Punto de quiebre

Mientras que las bolsas se desploman, las monedas europeas se descuelgan y el mundo trata de entender las consecuencias del brexit, en todos los rincones del Viejo Continente políticos populistas quieren dejar claro que están encantados con el resultado del referendo del 23 - J.

“El voto de los británicos es una señal de libertad enviada al mundo entero. Es el grito de amor de un pueblo por su país”, dijo el martes en el Parlamento Europeo la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, quien aprovechó además para comparar la salida del Reino Unido de la UE con la caída del Muro de Berlín.

El mismo día, la ultraderechista publicó en The New York Times un artículo de opinión para denunciar que la UE era “una prisión para los pueblos” y advertir que la salida del Reino Unido solo iba a reforzar el poder de sus burócratas y a concentrar aún más el poder en Berlín. Y, sobre todo, reclamó una votación similar, a la que su sobrina Marion (la parlamentaria más joven de Francia) le puso en su cuenta de Twitter el sugestivo nombre de frexit (del inglés, french exit). Y hay varias razones para pensar que no se trata de un simple saludo a la bandera. Por un lado, en las elecciones regionales de 2015 el FN se acercó a los 7 millones de votos. Por el otro, los sondeos dan por descontado que Marine pasará a la segunda ronda en las presidenciales de 2017. A lo anterior se agrega que los franceses son de lejos los más euroescépticos del continente, como reveló una encuesta del Pew Research Center, según la cual el 61 por ciento de los galos tiene opinión negativa de la UE.

Del otro lado del Rin, el partido ultranacionalista y euroescéptico Alternativa para Alemania (AfD, por su sigla en inglés) responsabilizó a la canciller, Angela Merkel, del brexit por su política de puertas abiertas y varios de sus representantes evocaron por primera vez la posibilidad de cortar los lazos con Bruselas. En Holanda, donde el 46 por ciento de los encuestados rechaza a la UE, el líder de la derecha, Geert Wilders, saludó el resultado del referendo con un trino que apuntaba a la misma dirección: “Ahora nos toca, llegó el momento del referendo holandés”.

En Italia, el líder de la ultranacionalista y euroescéptica Lega Nord, Matteo Salvini, felicitó a los británicos por su “valor” y repitió las palabras de Wilders sobre la necesidad de consultar a la ciudadanía sobre la salida de la UE. Consecuentemente, en esos países se están popularizando las expresiones dexit, nexit e itexit (de Deutschland, Netherlands e Italian y exit), que se suman al grexit de Grecia, donde desde hace años la austeridad que Bruselas le impuso a la economía helénica tienen a sus ciudadanos deseando abandonar la UE. Y eso sin olvidar que en Suecia y Dinamarca hay partidos euroescépticos en las actuales coaliciones de gobierno, y que desde 2010 y 2015 la derecha nacionalista lleva las riendas del poder en Hungría y en Polonia.

Sin embargo, el cuarto de hora de los populistas no debe hacer perder de vista el contexto general. “El euroescepticismo siempre ha sido mayor en el Reino Unido que en los otros miembros de la UE, y hasta ahora en ninguno de ellos se ha planteado con seriedad la posibilidad de abandonarla. Aunque sus líderes sean muy vehementes e invoquen la voluntad popular al criticar las instituciones comunitarias, no cabe duda de que no representan a la mayoría”, dijo en diálogo con Semana Filipa Figueira, profesora de Ciencias Políticas y Economía de la UE de la University College London.

Y a eso hay que agregar que los 27 miembros tienen lazos y expectativas que trascienden lo económico.

Línea del tiempo

9 de mayo de 1955. Por iniciativa del ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Robert Schuman, nace con seis países la Comunidad Europea del Carbón y del Acero con la idea de “cambiar el destino de las regiones que durante años se han consagrado a producir armamento para la guerra”.

1 de enero de 1973. El Reino Unido, Irlanda y Dinamarca acceden a la Comunidad Europea (CE). En dos ocasiones, Charles de Gaulle había vetado la entrada de los británicos debido a su mentalidad “insular y marítima”. En realidad, temía que sirvieran de caballo de Troya para Estados Unidos.

1 de noviembre de 1993. Entra en vigor el Tratado de Maastricht, mediante el cual la CE se convierte en la Unión Europea (UE). El texto fusiona los tratados existentes, fija las reglas de la política exterior y de seguridad común, y establece los términos de la cooperación policial y judicial.

26 de marzo de 1995. Entran en vigor los acuerdos de Schengen, mediante los cuales se eliminan las fronteras internas y se garantiza la libre circulación de mercancías y de personas. En la actualidad, 400 millones de europeos pueden circular por los cerca de cuatro millones de kilómetros cuadrados de la UE.

1 de enero de 2002. El euro comienza a circular por 12 países de la UE. Por primera vez, los europeos pueden usar la misma moneda para hacer sus compras en Varsovia, Barcelona o Florencia. El Reino Unido se abstiene de participar.

10 de diciembre de 2012. La UE recibe el Premio Nobel de la Paz “por su contribución durante seis décadas al avance de la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa”. En su discurso, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, expresa su deseo de que las generaciones futuras digan: “Estoy orgulloso de ser europeo”.

Credito
EL NUEVO DÍA

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