“Este acuerdo cambiará la política”

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador de la paz, habla sobre el significado del acuerdo, sus preocupaciones sobre la implementación, y su visión sobre las Farc.

SEMANA: Usted ha dicho que el acuerdo con las Farc no es perfecto. ¿En qué es imperfecto?

HUMBERTO DE LA CALLE: Un acuerdo perfecto es aquel que le gusta a todo el mundo, pero lograr un acuerdo que cumpla esa condición es imposible. Al admitir que es imperfecto quiero decir que, más que ideal, es un acuerdo realista. Renegociar con las Farc otro acuerdo con el argumento de que hay que buscar la perfección es inviable, es una locura. Por eso insisto en que el mejor acuerdo posible es el que logramos y con ese tenemos que trabajar. 

SEMANA: El mejor acuerdo es el que logra terminar la guerra. ¿Este la termina?

H.D.L.C.: Sí, es el mejor acuerdo en la medida en que consigue el propósito de terminar el conflicto. Algunos, como el doctor Álvaro Uribe, han dicho que no les hemos prestado atención a sus ideas. Pero quiero aclarar que nunca hemos tenido desdén frente a las observaciones del Centro Democrático y otras fuerzas. Simplemente, incluir en la negociación condiciones como que las Farc dejaran las armas antes de terminar el acuerdo, que se fueran para una colonia penal, o que renunciaran a participar en política hacían inviable lograr un acuerdo. 

SEMANA: Terminar el conflicto no es el único resultado del acuerdo. ¿Qué buscó el proceso, más allá de acabar la guerra?

H.D.L.C.: No negociamos la democracia colombiana con las Farc, como dicen algunos, sino creamos instrumentos para desarrollar iniciativas con todas las fuerzas políticas y los movimientos sociales. En ese sentido, dejamos diseñada una ruta para concretar temas que no han podido definirse en el pasado como la financiación de las campañas, la elaboración de un estatuto de la oposición, la concreción de cambios en el sistema electoral, la elaboración de planes de desarrollo con enfoque territorial y la sustitución voluntaria de cultivos como manera de atacar el narcotráfico. El acuerdo de paz abre caminos que van más allá de que las Farc dejen de existir como guerrilla. 

SEMANA: ¿De qué manera el acuerdo puede cambiar la política colombiana?

H.D.L.C.: En la orilla de la izquierda, veo dos desafíos. Primero, consolidar una unidad que hasta ahora no ha podido lograr por divisiones internas. Y segundo, articular una propuesta que, sin el estigma que le generaba las Farc como actor armado, vaya volviéndose confiable. En el resto del espectro político, creo que este acuerdo los obliga a superar sus talones de Aquiles, que son indiscutibles. Creo que lo acordado va a contribuir a que la política sea más seria, ideológica, radical, pero con menos clientelismo. Los partidos políticos actuales tienen que ver riesgos con la llegada de las Farc. Pero el verdadero riesgo lo tendrán si no cambian algunas de sus prácticas políticas. En esa medida, este acuerdo puede lograr que la política se mueva hacia un ejercicio más serio. 

SEMANA: ¿Cómo ve a las Farc? ¿Qué tan castro-chavistas son? 

H.D.L.C.: En esta negociación, las Farc matizaron algunas de las posiciones que tenían desde 1964 y desistieron de otras de ellas. Modernizaron su agenda con la incorporación de temas como la igualdad de derechos para todas las minorías, incluyendo la Lgbti, por ejemplo. En el tema agrario han avanzado a una propuesta más moderna, que sigue haciendo énfasis en la agricultura campesina, pero no necesariamente en contra de la propiedad privada. El programa de formalización de la tierra incluido en los acuerdos es un canto. Lo mismo pasa con el fondo de tierras, que se nutre de fuentes que no modifican, ni alteran en absoluto, la estructura actual de la propiedad privada. Otro cambio consiste en reconocer que la manera de transformar el suelo en una democracia es a través de los impuestos. En el acuerdo quedó consignada la elaboración de un catastro real y la modernización del sistema tributario en relación con la tierra, la cual es una idea que don Hernán Echavarría venía proponiendo desde 1930. 

