia la epilepsia, afectan el tratamiento y la calidad de vida de quienes la padecen”. Así mismo, asegura que “una atención médica oportuna acompañada de un diagnóstico y tratamiento bien llevados, permite que del 60 al 70 por ciento de los pacientes, puedan llevar una vida normal o sin muchas limitaciones”.

La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas crónicas más importantes y prevalentes, provocada por uno o varios trastornos que predisponen al cerebro para generar convulsiones recurrentes, que tiene consecuencias no sólo neurobiológicas, sino también cognitivas y psicológicas.

Las convulsiones son episodios breves de contracciones musculares que pueden afectar a una parte del cuerpo (convulsiones parciales) o a su totalidad (convulsiones generalizadas) y a veces se acompañan de pérdida de la consciencia y del control de los esfínteres.

Esos episodios se deben a descargas eléctricas excesivas de grupos de células cerebrales. Las descargas pueden producirse en diferentes partes del cerebro. Las convulsiones pueden ir desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares hasta convulsiones prolongadas y graves. Su frecuencia también puede variar desde menos de una al año hasta varias al día.

Para considerar que una persona padece epilepsia como enfermedad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), exigen la repetición crónica de crisis epilépticas, es decir, se hace el diagnóstico de epilepsia cuando el paciente ha tenido dos o más crisis espontáneas a lo largo de su vida.

La epilepsia es el tercer trastorno neurológico más frecuente después de los ICTUS (accidentes vasculares cerebrales) y las demencias, y se calcula que afecta al 0.5-1.5% de la población. La mayoría de los casos ocurren en niños menores de 10 años y en personas mayores de 65. Son más frecuentes en países subdesarrollados y entre las clases socio-económicas desfavorecidas.

Signos y síntomas de la epilepsia

Las características de los ataques son variables y dependen de la zona del cerebro en la que empieza el trastorno, así como de su propagación. Pueden producirse síntomas transitorios como ausencias o pérdidas de conocimiento y trastornos del movimiento, de los sentidos (en particular la visión, la audición y el gusto), del humor o de la función mental. 

Las personas con convulsiones tienden a padecer más problemas físicos, tales como fracturas y hematomas, y mayores tasas de otras enfermedades o problemas psicosociales y de trastornos tales como la ansiedad o la depresión. 

Tratamientos

Estudios recientes en los países desarrollados y en desarrollo, han revelado que hasta un 70% de los niños y adultos diagnosticados recientemente de epilepsia pueden tratarse con éxito (es decir, tener sus convulsiones completamente controladas) con fármacos anticonvulsionantes. 

Al cabo de 2 a 5 años de tratamiento exitoso, esos fármacos se pueden retirar en aproximadamente un 0% de los niños y un 60% de los adultos sin que se produzcan recidivas.

Sin embargo, en los países en desarrollo, tres cuartas partes de los pacientes con epilepsia pueden no recibir el tratamiento que necesitan por falta de recursos. Así mismo, en África no reciben tratamiento aproximadamente nueve de cada 10 casos.

En muchos países de ingresos bajos y medios hay una escasa disponibilidad de anticonvulsionantes, que por otra parte no son asequibles, lo cual puede constituir un obstáculo al acceso al tratamiento. En un estudio reciente se observó que la disponibilidad media de antiepilépticos genéricos en el sector público es inferior al 50 por ciento.

En los pacientes que responden mal al tratamiento farmacológico, puede resultar útil el tratamiento quirúrgico.

Credito
REDACCIÓN SALUD

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