Depresión: ¿qué, cómo y por qué?

Indudablemente es la gran epidemia de este siglo: la depresión constituye un trastorno antropológico, en el que confluyen la cultura y el comportamiento humano. Algunos psicólogos la definen como “la vivencia existencial de la muerte”, quizá la única enfermedad en la que se desea morir

Los seres humanos nos organizamos socialmente (y enfermamos) en el marco de una cultura. Vivir individualmente resulta mucho más costoso que hacerlo en grupo. Algo grave ha fallado para que no quiera seguir viviendo el paciente con depresión, no encuentra respuesta en el contexto de su comunidad y su cultura de referencia, ha roto el equilibrio vital de su comunidad, probablemente, él no es sino un síntoma de que en su comunidad algo no va bien (pérdidas, sucesos traumáticos, entre otros).

La sociedad occidental individualista es profundamente “depresiógena”, su espíritu de competitividad y de otro lado los vacíos propios de la misma han generado conductas adictivas en sus miembros como mecanismo de compensación. Muy diferente es la posición de las comunidades "primitivas", de vivencia colectiva, donde todo se comparte; no son un conjunto de individuos autónomos, sino "individuos" en la colectividad de una tribu. Lo mismo sucede en las comunidades donde la familia exensa es un núcleo aglutinante.

Los síntomas iníciales suelen ser progresivos en un 80%, la "ruptura del sueño", el malestar al despertar y en la mañana, el enlentecimiento físico y mental, y el llanto fácil. Junto a estos síntomas aparecen las vivencias "subjetivas", como la tristeza, la baja autoestima, la hipersensibilidad al dolor, el aburrimiento, las dudas obsesivas, la inhibición y la falta de interés para comunicarse y el abandono personal entre otros. En un 20% se manifiesta de manera aguda posterior a pérdidas súbitas (accidentes, muertes, intentos de suicidio fallidos, un diagnóstico de enfermedad grave como Sida, cáncer y catástrofes naturales, entre otros).

Podemos agrupar los síntomas del síndrome depresivo en cuatro dimensiones: el humor depresivo, la anergia, la alteración de la comunicación y los trastornos del ciclo circadiano. La depresión puede ser unipolar y bipolar. La primera se manifiesta como episodio disfórico, y la segunda alterna los episodios maníacos con los episodios disfóricos. Es frecuente en el 90% de los pacientes con depresión su carácter unipolar.

La duración media de las depresiones es menor de seis meses, el riesgo de suicidio se concentra en los comienzos de la depresión y en las semanas siguientes a la "curación" (alta terapéutica), así como en las depresiones secundarias (ingesta de neurolépticos, alcoholismo, drogadicción y sensación de fracaso, entre otros). La cronicidad alcanza al 20% de los pacientes. Nuestro país no está lejos del contexto mundial, pues la prevalencia en los últimos 12 meses fue del 5,1% en el grupo más joven y del 2,3% en el grupo de mayor edad, esto según el estudio indexado en PubMed y publicado en la Rev Colomb Psiquiatr. 3016 Dec.; Suppl 1:58-67: 'Depression and Anxiety Disorders and Associated Factors in the Adult Colombian Population, 2015 National Mental Health Survey'.

De las personas con trastornos mentales evaluados, el 17,6% tenía dos o más trastornos, una comorbilidad más frecuente en mujeres (20,4%) que en hombres (13,5%). El trastorno depresivo mayor es el más prevalente de los trastornos, con una prevalencia de por vida del 4,3%. Estar divorciado o viudo, tener intento previo de suicidio y reunir 6 o más características de personalidad fronteriza se asociaron con un mayor riesgo de presentar cualquiera de los trastornos estudiados. La investigación científica y socio-antropológica está vigente, su abordaje terapéutico es multidisciplinar, los psicofármacos, la psicoterapia individual, de familia y comunitaria, la estimulación magnética transcraneal y terapias complementarias bioreguladoras constituyen las opciones más favorables en la actualidad.

Credito
Dr Humberto Escobar

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