"Creí que no era la hora de ser liberado": Wilson Rojas

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El integrante de la Policía dijo que pensó que permanecería, por los menos, un año más en cautiverio, al no ser nombrado por las Farc entre los miembros de la Fuerza pública que volverían a sus casas. Más de 100 kilómetros habría caminado hasta donde fue entregado con los demás policías y militares a la comisión humanitaria que lo trasladó hasta Villavicencio al inicio de Semana Santa.

Treinta y tres días fueron los que caminó el intendente jefe de la Policía Wilson Rojas, secuestrado por las Farc, para recuperar su libertad. Durante cada jornada según dijo el uniformado se desplazaban unos doce kilómetros, los cuales finalmente lo llevaron a Mocuare, una olvidada población a orilla del río Guaviare, donde lo esperaba la comisión humanitaria que lo devolvió al seno de su familia. 

Rojas recuerda cómo fue incluido en el último grupo de miembros de la Fuerza Pública que serían dejados en libertad por las Farc. "La verdad pensé que no era el momento. Primero anunciaron un grupo de cuatro, luego le sumaron los demás y quedamos cuatro secuestrados que no estábamos en la lista. Creí que estaríamos allí un tiempo más, entre seis meses y un año", dijo el recién liberado cuatro días después de haber abandonado la selva en la que vivió desde que fue plagiado por la guerrilla, durante la toma de Puerto Rico, Meta, en 1999.

El intendente jefe, un poco más tranquilo, cuenta cómo el 26 de febrero de este año se enteró que también sería liberado."Escuchamos por radio que todos íbamos a volver. El primero de marzo comenzamos a caminar hasta llegar a donde iban los otros compañeros a los cuales iban a liberar primero. El día de la entrega nos levantamos a las 6 de la mañana y recogimos todas nuestras cosas. Luego nos desplazamos hasta las dos de la tarde que llegamos a donde nos recibió la señora Piedad Córdoba", indicó. 

Sus días en la selva

Rojas contó que su primera promesa una vez secuestrado fue conservar su estado de salud por lo que se dedico a realizar varias horas diarias de ejercicio. Entre su rutina estaban las flexiones de pecho, abdominales y algunas veces barras.

"Desde el momento en que me secuestran me propuse que haría gimnasia hasta el último día. Lo hacía, no por verme bien o por vanidad, sino por conservar mi salud. Siempre me ha gustado el deporte, cuando vivía en el campo (antes del secuestro) trotaba, nadaba, jugaba micro y cuando estaba en Villavicencio iba al gimnasio", indicó el suboficial al comentar cómo se alimentó durante los 12 años privado de la libertad por las Farc. 

"El desayuno era a veces a las 6 de la mañana, consistía en una arepa, caldo y chocolate con leche, cuando había. El resto de las comidas se basaban en granos básicamente (fríjoles, lentejas, arvejas y arroz). El almuerzo era al medio día y cena a las 4 de la tarde", aseguró. 

El temor a la muerte

Wilson recuerda que durante los bombardeos de la Fuerza Pública a los campamentos donde se encontraban era inevitable pensar en la posibilidad de morir.

"Una vez que estábamos en un campamento. Para la fecha en que liberaron a Ingrid Betancourt, durante la operación 'Jaque'. Esa noche el avión sobrevoló el sitio y nosotros no alcanzamos a salir. Andamos unos diez metros, yo temblaba del miedo que tenía. Pensé que sería el fin del mundo para todos nosotros", indicó.

El suboficial por un momento hace memoria de quiénes fueron sus carceleros desde el día que la guerrilla lo sacó justo con sus compañeros de la estación de policía de Puerto Rico, tras resistir por tres días el combate. 

"Siempre estuvimos custodiados por 60 guerrilleros. Durante el tiempo de secuestro recuerdo algunos comandantes que estuvieron a cargo de nosotros como el del Frente 44 que era 'Albeiro Córdoba'. Durante la zona de distensión estuvo el 'Mono Jojoy' y Grannobles. En este último tiempo el encargado de nosotros era 'Severiano' que fue quien nos dejó libres y el que entregó los restos mortales de mi capitán Guevara", manifestó el uniformado al igual que dijo que pudo identificar algunas de las zonas donde lo tuvieron privados de la libertad. 

"Estuvimos para el lado del Caquetá cuando era la zona de distensión. Luego pasamos cerca de Mitú, Vaupés, de ahí al Guaviare y el Meta", dijo.

Las cadenas del secuestro 

Pese a que Rojas trataba de no recordar que llevaba una cadena en su cuello para hacer de su secuestro algo más fácil, dice que cargar tres libras a diario encima hacía las caminatas agotadoras. 

"Desde hace ocho años siempre estábamos amarrados en parejas. Durante tres años estuve encadenado con Salcedo (Róbinson Salcedo, sargento del Ejército que permaneció 13 años cautivo). Luego quedé con Beltrán (Luis Alfonso Beltrán cabo del Ejército 14 años privado de la libertad) y por último con Duarte (Carlos José Duarte, intendente jefe de la Policía que permaneció 12 años en poder de la guerrilla). Cuando a ellos se los llevaron para entregarlos porque a nosotros no nos iban a dejar libres, quedé con Arcia (Luis Arturo Arcia, sargento del Ejército 14 años secuestrado)". 

El reencuentro con la familia

Rojas dijo que ver a su familia fue un momento muy bonito, que no recordó a algunos de sus hermanos y hay algunos sobrinos a los que no conoce.

"Fue hermoso volver a ver a mis ocho hermanos y mis padres. La verdad hay muchos sobrinos a los que no conozco. La alegría de verlos será cuando vaya a visitarlos, poco a poco me voy aclimatando con ellos. Ya los llamo por el nombre, me confundo menos y los voy metiendo en mi memoria", dijo el suboficial. 

La mascota salvaje

El regreso de este policía a la libertad no se dio solo, lo hizo con 'Rango' un zorro conocido en los llanos orientales con el nombre de 'Guache'. Se lo encontró camino a la libertad y quiso traerlo con él.

"Los guerrilleros lo cogieron hace casi un mes y me dijeron que si lo quería para mi. Desde ese momento aprendí a cuidarlo. Ya lo conozco, sé cuándo quiere orinar y lo demás. A mis sobrinos los ha orinado porque ellos no entienden cómo es que está acostumbrado", aseguró el uniformado quien poco a poco recupera su estado de salud.

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