Viejos , enfermos y pobres

Según el reciente censo, Colombia envejeció. Eso supone un desafío a la sociedad en términos de salud, pues la mayoría vivirá más sin pensión y con enfermedades crónicas y costosas. Llegó la hora de prevenir.

La gente hoy vive más. No sucede solo en los países ricos, sino en los de ingreso medio como Colombia, donde hoy los hombres tienen una expectativa de vida en promedio de 75 años y las mujeres de 81. Eso significa un aumento de 3,4 años en la última década, resultado de reducir las tasas de mortalidad. La gente imagina ese bono de vida como un tiempo adicional para dedicarse a lo que nunca pudo y gozar al máximo. No es por aguarles la fiesta, pero los estudios advierten que esos años de más no necesariamente llegan con salud, sino con discapacidades. Según datos del Ministerio de Salud, el 85% de los viejos en Colombia, es decir, los mayores de 65 años, padecen más de dos enfermedades crónicas.

Se les llama crónicas, pero también no transmisibles porque no son infecciosas. Tienen larga duración y de no controlarlas pueden costar mucho dinero. “Un individuo puede vivir con estas enfermedades durante 50 años”, dice Rifat Atun, profesor de sistemas de salud en la Universidad de Harvard. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), causan la muerte de 41 millones de personas al año en el mundo, lo que representa el 71% de los fallecimientos. Muchas de ellas son prematuras y suceden en países de ingresos medios y bajos. Por eso, generan un impacto económico grande no solo por las pérdida de vida productiva, sino porque los pacientes y sus familias deben invertir todos sus recursos para sobrellevar la enfermedad.

Dichos males resultan de diversos factores, entre los cuales juega un papel importante el estilo de vida. La más importante, la enfermedad cardiovascular, comprende el infarto y el derrame, entre otras, y hoy por hoy es la primera causa de muerte en el mundo, incluida América Latina con casi el 40% de las defunciones.

Hoy los países cuentan con más personas de mayor edad. El censo reciente lo confirmó en Colombia con varios índices: el más visible, la pirámide poblacional, en lugar de tener una base amplia y una punta afinada, hoy resulta más gruesa en el medio y más delgada en la base. Esto significa que la mayoría tiene cada vez más años y que la plataforma de jóvenes, cada vez más pequeña, no alcanzará para sostener a los mayores.

También se advierte por la relación de Friz, un indicador que mide cuántas personas menores de 20 años hay por cada 100 que tienen entre 20 y 50. Si resultan menos de 60 jóvenes por cada 100 de entre 20 y 50, la sociedad se considera vieja. Colombia pasó de 105 a 70, es decir, es una sociedad madura que solo está a 10 puntos de considerarse vieja. También se puede ver por medio de la tasa de dependencia, que mide la proporción de gente dependiente, ya sea joven o anciana, frente a la productiva. Aunque este índice bajó, y hoy hay 47 dependientes por cada 100 personas productivas, aumentó el número de dependientes viejos, más costosos desde el punto de vista de la salud pública.

Muchos vaticinan que ser viejo y vivir más doblará las cifras de enfermedades no transmisibles, pues aunque estas se pueden presentar en todos los grupos de edad, atacan especialmente en la vejez. Todo eso representa un enorme desafío para los gobiernos que deberán lidiar con sociedades de centenarios. Como dice David Bloom, profesor de economía y demografía de la Universidad de Harvard, “Este hecho sin precedentes históricos nos pone en aguas nunca antes navegadas”.

En Colombia,. el 30% de los ingresos de los hogares en los deciles más bajos provienen de trabajadores independientes, que en su mayoría poco contribuyen a la seguridad social y probablemente reciben subsidios del Estado. En estos deciles, por lo tanto, muchos no se pensionarán y eso significa que cuando dejen de trabajar quedarán a merced de los subsidios o de sus hijos. La ley los obliga a asumir el cuidado de los padres en caso de que lo requieran, pero “una gran parte de los viejos hoy están solos”, dice Sandra Girón, epidemióloga del Ministerio de Salud. Para Juan Daniel Oviedo, director del Dane, “Lo peor que le puede pasar a un país es envejecer siendo pobre”. Porque sin adultos jóvenes no contará con suficiente fuerza de trabajo para sostener el desarrollo. Además, muchos más viejos demandarán atención por estas enfermedades con sistemas de salud de escasos recursos.

