Este año 31 menores han sido víctimas de minas antipersona

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
En la historia de violencia del país, tras las cifras se constata que quienes más sufren el conflicto armado son los niños.

A principios de este año, fiel a la trágica constante, una bebé, su madre y una segunda menor de edad cayeron en una trampa mortal. Pisaron una mina tipo ‘borradora’, en el departamento del Putumayo, la que según las autoridades habría sido sembrada por la guerrilla de las FARC.

 Esa mina, además de quitarle la vida a la recién nacida, le causó graves lesiones en los oídos y ojos a su madre, de 18 años, y dejó sin piernas a la otra niña, de tan solo 14 años. 

Este es uno de los más de mil casos en los que los niños, que son aproximadamente la mitad de las víctimas de las minas antipersona, han sido violentados por esta modalidad terrorista. 

Según las cifras entregadas por el Programa de Acción Integral contra Minas Antipersonales, (Paicma), en los últimos 22 años se han registrado más de 10 mil víctimas en todo el territorio nacional. De ese total 4017 son civiles y 6454, miembros de la Fuerza Pública. 

El director del Paicma, David Ávila, explicó que en promedio se presentan dos víctimas diarias y de la cifra total dijo que “ya son más de 1000 niños y niñas, lo cual representa casi el 10 por ciento de toda la población que ha sido víctima de las minas antipersona”. 

"Este año ya son 31 menores de edad que han sufrido una afectación por minas”, enfatizó Ávila, quien agregó que el 48 por ciento de ellos han sufrido el accidente al momento de manipular artefactos abandonados. Sin embargo, la cifra podría ser aún mayor teniendo en cuenta que muchas familias no hacen el trámite necesario para que el afectado pueda recibir atención por parte del Estado. 

La tragedia

Las afectaciones más comunes por mina antipersona, munición sin explotar (Muse) o artefacto explosivo improvisado (AEI) son heridas en las extremidades, en la piel, fracturas, quemaduras y amputaciones. Este tipo de lesiones o discapacidades requieren de intervenciones a largo plazo. 

Para el representante en Colombia de War Child Holland, Ramin Shanzamani, la mayoría de los sobrevivientes de estos artefactos consiste en personas en condición de discapacidad, quienes deben recibir terapias de rehabilitación, físicas y psicológicas, “la afectación es bastante grande, si alguien cae en una mina, va a cambiar totalmente la situación de este niño o esta niña y de su familia”. 

Y explicó que debido a que la mayoría de los casos se da en el campo, “estas personas se encuentran con obstáculos adicionales por las distancias entre los centros adecuados para la prestación de estos servicios y sus hogares, y además deben ser acompañados por algún familiar”. 

Por su parte, la directora de la Fundación Agencia de comunicaciones -Pandi-, Ximena Norato, dice que para una familia víctima de ese flagelo resulta más económico, por tiempo y dinero, no informar.

Antioquia, el más afectado 

La Acción Integral contra Minas Antipersona en su informe con vigencia julio de 2013, revela que 31 de los 32 departamentos del país se han visto afectados por ellas. 

Son cinco regiones que más han padecido las consecuencias de este flagelo, encabezadas por Antioquia, que registra 2.324 víctimas y seguida por Meta, con 1.064; Caquetá, con 815; Norte de Santander, con 745, y Nariño, con 712. Se resalta que Amazonas es la única área de Colombia que no tiene hechos de este tipo. 

Ante esta situación, el Gobierno nacional tiene claro que se debe seguir trabajando hasta lograr cero víctimas de este flagelo, por lo que hace un nuevo llamado a los grupos armados ilegales para que cese la utilización de estos artefactos. 

Los niños también siembran minas 

Los menores de edad no solo son víctimas de las minas; también se convierten en victimarios por el reclutamiento forzado por parte de grupos armados al margen de la ley, como las guerrillas de las FARC y el ELN, además de las Autodefensas, quienes los usan como objeto para fabricar y sembrar los artefactos explosivos. 

Ese es el caso de Cadelina, una niña de 16 años, a quien se le cambió su nombre verdadero por seguridad. Esta adolescente estuvo vinculada con un grupo armado ilegal durante tres años, actualmente está en proceso de desvinculación y recuerda que “había personas que nos entrenaban para eso, para poderlas hacer, poderlas enterrar y poderlas desactivar”.

Además, recuerda el mecanismo: “primero se hacía una inteligencia por donde iría a pasar el Ejército o por donde iba a pasar el enemigo, como muchos lo llamamos allá, seleccionábamos el sitio y enterrábamos la mina. Pero uno no pensaba que por acá pasan campesinos, solo pensábamos a tal hora pasara el Ejército, enterrábamos la mina y nos quedábamos pendientes a que pasara”.


Credito
COLPRENSA

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