“La guerra es una cadena de errores que decidí romper para ser libre”

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Señal Colombia emite su documental ‘Shooting’, hoy a las 8 :30 p.m. el cual narra la vida de Ferley Vargas, un exguerrillero que busca retornar a la sociedad.

“Mi padre murió por manos de unos triples y fueputas que algún día tendrán que morir en mis manos. Padre yo cobraré tu muerte, Daniel Vargas Trujillo descansa tranquilo, yo lo haré algún día. Padre cumpliré mi promesa”. Estas son las últimas palabras escritas en un cuarto de hoja de papel que Ferley Vargas le dejó a su madre antes de encaminarse a las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Común (FARC) a sus 13 años.

La muerte de su padre a manos de la guerrilla y el apresamiento de su madre, quien fue acusada de auxiliar a este grupo pasando nueve meses tras rejas, llevaron a que Ferley se sintiera seguro y confiado de que emprender ese camino selva dentro en el Caquetá era la mejor decisión de su vida.

Diez años han pasado desde ese momento y este joven de 27 años decidió contar su vida en 45 minutos con un documental que guardará aquellas reflexiones que le dejaron sus tres años en la guerra con amaneceres difíciles y la carga de un fusil corriendo mientras los bombardeos le pisaban sus pasos.

‘Shooting’, que traduce ‘Disparo’, narra cómo Ferley soltó el fusil para tomar en sus manos una cámara de video que le ofrecía una nueva oportunidad de vida para que fuera empuñada cada día con más fuerza y así sensibilizar a la sociedad que recibe, después de 50 años de conflicto armado, a los excombatientes de las Farc.

COLPRENSA habló con Ferley Vargas sobre el camino que lo llevó al documental, producción de Señal Colombia, la guerra y su decisión de salir de ella para retornar a su vida, cumplir sus sueños y hacerle honor a la memoria de su padre.

-¿Qué sintió cuando se vio en el documental?

Pasaron muchas cosas por mi mente en ese momento, la principal fue inseguridad porque pierdo en gran medida el anonimato, ahora mucha gente que me conocía y no sabía de mi historia me ve de forma distinta. También me alegré muchísimo porque el esfuerzo por mostrar y contar un poco mi historia se vuelve realidad y aspiro a que este documental sirva en gran medida para cambiar la percepción que se tiene de los guerrilleros que retornamos a la vida civil.

-¿Por qué decidió contar su historia?

Porque quería narrar desde mi perspectiva qué es lo que uno vive después de estar en el conflicto, que la gente conociera que ese proceso de volver a la vida civil es bastante difícil y que se torna aún más gris cuando a uno le cierran las puertas por simplemente haber pertenecido a la guerrilla.

También quería que los televidentes entendieran que los que fuimos parte del conflicto no estuvimos porque quisiéramos sino porque nos tocó, me sentía de alguna manera endeudado con los compañeros que no tuvieron la misma oportunidad que yo, que se quedaron en el transcurso de ese proceso y no pudieron renacer.

-¿Cómo ve su vida después de contar la historia?

Mi vida es bastante complicada porque mantengo súper ocupado, con compromisos laborales, familiares, sociales, pero me encanta ver cómo se van cumpliendo las cosas después de tanto trabajo, que ya voy terminando la carrera de Administración de Empresas, que hoy en día tengo una familia más estable y que les puedo aportar de una mejor manera con mi trabajo. Me siento muy bien a comparación a cuando recién salí, que no sabía ningún arte u oficio, y hoy en día puedo decir que me siento satisfecho con lo que he conseguido.

-¿Cómo termina siendo la historia viva en el documental?

Fue un proceso bastante arduo porque al inicio no quería mostrar mi ansiedad por la misma naturaleza del conflicto. El proyecto del documental inició en el 2011, cuando yo quería escribir un libro sobre mi historia, pero vi que era más complejo porque mi escasa educación no me lo permitía, entonces decidí contarla en medio audiovisual, ya que estaba estudiando eso en el Sena.

En ese momento estaba en un canal privado y un amigo me dijo: “Ferley, podemos contar su historia en tercera persona”, y así fue como me convencí de hacerlo y con el paso del tiempo se reafirmó la decisión. Después, con la llegada del proceso de paz, yo me animé a contarla en primera persona y que el televidente hiciera parte de esa realidad en una forma más íntima, que pudieran verme e identificarse con algunas emociones.

