Al menos 20 miembros de las fuerzas de seguridad murieron y otros 40 resultaron heridos, según responsables.
Hakim Al Zamili declaró que cerca de 500 prisioneros "terroristas" se evadieron de la cárcel de Abu Ghraib, al oeste de Bagdad.
Shuan Taha dijo por su parte, en la página internet del partido kurdo PUK, que "entre 500 y mil presos" lograron escapar de las cárceles de Taji y Abu Ghraib.
El ataque coordinado contra la cárcel de Taji, en el norte de Bagdad, y de Abu Ghraib, al oeste de la capital iraquí, fue lanzado en la madrugada del lunes y duró hasta horas de la mañana, según las autoridades.
En el pasado, el principal grupo del brazo iraquí de Al-Qaida llamó a "liberar presos musulmanes donde se encuentren para perseguir a jueces, procuradores y sus guardaespaldas, para eliminar".
Grupos armados aumentaron sus ataques, y cerca de 600 personas murieron desde inicios de julio, según un balance de la AFP, cifra cercana a un nuevo récord mensual, no igualado desde 2008.
Irak conoce desde inicios del año un reinicio de la violencia que el gobierno parece incapaz de controlar. Estos tres últimos días únicamente, más de 140 personas murieron.
Los atentados contra mezquitas, almacenes, cárceles, represas y convoyes militares, aumentaron al iniciarse el ramadán.
El presidente del Parlamento, el sunita Osama al-Nujaifi, considera que tienen por objetivo "dividir al pueblo y desencadenar un conflicto confesional entre iraquíes".
El representante especial de la ONU en Irak, Martin Kobler, quien hace poco terminó su mandato, lanzó un grito de alarma parecido la semana pasada, al considerar que extremistas se aprovecahn de la parálisis política en Irak y del conflicto en Siria vecina para tratar de desestabilizar el gobierno de Bagdad.
"Las cifras no son buenas"
Su adjunto, responsable de la supervisión de los derechos humanos en el país, Francesco Motta, consideró por su parte que la violencia puede precipitar un retorno a los peores días del conflicto confesional que incendió a Irak en 2006-2007.
"No diría que ya estamos en una guerra civil, pero las cifras no son buenas", declaró.
Estos últimos días fueron particularmente sangrientos: veinte fieles murieron el viernes en un atentado suicida contra una mezquita sunita de la provincia de Diyala.
Al día siguiente, las explosiones de diez coches bomba mataron a más de 60 personas después de la ruptura del ayuno en las calles comerciales de Bagdad.
El lunes por la mañana, un kamikaze al volante de un coche bomba mató a una docena de personas al lanzarse contra un convoy militar en Mosul.
Los observadores consideran que los insurgentes tratan de nuevo de capitalizar el creciente descontento de la minoría sunita, en el poder bajo Saddam Hussein, que se considera discriminada por el gobierno de mayoría sunita.
Los sunitas lanzaron una campaña de manifestaciones hace siete meses para pedir la retirada de una ley sobre el terrorismo que hace posible detener a sospechosos por una duración casi ilimitada, y por lo que se ven afectados.
Luego de los enfrentamientos, el gobierno iraquí hizo liberar a varios miles de detenidos para tratar de calmar la situación.
Y el domingo, el vice primer ministro Saleh al-Mutlak anunció la reanudación de los trabajos de una comisión encargada en especial de preparar una ley de amnistía que podría ser muy pronto sometida al Parlamento.
Pero los diputados siguen divididos en torno a saber a quien amnistiar.
El mismo día, Moqtada al-Sadr, jefe del movimiento chiita sadrista, denunció la falta de eficacia del gobierno en la lucha contra el terrorismo, al considerar que "en cualquier otro país, el pueblo ya se habría rebelado y habría forzado al gobierno a renunciar".
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