Ni contigo ni sin ti

Hay cuatro opciones claras con las que se espera justificar su arrepentimiento de la salida de la UE.

En cuestión de días, el Reino Unido pasó del ‘brexit’ al ‘regretxit’ (arrepentimiento). Los partidarios de salir de la Unión Europea no midieron las consecuencias y el caos se tomó la política británica. Semana explica las opciones para contener el desastre.

Mataron el tigre y se asustaron con el cuero. La cara pálida y las declaraciones insulsas del exalcalde de Londres Boris Johnson cuando supo que el brexit (salida del Reino de la Unión Europea) había ganado el referendo del 23-J hablaron por sí mismas. Así como no plantearon debate real en la campaña, los impulsores del “leave” (irse) no saben qué hacer con la victoria.

Y ya empezaron a caer. Johnson, su principal abanderado, anunció que no se lanzará para reemplazar al primer ministro, David Cameron, cuando renuncie en octubre, o sea que no va a limpiar el desastre que ayudó a crear. El líder del nacionalista UKIP, Nigel Farage, no tiene intención de hacerlo, y entre los tories (conservadores) como la proeuropea Theresa May y el polémico euroescéptico Michael Gove, no se sabe quién podría enfrentar el caos. La crisis política tiene al Reino Unido en el atolladero.

El electorado británico no estaba preparado para tomar una decisión de tal envergadura. Un sondeo de ComRes demostró que solo dos días después de votar, el uno por ciento de quienes apoyaron el “leave” ya estaban arrepentidos. Nueve de cada 10 economistas apoyaron la permanencia, las grandes universidades alertaron sobre los nefastos efectos de salir de la Unión y la mayoría de los analistas británicos insistió en la necesidad de quedarse. Pero el 52 % prefirió la retórica populista al votar contra los expertos. Y su rechazo costó caro. Los mercados internacionales se desplomaron y la libra esterlina cayó a su nivel más bajo en tres décadas. La polarización se tomó las calles y los millennials británicos lloraron por la imperdonable decisión de sus padres, los baby boomers nostálgicos por el imperio.

Para hacer efectivo el brexit, el Primer Ministro debe invocar el artículo 50 de la UE y luego tiene dos años para negociar los términos. Pero Cameron aseguró que él no daría el paso histórico. Entonces, en teoría el Reino Unido tiene cuatro meses para decidir qué hacer con el referendo del 23-J. Los británicos están hablando de “regretxit” (arrepentimiento por la salida) y evalúan formas de echarse para atrás. Estas son sus opciones.

OPCIÓN 1: COMO SI NADA

Legalmente el Gobierno no está obligado a obedecer el resultado del referendo. Así que los diputados, en su mayoría eurófilos, podrían pasar por encima de la votación. Sin embargo, esta opción es peligrosa. De hecho, 17,4 millones de británicos votaron por el “leave” y desconocer su voluntad daría un fuerte golpe a los valores democráticos británicos, de los que se han vanagloriado. Y pisotear los resultados del referendo aumentaría la ira extremista -que en la última semana impresionó al Reino Unido con ataques racistas y xenófobos-. El futuro ya es lo suficientemente incierto para los diputados británicos, y es poco probable que cometan semejante suicidio político.

OPCIÓN 2: SÍ PERO NO

Esta opción plantea que el Reino Unido haga efectiva su salida de la UE y negocie un acuerdo como el de Noruega, que hace parte del mercado único pero no del proyecto de integración. Sin embargo, para el 10 de Downing Street sería quedarse exactamente en el mismo punto: tendría que pagar los costos de ser miembro del mercado común, recibir migrantes por la libre circulación y, además, no tendrían voz ni voto en la toma de decisiones. Básicamente, habrían perdido mucho y ganado nada.

OPCIÓN 3: VUELVE Y JUEGA

Los antecedentes dan una luz de esperanza a repetir el referendo. En 1992, los daneses dijeron No a uno de los tratados de la UE, pero un año más tarde, tras conseguir concesiones adicionales, repitieron la consulta y ganó el Sí. En Irlanda sucedió lo mismo en 2001 y 2008. En el Reino Unido, un día después de saberse los resultados, más de cuatro millones de personas firmaron una petición en línea para volver a hacer el referendo. Pero esta vez los europeos no estarían dispuestos a ceder, pues el Reino Unido ya tiene condiciones excepcionales. No obstante, como dijo a Semana Paul Craig, de la Universidad de Oxford, “legal y políticamente sería posible si, por ejemplo, el Gobierno consigue un acuerdo de retiro al estilo noruego. En ese caso sería legítimo preguntar a los votantes si de verdad creen que esto es mejor que permanecer en la UE.” Sobre ambas opciones gravita el hecho de que Bruselas quiere desincentivar las iniciativas euroescépticas en otros países (ver siguiente artículo) con un mensaje claro: irse de la UE no representa beneficios, sino un divorcio difícil y doloroso.

OPCIÓN 4: ESCOCIA SALVE A LA REINA

La mejor opción para el reversazo estaría en manos del veto escocés. En abril, la Cámara de los Lores había anunciado que los parlamentos de Escocia, Irlanda del Norte y Gales tendrían que aprobar también la decisión de irse de la UE. En el caso de la segunda, aunque los norirlandeses votaron por permanecer, su partido de gobierno es favorable a la salida, y en el de Gales, los ciudadanos votaron por el brexit. En cambio, los escoceses votaron masivamente por la permanencia y su primera ministra, Nicola Sturgeon, amenazó desde el comienzo con un segundo referendo independentista si el Reino Unido decidía salir de la UE. Esta sería la mejor oportunidad para dar marcha atrás, pues Londres podría sostener, sin perder credenciales democráticas, que mantener la unidad del Reino está por encima de todo.

Credito
EL NUEVO DÍA

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