-Usted tenía 17 años cuando abandonó las filas, ¿por qué lo hizo?

Todo inició cuando nos desplazábamos por el Putumayo, me mandaron para allá en una unidad de comando con el fin de explorar terreno y uno de los compañeros se me acercó para decirme que se quería volar. En ese momento, la naturaleza de la guerra tornaba todo muy difícil porque estaba en juego la vida de uno por ese delito, siempre había visto que esos casos terminaban en fusilamiento.

Una noche estábamos de guardia y nos tomamos el atrevimiento, salimos de ese lugar hasta donde pudimos coger un transporte para llegar de nuevo a Florencia. Sin embargo, nos persiguieron un buen tiempo, pero terminé en Bogotá y aquí terminó ese capítulo de mi vida con la guerra. Para ese entonces, me cuestioné que no podía seguir así, entonces alteré la promesa que le había hecho a mi padre y empecé a demostrar a la memoria de él que no me iba a dejar amedrentar y continué luchando por mis sueños.

-¿Cómo fue su vida después de ese momento?

Después de que uno abandona se siente un sentimiento de cobardía y culpabilidad, ver que seguían peleando. Llegué a pensar en volver para no dejar eso así, pero luego sentí orgullo de no hacer parte de un número más. Sin embargo, reitero que volver a la vida civil no es fácil, incluso puede llegar a ser un infierno por la discriminación, yo me encontré con personas increíbles, pero no todos tienen la misma suerte.

-¿Cómo ve el panorama de los colombianos que ahora han dejado las armas?

Es un panorama bastante difícil de predecir ya que cada quien tiene una forma de pensar diferente. Lo que sí les puedo afirmar, desde mi experiencia, es que la gente lo va a rechazar a uno o lo puede acoger dependiendo de las circunstancias, eso es normal.

El Gobierno también puede incumplir en muchos aspectos. La vida civil es muy difícil pero vale la pena luchar y trabajar para lograr los proyectos y las metas que uno se proponga. Es más gratificante que cuando uno está en el conflicto.

-Desde lo que usted vivió, ¿cómo puede prevenir Colombia que más niños sean víctimas del conflicto?

Yo creo que es muy importante que la gente tenga esas oportunidades, bien sea de educación o trabajo, debemos poder capacitarnos después de la guerra, ser testigos de que un fusil no es una riqueza como sí lo es una cámara. Después del conflicto debe haber desarrollo y apoyo a las familias vulnerables para que ningún niño tomé la misma decisión que yo cuando lo hice y pensaba que cogía el cielo con las dos manos.

-Se arrepiente de enfilarse o ve algún beneficio...

No me arrepiento. Yo creo que por la situación social que vivíamos en ese momento no fue un desperdicio, al contrario, logré tener más educación después de eso. Sin embargo, soy consciente de que era una ruleta rusa, si hubiera fallecido en ese momento, nada de esto se hubiera logrado. No me gusta lo que viví, pero me encaminó a lo que soy ahora. No me enorgullece haber sido guerrillero, pero tampoco me avergüenza.

-¿Perdonó a los que asesinaron a su padre?

Esa es una de las cosas más difíciles que uno puede pretender hacer: el perdón. En mi caso, mi papá falleció y en ningún momento dijeron por qué ni nos pidieron perdón alguno, pero creo que la guerra es una cadena de errores que se han cometido en el pasado, pero yo decidí romperlas para ser libre y vivir, el rencor no es sano y la herida causada por el dolor no cicatriza tan fácil, pero estoy en el proceso de perdonar.

-¿Qué espera haber transmitido con el documental?

Que los que estuvimos en la guerra sí tenemos corazón, somos personas y no ratas. Nosotros merecemos tener al menos una quinta parte del total de la vida que se nos arrebató por injusticias. Espero haber generado conciencia con mi historia. En mi vida anterior, apuntar y disparar un arma era expresar todos esos sentimientos de rencor que nos obligaron a vivir a mí y a mi familia. Hoy en día, apuntar y obturar una cámara significa ayudar y hacer visible las cosas que nos afectan y esa es la gran diferencia que ha marcado mi vida.

Credito
COLPRENSA

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