¿Quién secuestró a Nohora Valentina?

Aunque el secuestro de la niña de Arauca, que conmocionó al país, tuvo un final feliz, el episodio dejó muchas dudas. Las FARC no fueron las únicas responsables.

Pocas veces un secuestro en Colombia -un país en donde este delito alcanzó a volverse epidemia hace una década -había despertado tanta conmoción nacional como el de la niña de 10 años Nohora Valentina Muñoz, hija del Alcalde de Fortul, Arauca, el pasado 29 de septiembre. Llovieron las expresiones de solidaridad con su familia y los medios conservaron viva la noticia por tres semanas hasta que el pasado 17 de octubre volvió libre y sana a su hogar.

No obstante, el episodio tuvo un aura de misterio, pues la calma de los padres a lo largo del secuestro y de la niña, cuando quedó libre, despertó varias dudas. Semana investigó con las autoridades que siguieron el caso paso a paso y esto fue lo que encontró:

La mañana del 29 de septiembre su mamá, Pilar Gutiérrez, llevaba a la pequeña Nohora en una motocicleta rumbo a la escuela cuando fueron interceptadas por unos hombres en un vehículo, al que las hicieron subir a la fuerza. Según el relato de la madre, los secuestradores la dejaron en un lugar a unos dos kilómetros del pueblo, le entregaron una tarjeta SIM de celular y 20 mil pesos para que tomara un transporte que la regresara a Fortul.

Una hora más tarde, la madre pudo regresar al municipio y dar a su esposo, el alcalde Jorge Muñoz, y a las autoridades, la terrible noticia.

En 24 horas el pueblo de Arauca ya se había llenado de periodistas nacionales y extranjeros que transmitían en directo entrevistas con los padres de Nohora, con sus compañeritos de estudio y hasta con sus abuelos de Barranquilla. Todos reclamaban con urgencia la liberación de la niña.

Les siguieron los jerarcas de la Iglesia católica, los funcionarios del Gobierno, el presidente Juan Manuel Santos y hasta El Vaticano con sus llamados a la liberación. Los habitantes de Fortul marcharon con banderas blancas, mientras el Gobierno anunciaba una recompensa de mil 500 millones de pesos por información que condujera a encontrar a la pequeña. El alcalde Muñoz insistía una y otra vez que no sabía por qué se habían llevado a su hija ni quiénes eran los responsables.

Mientras tanto, el Gobierno puso a un grupo selecto del Gaula, la Policía especializada en la lucha contra el secuestro, a cargo del caso. Además ordenó que centenares de soldados de diferentes batallones recorrieran palmo a palmo la región en busca de la pequeña.

Una primera versión aseguró que guerrilleros del ELN, que actúan en la zona, serían los responsables del secuestro. Sin embargo, el 8 de octubre se conoció un video en el que un hombre que decía ser de ese grupo negaba la autoría del crimen y, en cambio, culpaba a las FARC de ser las responsables. Cuatro días más tarde, el frente 10 de las FARC emitió otro comunicado diciendo que tampoco ellos la tenían.

A los investigadores les llamó la atención que el comunicado era muy preciso al decir que ese frente no había secuestrado a la niña, pero no hablaba de las FARC en general. Al tiempo, consiguieron otra pista: una conversación entre guerril­leros del ELN en la que hablaban de “quitarles a la niña a los de las FARC para devolverla a sus familiares y ganar puntos”. Eso les hizo pensar que otro frente de las FARC podría tener a la niña cautiva.

“Para hacer un secuestro en el pueblo es necesario contar con ‘levantadores’, personas que secuestran a la víctima y luego se la llevan a sus campamentos”, explicó a Semana un investigador. Dedujeron, entonces, que quienes efectuaron el secuestro en el casco urbano conocían bien las rutinas de la mamá y la niña, e incluso podrían ser conocidos de ellas. Eso los llevó a un grupo de personas, entre ellas gente que trabaja con el Alcalde y otros conocidos de la familia.

A finales de la segunda semana, los investigadores establecieron que en los primeros días Nohora había permanecido en una rústica vivienda de campo cerca de Fortul; que después fue entregada a guerrilleros, entre ellos una mujer, y que fue cambiada de campamento en tres ocasiones. El despliegue militar y de Policía aumentó notablemente para ese momento.

Para el 14 de octubre, el Gaula de la Policía consiguió grabar una conversación entre alias Ricardo, del frente 54 de las FARC, y un conocido de la familia, en que quedaba claro que este último era quien había entregado la niña a la guerrilla. En esa charla el hombre que se refiere a la niña como “la carga” y dice al guerrillero que está preocupado por el despliegue de autoridades.

En una segunda conversación que el Gaula captó, alias David, del frente 10, le reclama a alias Germán, del 54, por el secuestro. Así la Policía detectó el lugar del campamento a donde estaba cautiva la niña. Veinte hombres de un grupo élite de esa unidad planearon la Operación Fátima para rescatar a la menor. Sin embargo, al día siguiente, el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, que desde hacía días venía mediando para conseguir la liberación de Nohora, informó que los secuestradores habían pedido que se suspendieran las operaciones y se despejaran 30 kilómetros cuadrados durante 10 horas para liberar a la menor y entregarla a una comisión del CIRC. El presidente Santos accedió a la petición.

No obstante, cumplido el plazo exigido por la guerrilla, la menor no apareció. Los investigadores aseguran que esas horas fueron usadas para moverla nuevamente de sitio. Reactivaron la Operación Fátima y, según dijeron los investigadores a Semana, ya habían localizado el nuevo lugar de reclusión de Nohora, cuando, seguramente por la enorme presión militar, el domingo 16 los guerrilleros dejaron a la menor en el lugar donde la tenían y unos campesinos que la encontraron se la entregaron a la Cruz Roja. El lunes, finalmente, la pequeña regresó a su hogar.

El Gaula llegó al lugar pocas horas después de que los campesinos recogieron a la menor. Las pistas que encontraron en el cambuche donde la tenían van a ayudar a la Policía a descubrir quiénes fueron los cómplices de las FARC en el secuestro. Había frascos de las compotas que Nohora solía comer en su casa, un dato que sólo alguien muy cercano podía saber. Hallaron, además, dibujos de la niña, repelente para insectos y abundante comida. Todo esto indicaba que los captores querían tratarla bien y se habían preparado para tenerla cautiva por los menos por un mes.

Aunque la investigación judicial está en curso, los investigadores aseguran que el frente 54 de la FARC actuó con la complicidad de una o varias personas cercanas a la familia, así como de funcionarios que trabajan con el padre. Así lo dejó ver el procurador general, Alejandro Ordóñez, el martes pasado, un día después de la liberación, cuando afirmó: “Si existen eventuales responsabilidades y vínculos de funcionarios públicos en la ejecución de tan macabra conducta, estaremos pendientes para investigar y dar claridad”.

Y, si bien el caso tuvo un final feliz, también queda por terminar de esclarecer quiénes fueron esas personas cercanas a la familia y a la Alcaldía que pudieron participar en tan funesto delito.

Credito
EL NUEVO DÍA

Comentarios