Como perros y gatos

La pelea entre el papa Francisco y el presidente Mauricio Macri está para alquilar balcón. Los defensores del Gobierno argentino critican la cercanía del pontífice con los peronistas, y dicen que tiene un doble discurso.

Se habló de guerra fría entre el papa Francisco y el presidente argentino Mauricio Macri; se comenta la frialdad en el trato que le dispensa el sumo pontífice y se ha dicho que Francisco lidera la oposición al gobierno de Cambiemos. ¿Qué hay de cierto?

“No tengo ningún problema con Macri. Es una persona noble”, dijo el pontífice en una entrevista con La Nación el domingo pasado. El máximo jerarca de la Iglesia católica agregó que solo tuvo una desavenencia con el actual presidente, cuando este era jefe de gobierno en la Ciudad de Buenos Aires y él, arzobispo. “No hay ninguna explicación en la historia para que se diga que yo tengo un conflicto con Macri”, sostuvo.

La afirmación pretende diluir las asperezas que parecen haber marcado la relación entre el Vaticano y la Casa Rosada desde la posesión de Macri. En esa ocasión, la prensa destacó que no llegó saludo alguno desde Roma. Después vino la visita de Macri al Vaticano, el 22 de febrero, cuando el papa lo recibió 22 minutos y no le concedió ni una sonrisa, en un duro contraste con las largas y amistosas entrevistas con Cristina Fernández de Kirchner cuando era presidenta.

En mayo, en una decisión polémica, el Papa rechazó la donación que hizo el Gobierno argentino, por algo más de un millón de dólares, a Scholas Ocurrentes, la fundación educativa pontificia presente en 190 países. En la entrevista con La Nación, Francisco aclaró que quiso criticar a los responsables de Scholas: “Les dije, con todo mi cariño, que los estaba preservando a ellos, los estaba cuidando de eventuales tentaciones o errores en el manejo de la fundación. De ninguna manera aludía al gobierno”.

El Papa teme las dádivas del Gobierno desde que José López, exsecretario de Obras Públicas del gobierno anterior, fuera detenido cuando arrojaba, en la madrugada, bolsas con más de ocho millones de dólares por encima de los muros de un convento en Buenos Aires. Allí había vivido un obispo que cultivó una estrecha relación con López y con Julio de Vido, el ministro encargado de la obra pública.

Pero han causado las mayores polémicas los gestos de Francisco hacia la actual oposición, el peronismo y el Frente para la Victoria. En febrero, el papa envió de regalo un rosario a Milagro Sala, líder popular detenida en Jujuy por órdenes del nuevo gobernador, miembro de la coalición gobernante Cambiemos. Y en junio recibió en el Vaticano a Hebe de Bonafini, la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, quien había sido visceral en sus críticas en contra suya por su supuesta colaboración con la dictadura militar (1976 - 1983).

Francesca Ambrogetti, coautora de El jesuita, la primera biografía de Bergoglio, explicó la relación de este con Bonafini: “Durante las entrevistas para el libro, hace 10 años, cuando Bonafini ya lo había ofendido, Francisco habló con mucha comprensión por el dolor que había sufrido esta mujer”.

Lo cierto es que el Papa despierta pasiones incluso entre los más fieles católicos. Una de ellos, la diputada Elisa Carrió, aliada principal de Macri, dijo del pontífice que no tiene que “convertirse en una unidad básica peronista”, que “no ayuda” a pacificar el país, y agregó que tiene “un doble discurso: se rodea de personajes menores y le gusta el chisme político. Lo conozco”.

En todo caso, el Papa es coherente con su vida anterior. Algunos hablan del pontífice “peronista”, aunque Bergoglio nunca militó. Pero en su pensamiento social no se ha cansado de repudiar los lujos y de cuestionar al capitalismo salvaje, como en la Exhortación Evangelii Gaudium de 2013, la Encíclica Laudato Sí de 2015 y su discurso en la Cumbre de Movimientos Populares en Bolivia el año pasado.

La organización Generación Francisco y los curas villeros (de las favelas) denunciaron una campaña “brutal” contra el Papa: “Francisco levanta su voz para preservar la vida de los más débiles y cuidar a la madre Tierra, poniendo límites a tanta locura. Mientras ello sucede, y no casualmente, se ha desatado -en especial en nuestro país- una brutal campaña en su contra con ataques de todo tipo”, advirtieron.

El obispo de San isidro, monseñor Óscar Ojea, explicó el problema en una carta: “Tal vez cuando el papa era italiano, polaco o alemán, nos costaba menos mirarlo como al sucesor de Pedro. Pero a Francisco lo conocemos, habla castellano con acento argentino, y tal vez algún día lo hemos cruzado en el subte. ‘Nadie es profeta en su tierra’ recordaba Jesús. Quizá nos esté pasando algo de eso”.

Credito
EL NUEVO DÍA

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