Cárceles: lo malo puede empeorar

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Más de 100 personas habrían sido descuartizadas y desaparecidas en la cárcel La Modelo y otros penales a comienzos de la década pasada, un horror del que solo ahora el país se entera. ¿Cómo pudo ocurrir?

El miércoles de la semana pasada, la directora de Articulación de las Fiscalías Nacionales Especializadas, Caterina Heyck, reveló en una rueda de prensa un hecho extremadamente grave y macabro. Informó que la Fiscalía investiga la tortura, el descuartizamiento y la desaparición de al menos 100 personas asesinadas a finales de los noventa en la cárcel La Modelo de Bogotá y otros tres centros penitenciarios del país.

“Los desaparecidos serían reclusos, visitantes y personas ajenas al penal, cuyos restos fueron arrojados por la red de alcantarillado de la cárcel La Modelo”, dijo la funcionaria. “Los horrores de lo que aconteció en esa cárcel deben ser analizados de manera penal por la Fiscalía, pero también necesitan de una reflexión profunda en la sociedad colombiana”, afirmó al contar algunos pormenores del que, posiblemente, sea uno de los casos más espeluznantes de la historia reciente.

En la larga historia de los horrores de las cárceles colombianas, este, sin duda, puede ser el capítulo más escabroso. Los hechos que investiga la Fiscalía ocurrieron en La Modelo entre 1999 y 2001. El tema fue conocido hace poco debido a los testimonios y confesiones de cerca de 10 paramilitares que contaron a la Fiscalía lo que vivieron en uno de los principales penales del país.

Hace 16 años, los medios registraron las batallas campales entre paramilitares y guerrilleros detenidos en La Modelo. Eran enfrentamientos imposibles de ocultar, puesto que los internos libraban verdaderas guerras entre patios con pistolas, fusiles y hasta granadas, con saldos de decenas de muertos. Sin embargo, la parte más oscura de ese periodo no se conocía hasta ahora.

Semana.com reveló el jueves pasado el testimonio de uno de esos diez paramilitares, en el que con una frialdad absoluta narró los detalles sobre cómo mataron a internos, visitantes e, incluso, personas secuestradas e introducidas al penal para torturarlas y asesinarlas.

“Primero le metían corriente a la gente. Al que no moría en los tanques de la corriente lo sacaban y lo desaparecían en canecas de aguamasa (sobras de comida)”, contó el exparamilitar a los fiscales. “Los picaban, degollaban, ahorcaban, envenenaban o los atacaban a cuchillo. Hubo revuelo nacional, me acuerdo tanto de que eso salió por las noticias. El Inpec tenía un contrato con un señor de Soacha, de unas marraneras. Eso fue muy mencionado en 2001, cuando encontraron un marrano chilingueando con una mano, este señor llamó a la prensa y eso fue noticia”, contó en su aterrador relato en el que afirmó que para esa época se confirmó que los restos humanos provenían de las sobras de comida de La Modelo.

El desmovilizado también aclaró a la Fiscalía que solo asesinaban a disparos a los grandes jefes de la cárcel. “El que se moría con arma de fuego era miembro de las autodefensas o era un duro. De resto, capturaban a cualquier persona en la calle y ya estaba la orden de matarlo. Entonces se lo llevaban y lo desaparecían”.

Sobre las víctimas señaló que muchas eran personas que tenían deudas pendientes con los jefes de las AUC. “Había gente que tenía algún problema en la calle y lo iba a resolver en la cárcel. Decidían: ‘Como en la cárcel está el comandante, vaya hable con él’. Resulta que subían donde el comandante y llamaban a un tipo del patio tres. Le daban la orden de detenerlo. Resulta que la detención era que lo desaparecían”.

Cuando el Fiscal le preguntó si enterraron restos en el penal, el desmovilizado hizo una afirmación impresionante: “Se botó mucha gente por las alcantarillas. Me acuerdo tanto que este señor (descuartizador) cargaba un banco con un trozo de madera. Llevaba una almádana (martillo grande). Este señor cargaba esto... Nosotros le teníamos miedo y recelo, él era uno de los sicarios del patio tres. Cargaba tres o cuatro costales paneleros de cabuya. Se encargaba de picar la gente, llegaba y ponía los huesos encima del banquete, ponía los costales encima y les daba”.

Según el exparamilitar, los victimarios adoptaron esa práctica después de que ya no pudieron deshacerse de los cuerpos a través de la aguamasa. “Tomaron esa modalidad para desaparecer a la gente definitivamente. Los picaban. La verdad no se puede tapar”, afirmó.

Esta y otras declaraciones fueron el punto de partida de las investigaciones que adelanta la Fiscalía. Según los investigadores del caso, bajo esta modalidad habrían desaparecido a decenas de personas no solo en La Modelo sino en los penales de San Isidro (Popayán), La Modelo (Bucaramanga) y El Bosque (Barranquilla).

El general Jorge Luis Ramírez, director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), manifestó que en los 15 meses que lleva al frente de esa entidad no tenía información sobre descuartizamiento de personas. Sin embargo, el oficial explicó que en los años en los que habrían ocurrido las desapariciones, las cuentas del Inpec no cuadraban y se presentaban confusiones, pues, según contó, “incluso había casos de internos que se fugaban y nadie se daba cuenta”.

Esta dramática denuncia demuestra a las claras la crisis carcelaria de Colombia. Al ya conocido hacinamiento, a la corrupción interna de los guardias, a la precariedad y falta de cárceles, a los más de 50 sindicatos que tiene el Inpec se suma ahora que desaparecían personas. Y, para colmo de males, es tal el caos, el desorden y falta de información, que nadie se dio por enterado durante una década.

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