SEMANA: ¿Y frente a la llamada ideología castro-chavista?

H.D.L.C.: Las Farc siguen siendo radicales en contra de la inversión extranjera, e insisten en que el Pentágono dictó a las élites colombianas la doctrina militar del “enemigo interno”. Esos y otros son elementos clásicos de la izquierda latinoamericana, pero que no se pueden reducir al nombre de castro-chavismo. Si bien algunos de sus miembros sienten admiración por el chavismo, las Farc tienen una agenda diferente. De hecho, ellos mismos reconocieron que el acuerdo logrado se ajusta a una perspectiva socialdemócrata. 

SEMANA: ¿Por qué podemos confiar en que los acuerdos se van a cumplir?

H.D.L.C.: A raíz de las conversaciones del conflicto árabe-israelí, a Obama le preguntaron: “¿Y usted confía en esos tipos que son terroristas?”. Y dijo: “Yo confío en el proceso”. Yo daría la misma respuesta, agregando que confío en todas las garantías que quedaron consignadas: el mecanismo tripartito con Naciones Unidas para verificar el cese al fuego bilateral y definitivo; el monitoreo que debe hacer la comisión de seguimiento para determinar si las sanciones restrictivas de la libertad de los guerrilleros son serias o no; la verificación de los acuerdos que en materia de reincorporación deben hacer las dos partes y varios países, entre otras. Hay una malla de protección de los acuerdos que me deja tranquilo.

SEMANA: ¿Qué le preocupa más? 

H.D.L.C.: Que después de la reincorporación la lógica de venganza que ha existido en Colombia termine motivando problemas aislados de violencia. También me preocupa la ineficiencia clásica del Estado colombiano. Hay que hacer un Forec del posconflicto, una institución ad hoc transitoria con métodos distintos de contratación para poder implementar, de manera eficiente, lo acordado. 

SEMANA: ¿Es más fácil creer que las Farc cumplan sus compromisos de desmovilización y desarme a que el Estado implemente, por ejemplo, las ambiciosas metas sobre desarrollo agrícola?

H.D.L.C.: Sí. De alguna manera, es más fácil para las Farc cumplir en la medida que en gran parte de sus compromisos es un acto de voluntad. En cambio, el desafío para el Estado es mayor. Más aún si se considera que la situación fiscal de hoy es distinta a la que existía cuando empezamos a negociar. 

SEMANA: ¿La polarización política podría afectar la implementación de los acuerdos?

H.D.L.C.: Lo peor que nos puede pasar es que el 3 de octubre amanezcamos en una situación en la que el problema formal del número de votos para el plebiscito se resuelva, pero que el problema de fondo –el de superar una polarización- no se solucione. Los plebiscitos deben servir para resolver disensos. Lo más importante es que los colombianos reconozcamos los resultados de la elección y que no haya quien se atreva a patear el tablero porque su posición no gana. La dejación de armas de las Farc debe ser vista como un logro colectivo y los colombianos debemos asumir, de una vez por todas, que no hay violencia buena. 

SEMANA: ¿Qué opina de la oposición a los acuerdos de los expresidentes Uribe y Pastrana?

H.D.L.C.: Ambos deberían estar cobrándose la paz, cuya firma fue posible gracias a una creación colectiva. El logro del presidente Santos fue posible porque Pastrana, quien en su gobierno impulsó la paz, invirtió muchos esfuerzos en modernizar la fuerza pública. Y es obvio que los logros militares de Uribe fueron en parte los que llevaron a las Farc a La Habana. Personalmente no entiendo la posición de los expresidentes, no me parece que sea lógica. 

SEMANA: Según Álvaro Leyva hay una alusión en el último punto del acuerdo, sobre la búsqueda de un pacto nacional, que es un reconocimiento de que se va a convocar una constituyente…

H.D.L.C.: Él, el doctor Leyva, considera necesaria una constituyente, y las Farc también. Pero lo que se dice allí es que el país debe dar una discusión sobre temas estratégicos como el papel de los militares en el posconflicto, la relación entre el cuidado del medioambiente y la minería, y la búsqueda de equidad, entre otros. Eso no quiere decir que sea obligatoria una constituyente. No hay ninguna partitura oculta en los acuerdos.

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