La diabetes y la hipertensión ilustran claramente el desafío de salud de los países de ingreso medio y bajo, los más afectados con las enfermedades crónicas. Un estudio de Atun sobre esta condición en 29 de estos países, con una muestra de un millón de personas, reveló que por cada 100 individuos solo a un tercio les detectan diabetes, pero de esos solo 48 reciben un diagnóstico formal, y de esos solo 45% buscan tratamiento. Finalmente, el sistema de salud apenas controla el 30% del total. “Para manejarlos no se necesita ciencia de cohetes”, dice Atun, pero no detectarlos, diagnosticarlos ni controlarlos sí resulta muy costoso. En efecto, cuando la diabetes progresa puede ocasionar ceguera, neuropatías, amputaciones, falla renal, derrame y problemas del corazón, complicaciones que requieren de muchos recursos del sistema de salud y generan mucha incapacidad. Según el experto, en 2015 la diabetes en el mundo costó un total de 1,3 billones de dólares.

La hipertensión, crónica y silenciosa también implica un factor de riesgo para muchas enfermedades crónicas, y se comporta de manera similar a la diabetes. En el país los mayores de 60 años representan el 55% de los hipertensos. Pero los expertos aclaran que la cifra se queda corta debido a que buena parte de ellos no ha sido diagnosticado por diversas razones. La más importante: la gente no se hace chequeos periódicos ni consulta al médico, pese a que la cobertura del sistema de salud en Colombia llega al 93%. Un hipertenso que no lo sabe corre un riesgo para él y la sociedad porque dicha condición puede conducir a muchas enfermedades cardiovasculares, como la insuficiencia cardiaca.

Oviedo señala también la necesidad de convencer a la sociedad de la importancia de formalizar el trabajo. La misma encuesta de salud reveló que en la zona urbana una de cada tres personas tiene pensión, es decir, el 33%, mientras que en la rural apenas el 12%. De no hacerlo, señala el funcionario, los más pobres demandarán mecanismos de ayuda y entonces habrá que preguntarse de dónde va a salir la plata.

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Los cuatro jinetes

En la medida en que la gente vive más, aumentan los casos de enfermedades crónicas no transmisibles. Estas cuatro causan el 80% de las muertes prematuras.

Enfermedades cardiovasculares: esta categoría agrupa condiciones que afectan el corazón y la circulación como la enfermedad coronaria, el derrame, el infarto. Son la principal causa de muerte en Colombia y América Latina. El mejor tratamiento es la prevención. Aunque algunos heredan condiciones cardiacas, la mayoría de casos se presentan por un estilo de vida poco saludable. Los expertos recomiendan llevar una dieta balanceada, ejercicio, consumir alcohol moderadamente y no fumar.

Cáncer: el diagnóstico aumenta después de los 50 años, aunque puede aparecer en cualquier grupo de edad. Según cifras de Gran Bretaña, el 55% de los casos nuevos llegan entre los 50 y 74 años. Aunque la mayor parte aparece por azar, los expertos calculan que al menos 4 de 10 pacientes podrían haberlo evitado con cambios en su estilo de vida, curiosamente los mismos que protegen el corazón.

Enfermedades respiratorias: se presentan en las vías aéreas y otras estructuras del pulmón, como la epoc y la hipertensión pulmonar. El tabaquismo y la contaminación del aire pueden causarlas. Diabetes: hay dos tipos; la tipo 1, cuando el sistema inmune destruye las células que producen insulina, y la tipo 2, que aparece cuando el organismo pierde la sensibilidad a la insulina o este deja de producirla con el tiempo. La primera aparece en la infancia y no hay mucho que hacer para prevenirla porque tiene causas genéticas. Pero en cuanto a la tipo 2, los estudios señalan que las personas pueden evitar o al menos retrasar tres de cada cinco casos con hábitos como mantener un peso adecuado, hacer actividad física regularmente y seguir una dieta saludable.

Credito
EL NUEVO DÍA

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