Peor de lo que lo pintan

Comenzó a destaparse el carrusel de la salud de Bogotá y el panorama es aterrador: trampas en licitaciones de hospitales, disparada ficticia de los costos de atención a pacientes y los mismos protagonistas de siempre.

Como dice la Ley de Murphy, todo lo que está mal es susceptible de empeorar. Y eso es lo que está pasando hoy con los hallazgos de corrupción en Bogotá: la olla podrida huele mucho peor de lo que se había dicho hasta ahora.

La administración de Gustavo Petro ha lanzado todo tipo de alertas sobre el escandaloso desangre de la salud. Y a él se ha unido la Corte Suprema que le mandó a la Fiscalía evidencias graves que comprometen a los mismos protagonistas del ya conocido carrusel de contratación de obras públicas -el exsenador Iván Moreno y los contratistas Emilio Tapia y Julio Gómez- pero también se suman ahora gerentes de al menos seis de los 22 hospitales de la ciudad y varios concejales que tendrían cuotas políticas en ellos.


Se abre un capítulo igual o más grave que el de la contratación del IDU que tuvo en vilo a esta capital en los últimos dos años. ¿Por qué no se había visto? Tal vez porque la herida en la calle 26 era tan agobiante para los bogotanos que no tenían ojos ni oídos para otro tipo de marrullas. Pero, como dijo en su momento el alcalde Gustavo Petro, “El saqueo de los hospitales públicos de Bogotá es más criminal que el saqueo al IDU”.


El escándalo puede ilustrarse con una paradoja: mientras en 2005 al Distrito le costaba 500 mil millones de pesos la atención en los hospitales públicos, ese presupuesto se disparó a cerca de 1.3 billones en 2010. Es decir, creció más del doble. Con el agravante de que en 2010 se presentaron en la capital mil 200 casos de tuberculosis, una enfermedad que se suponía erradicada. Cabe anotar que en los cuatro años de Samuel Moreno se invirtieron en el sector salud más de seis billones de pesos. ¿Cómo operaba este carrusel?


Construya y gane
En primer lugar, con la construcción de nuevos hospitales. Samuel Moreno pidió en 2010 al Concejo que le aprobara 200 mil millones de pesos de vigencias futuras para nuevos hospitales. Uno de ellos ya se estaba construyendo, el del Tintal. Y se iba a construir uno más en Usme y otro en Bosa, así como una nueva torre para el Simón Bolívar.

En el caso del Tintal, por ejemplo, esta revista denunció que el polémico Julio Gómez -que llegó a un acuerdo con la Fiscalía por el carrusel de la contratación del IDU- se ganó la licitación para construir el hospital gracias a un error de cálculo. El contrato era para quien ofreciera un precio más bajo y se lo ganó el consorcio de Gómez con una suma cercana a 18 mil millones de pesos. Pero después de que le entregaron el contrato, revisaron otra vez los números y se dieron cuenta de que las sumas estaban mal hechas y que la propuesta de Gómez estaba mil 700 millones por encima de la que perdió. Pero eso no importó. El hospital debía haber sido entregado hace un año y cuatro meses, pero, como ocurrió con las obras viales, no se ha terminado.


En el caso del Hospital de Bosa, según pudo conocer esta revista, se dieron agrias discusiones. En la licitación intentaron contratar a tres millones de pesos el metro cuadrado, cuando en hospitales como el Cardioinfantil había costado 2.2 millones o en el San Vicente de Paúl de Rionegro, 2.1 millones. Por el tamaño del hospital, con esa sola diferencia los contratistas se estaban ganando de entrada 16 mil millones de pesos.


La otra obra, la torre del Hospital Simón Bolívar, no se hizo. “Ahí se giraron 39 mil millones de pesos y devolvieron 33 mil. Los dineros se giraron estratégicamente, como para favorecer a amigos”, dijo el secretario de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, a El Tiempo.


Entre estos hospitales no está incluido el de Meissen, que es uno de los casos más escandalosos, y se podría decir que fue el pionero en el saqueo a la salud. Ese contrato se entregó en la administración de Luis Eduardo Garzón, pero, según explicó el excongresista Germán Olano a la Corte Suprema, había un interés de Samuel Moreno, entonces congresista, para que la obra le fuera adjudicada a una firma del controvertido Julio Gómez. En un documento de la Corte, revelado por El Espectador, se muestra que Gómez y los hermanos Iván y Samuel Moreno eran amigos del entonces secretario de Salud, Héctor Zambrano (que fue ratificado por Samuel Moreno), y en reuniones entre los primeros se habló de ese contrato.


