Temor e incertidumbre: lo que se vive en una UCI

El mayor temor que produce el COVID-19 está relacionado con la palabra UCI. Ese parece ser el último paso, la pérdida de toda esperanza de sobrevivir, un lugar al que a nadie le gustaría ir. Pero es allí, en ese recinto de paredes y luces blancas y difusas, lleno de camas, ventiladores, tubos y máquinas, en donde se libra, las 24 horas del día, la lucha contra un virus que ha arrebatado la vida de cientos de personas en todo el mundo.

Muy pocas camas se ven vacías. Algunas veces, se desocupan porque el paciente venció la enfermedad y se recupera satisfactoriamente. Una sola, pero una enorme victoria para el personal médico, el propio paciente y su familia.

Otras quedan vacías porque el paciente muere y no queda más remedio que desconectarlo y prepararlo para una cremación. Solo queda una bolsa blanca y una placa metálica para identificar el cuerpo. No hay funeral, ni flores, ni velación, ni palabras de despedida. Un ritual mortuorio que terminó cambiando un invisible pero mortal virus, que tiene en vilo al personal médico y a los gobiernos de todo el planeta.

"Para nosotros es como ver a alguien de la familia morir", dice Wilson Arévalo, uno de los médicos que enfrenta en primera línea al Covid-19 en el Hospital San Luis de Soacha.

A pesar de su propio dolor y de la conmoción que ellos también sufren por tener que presenciar la muerte, el personal médico debe reponerse y continuar trabajando para salvar la mayor cantidad de vidas posibles, a la vez que protegen la propia.

"Nos tienen que dar apoyo psicológico, pues llegar a nuestros hogares con las imágenes de alguien que deja de vivir y la tristeza de la familia, nos conmueve profundamente", agrega el médico.

Arévalo se siente afortunado porque en su lugar de trabajo le han brindado a él y a sus compañeros los elementos de bioseguridad necesarios, aunque es consciente de que esto no ocurre en todo el país.

En la sala de cuidados intensivos del Hospital San Luis hay 12 camas para pacientes Covid y 20 para no Covid, que deben estar debidamente separadas para evitar un contagio, que sería muy grave.

Cada una de esas camas es indispensable, en un momento en el que varias ciudades del país la ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo bordea peligrosamente el 90%.

Pero la mente de los médicos no está ocupada en cifras, sino en personas que tienen sueños, aspiraciones y familias, que esperan afuera a que, con ayuda de los tratamientos, logren superar la enfermedad, para volver a la vida a continuar con ellos.

Por Catalina Gómez - COLPRENSA

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