Historia del Hospital Federico Lleras Acosta

Un hospital con 40 años de vida y que ahora es referencia de la medicina en el Tolima.

El Hospital Federico Lleras Acosta debe su existencia al Dr. Alfonso Jaramillo Salazar oriundo de la ciudad del Líbano, siendo Gobernador del departamento del Tolima, uno de los buenos gobernadores que ha tenido nuestro departamento, posicionado por el amor a su terruño, no solo pensó en una unidad hospitalaria para la capital sino también para su tierra natal.

Empeñado en su idea, interesó al señor presidente de la República, Dr. Alberto Lleras Camargo, quien no tuvo inconveniente en secundarlo para cofinanciar la construcción, por lo menos, la iniciación de las obras, previo diseño de planos arquitectónicos y técnicos.

Ya existía en Ibagué una construcción con destino a hospital, ocupado entonces, como ahora, por la Brigada del Ejército nacional.

Allá por el año 1958, el arquitecto Manuel Guillermo Lagos Viña, quien trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas del Departamento, fue comisionado por el Dr. Darío Echandía, gobernador de la época, para que hiciera un estudio de evaluación del Hospital Departamental, como se llamaban, entonces, las instalaciones ocupadas por la Brigada del Ejército.


Su concepto fue desfavorable, por cuanto su distribución ya era obsoleta ante los nuevos estándares hospitalarios del momento, además de que su actualización resultaba costosa; sus áreas de servicios, de hospitalización, de futuras ampliaciones, de parqueo de vehículos para médicos y visitantes eran insuficientes por la escasa área del terreno donde se ubica esta construcción.


La Gobernación, por medio de su secretario de Obras Públicas, ingeniero Armando Cruz Buenaventura, (q.e.p.d.), contrató con una firma de arquitectos bogotanos, cuyo socio principal era el arquitecto Germán Samper, el paquete completo de planos arquitectónicos y técnicos para un hospital de 400 camas, que fueron entregados en marzo de 1961; el Gobernador tenía en caja poco menos de dos millones de pesos y por exigencias de la ley sobre contratación pública recién aprobada por el Congreso nacional, el Secretario de Obras del Departamento se vio obligado a abrir licitación pública; para el efecto, por consejo del Dr. Armando Cruz, se conformaron varios grupos de tres profesionales de la ingeniería y la arquitectura para participar de la licitación, habiendo resultado favorecido con el contrato para la iniciación de la estructura, el grupo compuesto por los ingenieros Eduardo Vélez Martínez (fallecido), Adolfo Viana Rubio y el arquitecto Manuel Guillermo Lagos Viña, quedando al frente de la obra el ingeniero Vélez y el arquitecto Lagos Viña, por haber sido la propuesta de menor valor.


La obra inició el 6 de junio de 1961, afrontando grandes tropiezos con quienes tenían que transitar por el sector, especialmente los asistentes al estadio de fútbol, quienes estaban acostumbrados a traspasar por el lote, que era libre; cuando se empezó el cerramiento con bloques de cemento, los que se se levantaban de día, los tumbaban durante la noche; se logró ayuda de la Policía del Tolima y fue así como se acostumbraron a respetar los muros de cierre.


El estudio de suelos que se hizo produjo unos resultados espectaculares de resistencia portante, mejor que en otros sitios de la ciudad; el nivel freático no fue impedimento para construir la cimentación; la disponibilidad de agua fue suficiente en la época; hubo poco uso de la electricidad, ya que los equipos que se usaban como mezcladoras de cemento, vibradores y malacates, eran movidos por motores de gasolina; el suministro de materiales como cemento, madera, hierro, arena, gravilla y ladrillo fue suficientes, aunque a veces se presentaba escasez del hierro por la baja producción de Paz de Río; lo mismo ocurrió con el personal de construcción, que se encontró de buena calidad humana, al igual que cumplidor, eficiente y honrado.