Se suponía que el Hospital de Meissen, en el sur de la ciudad, se iba a estrenar en 2007. Pero cinco años después, las obras no han terminado y los contratistas ya se gastaron más plata que lo que costaba el hospital.


Se dispara costo de pacientes
El segundo gran boquete por el que se venía dilapidando el presupuesto de la salud en Bogotá se evidencia en el extraño aumento de los costos de atención a los pacientes.

El mecanismo funciona de la siguiente manera: los hospitales públicos atienden básicamente a los afiliados al Sisbén y a los vinculados (que son las personas que no pagan salud, pero que tampoco están en el Sisbén) y cuando fueron administrados por gerentes nombrados por la casa Moreno se disparó el número de personas atendidas. Y por cada una de ellas, sin mayor auditoría, el Distrito le gira al hospital un dinero determinado.


Los gerentes de los hospitales también pagan enormes sumas por exámenes especializados a cargo de externos. “En la administración de Samuel Moreno todo se puso en concesión: los aparatos de radiografía, los TAC, muchos de los servicios, y así los particulares que los operaban vivían tapados de plata”, dijo una fuente que conoce el caso a SEMANA. Y no es difícil pensar que a algunas de las auditorías se les escapara la sobrefacturación. “Al fin y al cabo el Distrito es el que paga. Y si no paga, el Concejo hace el debate”.


Ahí es donde se explica el aumento de 500 mil millones a 1.3 billones en el gasto de los hospitales. Y ese derroche se produjo gracias a que los hermanos Moreno y en otros casos, concejales, pusieron sus cuotas al frente de los hospitales. El secretario de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, denunció que durante el gobierno de Moreno se manipuló la selección de por lo menos seis gerentes de hospitales. La Corte Suprema menciona a su vez la supuesta manipulación en la designación de Guillermo Cantor como gerente del Hospital Simón Bolívar, y de Carlos Lizcano, del Hospital Meissen: “Dichos nombramientos obedecían a intereses particulares, principalmente del senador Iván Moreno, como lo hacen ver, además de Olano, los testigos Gloria Inés García Coronel y Héctor Manuel Lemus Montañez”.


Algunos de esos hospitales tienen un monto de facturación de tal tamaño -la mitad del de empresas como Colombina o Imusa- que requeriría un experto en Administración. Y sin duda, algunos de los gerentes estaban lejos de cumplir esas calidades.


Y de ñapa… las ambulancias
Para acabar de ajustar, durante la administración de Samuel Moreno también se entregó una licitación por valor de 67 mil millones para poner a operar 70 ambulancias las 24 horas en la ciudad. Y, ¡bingo!, ganó la licitación, una vez más, un consorcio con firmas salpicadas en el carrusel de la contratación, cercanas a Emilio Tapia -una especie de compañero de fórmula de Iván Moreno-.

A pesar de que un mes antes de la apertura de la licitación la empresa que representaba el 50 por ciento del consorcio amplió su objeto a los servicios de salud, que hasta ese momento no figuraban en su registro, de todas maneras se ganó la licitación.


La Fiscalía anunció el miércoles la apertura de investigación al exsecretario de Salud Héctor Zambrano y a tres exgerentes de hospitales: el de Simón Bolívar, Guillermo Cantor; el de Kennedy, Fabio Barrera; y el de Meissen, Carlos Lizcano. La Corte también le pidió investigar a siete concejales, entre otros a José Juan Rodríguez, amigo de Julio Gómez; a Darío Fernando Cepeda, por su presunto interés en la designación del gerente del Hospital San Blas, así como a Hipólito Moreno y Jorge Ernesto Salamanca, quienes habrían ejercido su poder como ‘cacaos’ del Concejo para incidir en la ­elección de gerentes.


¿Hasta dónde llegará el destape de este nuevo carrusel? ¿Qué pasará con Julio Gómez, quien había llegado a un acuerdo con la Fiscalía para una pena benévola? ¿Afectarán estos nuevos descubrimientos el proceso de Samuel Moreno? Sin duda, la corrupción de Bogotá seguirá dando de qué hablar.

Credito
EL NUEVO DÍA

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