Un parásito que daña lentamente su corazón

El Chagas es una enfermedad parasitaria, sistémica e inflamatoria causada por el parásito ‘Trypanosoma cruzi’. Con el paso del tiempo puede desencadenar graves problemas en algunas personas, principalmente cardiacos y digestivos.

La enfermedad de Chagas, también llamada tripanosomiasis americana, es una enfermedad potencialmente mortal que se transmite a los seres humanos principalmente por las heces de insectos conocidos como ‘chinches’ o ‘pitos’.

Existen diferentes maneras en que la infección puede ser adquirida, siendo la más frecuente a través de vectores, insectos. No obstante, la infección también se puede transmitir de madre a hijo durante el embarazo (congénita) o ser adquirida a través de una transfusión de sangre.

Con el paso de los años, la infección puede empeorar e incluso llevar a la muerte. En su fase crónica, hasta un 30% de los pacientes presentan alteraciones cardíacas y hasta un 10% llegan a padecer alteraciones digestivas, neurológicas o combinadas.

Dado el deterioro del músculo cardiaco, los pacientes con Chagas pueden llegar a desarrollar insuficiencia cardíaca, una enfermedad en la que el corazón es incapaz de bombear de manera eficiente la cantidad de sangre que el cuerpo necesita.

El Chagas es una enfermedad que, si bien es poco conocida, se posiciona como la principal causa de muerte por enfermedad parasitaria en América Latina.

Sus síntomas varían de persona a persona, pero pueden incluir fiebre prolongada, hinchazón y dolor abdominal o torácico, palidez, dolores musculares, dificultad para respirar, falta de apetito, inflamación de los párpados y enrojecimiento de la piel.

Respecto a su tratamiento, las autoridades de salud y gobiernos centran su atención en estrategias de control y prevención, en la detección y tratamiento tempranos de las mujeres embarazadas infectadas y los recién nacidos.

El control vectorial es fundamental en la enfermedad de Chagas, por ello se debe eliminar el parásito durante la fase aguda de infección, de tal manera que se puedan controlar los signos y síntomas en las fases posteriores.

 

Vivir con Chagas

Amalia creció en una vereda cerca de Yopal. De pequeña dormía en la misma cama con sus seis hermanas y su mamá, quien pasaba la noche tratando de matar los “pitos” que caían del techo para que no picarán a ninguna de sus hijas.

Hace poco sufrió un desmayo y cayó de su motocicleta mientras llevaba a sus hijos al colegio, no es la primera vez y tampoco será la última, pues desde hace más de 20 años ella vive con la enfermedad de Chagas, una condición parasitaria, silenciosa y que progresa con el tiempo, con tendencia a empeorar.

Pensaron que sus desmayos, su palidez y debilidad eran los signos propios de una anemia. Recientemente y a raíz del Chagas, Amalia ha visto afectada su memoria e incluso su vista, se queja de constantes mareos, fiebres y complicaciones gástricas; lo describe como un dolor punzante que la debilita.

Amalia se enteró que tenía Chagas cuando intentó donar sangre mientras su abuela estuvo hospitalizada. Ella se refiere al Chagas con nostalgia, y recuerda cómo ha visto morir amigos a causa de esta enfermedad, incluso a personas mucho más jóvenes que ella. Cuenta como ocho días antes de ser diagnosticada, enterró a un amigo por la misma condición. En sus palabras, el Chagas ha sido un calvario.

Ella explica cómo las personas le temen a esta enfermedad, en gran parte por el desconocimiento que hay alrededor de la misma. Amalia es testigo de personas que han incluso pensado en quitarse la vida, pues no ven otra solución a una enfermedad por la que aparentemente no hay nada por hacer. Este mismo desconocimiento se extiende hacia los profesionales de la salud de la región, ella cuenta como muchos de ellos, que no tienen idea de qué hacer con este diagnóstico.

Amalia tiene 50 años y es madre de cuatro hijos. Tuvo dos hijos antes de ser diagnosticada y los otros dos después del diagnóstico. Uno de sus hijos menores de 11, presenta los síntomas de lo que pudiera ser insuficiencia cardíaca, una condición en la que el corazón es incapaz de bombear con eficiencia la cantidad de sangre que el cuerpo necesita. Amalia cree estar segura que sus dos hijos mayores, por los síntomas y complicaciones médicas que tienen, viven con Chagas. Sin embargo, ellos se niegan a hacerse la prueba de diagnóstico.

Ella es un “paciente experto” y ha participado con diferentes organizaciones en iniciativas que buscan visibilizar esta condición, que según ella carece de atención y de conocimiento general. Desde su perspectiva como paciente, comparte sus experiencias con ánimos de poder empoderar a otros en su misma situación y con deficiencias cardiacas derivadas de la enfermedad Chagásica.

El Chagas puede ser curable, pero si no se atiende de manera oportuna, puede ser mortal. Aunque tiene cura, en particular los pacientes jóvenes presentan mayores tasas de hospitalización y mortalidad, en relación con otras patologías.

 

La enfermedad de Chagas y su relación con

las complicaciones cardíacas

Un 30% de los pacientes con Chagas desarrollan Cardiomiopatía Chagásica, la cual es la principal causa de muerte por enfermedad parasitaria en América Latina y la más importante y grave manifestación de la enfermedad de Chagas crónica. 

La probabilidad de que una persona con insuficiencia cardíaca de origen chagásico sobreviva después de 3 años es del 30%, mientras que en casos de insuficiencias con otros orígenes, el porcentaje es más del doble (70%). La fase crónica de la cardiomiopatía chagásica dura toda la vida y se traduce en un acortamiento considerable sobre la esperanza de vida.

La enfermedad de Chagas afecta las poblaciones más vulnerables de nuestro país y ha sido catalogada por la Organización Mundial de la Salud como una de las enfermedades tropicales más desatendidas.

Cada año se producen alrededor de 12 mil muertes en América Latina, afectando en mayor proporción a las poblaciones socio-económicamente más vulnerables.

El impacto de la mortalidad y de la discapacidad asociada a la enfermedad de Chagas es seis veces mayor que la malaria y los costos asociados a esta enfermedad generan un gasto de más de U$7.19 billones de dólares a los sistemas de salud en el mundo.

En Colombia las cifras son contundentes: la Organización Mundial de la Salud estima que hay 437.960 colombianos infectados y 4.800.000 en riesgo latente de infección, la mayoría de ellos pertenecientes a comunidades vulnerables. Precisamente, los lugares del país con mayor incidencia de infección son Arauca (21.1%), Casanare (10%), Santander (6.3%), Norte de Santander (5.2%), Boyacá (3.7%), Cundinamarca (1.9%) y Meta (1.7%).

 

Dato

Se estima que alrededor del mundo, más de 7 millones de personas viven con esta condición. En Colombia, y de acuerdo al Ministerio de Salud, se estima que entre 700.000 y 1.200.000 habitantes viven con Chagas, mientras que 8.000.000 de individuos están en riesgo de adquirir la infección.

Credito
REDACCIÓN SALUD

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