Una vez invertidos los dineros del contrato, hubo necesidad de suspender los trabajos y esperar nuevo giro de la Nación para continuar con la obra; así sucedió en varias oportunidades; cada vez que se consumían los giros se suspendía la obra, hasta cuando siendo gobernador el Dr. Néstor Hernando Parra, también del Líbano, muy allegado al Dr. Carlos Lleras Restrepo, consiguió los dineros suficientes para terminar la construcción del hospital, al que, para comprometer más a nuestro Presidente, le puso el nombre de su padre, el Dr. Federico Lleras Acosta, científico muy reconocido en nuestro país.


El Dr. Parra quiso tener el gusto de celebrar un Consejo de Gobierno departamental y, para tal efecto, lo más práctico fue terminar completamente, y a la carrera, una habitación y hospitalización para cuatro camas en el segundo piso.


Para la época estaban muy de moda los pisos de tablón y el baldosín de cemento; el tablón ocupaba todas las zonas de circulación pública como pasillos, salas de espera para consulta en el primer piso y corredores de los pisos de hospitalización: el arquitecto Lagos los consideró antihigiénicos y de poca duración, por ello propuso al interventor, arquitecto Hernando Gómez Restrepo, hacer cambio de especificaciones de pisos que soportaran por más tiempo la intensa circulación peatonal que iba a sufrir esta edificación.


Con dificultad y al fin con el paso de los días, por fin el interventor aceptó la propuesta, ante la advertencia del arquitecto Lagos de que se tendría que entregar una obra con los pisos suficientemente fuertes, que duraran por lo menos 50 años; así fue como en  las áreas de alta circulación se instaló pisos de retal de mármol con cemento blanco pulido con máquina de agua; baldosín de retal de mármol para zona administrativa; quedó el baldosín de cemento para las habitaciones hospitalarias y los de las zonas de servicio se construyeron en concreto ­pulido.


El ICSS estaba recién instalado y no tenía sitio para atender sus pacientes; se propuso que se conformara una especie de sociedad entre el Departamento, la Nación y el ICSS, cuyos aportes servieron para terminar la obra, y que fueron administrados por el ingeniero Jaime Moreno Velandia, quien se encargaba de pagar a los contratistas las respectivas actas de obra ejecutada.

    
En julio de 1968, con la firma del Lleras Restrepo como testigo, aquí en Ibagué, se firmó el convenio entre las partes mencionadas, cuyos aportes sumaron cerca de 80 millones de pesos, con los que se dio terminación al edificio. La construcción se reinició al mes siguiente de la firma del convenio y su terminación se efectuó en junio de 1971.

El Dr. Carlos Lleras Restrepo recorrió las instalaciones hospitalarias, cuya construcción estaba bastante adelantada; llegó con funcionarios del Ministerio de Salud y con personal técnico del Fondo Nacional Hospitalario, entidad encargada de la revisión y aprobación de diseños hospitalarios y centros de salud y de la importación y distribución de elementos para dotación de hospitales; el señor Presidente y su comitiva expresaron su satisfacción por el estado y presentación de la obra; el Dr. Lleras Restrepo, en una corta charla, manifestó que para él era más fácil conseguir dinero para construir 20 hospitales como éste, pero difícil conseguirlo para el funcionamiento permanente y eficiente de uno solo como éste.


El Hospital fue inaugurado por el Dr. Misael Pastrana Bor­rero, en su calidad de Presidente de la Nación, en noviembre de 1973, con la dirección del Dr. Pablo Alberto Isaza, el Dr. Hernán Arbeláez Jiménez, subdirector y como administrador General del Hospital, y el Sr. Carlos Arturo Rubio López; el lapso comprendido entre su terminación y su apertura fue aprovechado para la adquisición y la instalación de equipos.


Hoy Ibagué y el Tolima se sienten orgullosos de tener éste, su hospital, por ser una Institución que brindaa actividades de salud de tercer y cuarto niveles, habiéndose multiplicado sus camas por la adquisición de la antigua clínica del ISS, en la que se tuvo que invertir muchos millones para darla al servicio de la comunidad tolimense y a los departamentos circunvecinos.

Credito
MANUEL GUILLERMO LAGOS Especial para EL NUEVO DÍA

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