Turismo e historia en rutas que transitó Bolívar por el Tolima

COLOMBIA.INN - MAURICIO DUEÑAS CASTAÑEDA - EL NUEVO DÍA
Las rutas que transitó Simón Bolívar en su campaña de emancipación contra la Corona española son hoy un innovador paseo turístico que permite al visitante recorrer a caballo el mítico Cañón del Combeima, en el Tolima, uno de los grandes potenciales turísticos de Colombia.

Cañón del Combeima (Colombia), (Colombia.inn)

Antes de Bolívar habían cabalgado por estas tierras el explorador alemán Alexánder von Humboldt, padre de la geología moderna, a inicios del siglo XIX, y el botánico francés Aimé Bonpland, quienes descubrieron la palma de cera, árbol nacional colombiano, en 1801.

Una pareja de biólogos ha convertido este paraje, ubicado entre los mil 400 y cuatro mil 200 metros sobre el nivel del mar, en una opción de viaje con la puesta en marcha de su empresa de ecoturismo Ukuku Rural Lodge.

Alemanes, holandeses, españoles, italianos, canadienses y estadounidenses han llegado hasta este santuario ecológico para disfrutar de un circuito al que se accede después de transitar 18 kilómetros desde Ibagué, capital del departamento del Tolima.

“Nuestra idea es que la gente conozca la biodiversidad del Cañón del Combeima para que se convierta en un destino turístico nacional y ser nosotros quienes jalonemos ese proceso”, dijo en una entrevista con Colombia.inn, David Bejarano, cofundador del emprendimiento y conocido como “Truman”.

Lo que diferencia la propuesta de Ukuku, palabra quechua que significa “oso de anteojos”, es precisamente ofrecer la posibilidad de avistar en “expediciones fotocientíficas” a ese ejemplar propio de los Andes, así como al lorito cadillero, endémico de los páramos, y a la danta de montaña, una de las cuatro especies de tapir existentes en América.

Además, sostuvo “Truman”, “al avanzar por los senderos que próceres y científicos anduvieron en otras épocas, el visitante se empapa de una parte importante de la historia del país, al tiempo que observa algunas de las 154 especies de orquídeas silvestres que se han determinado”.

Prueba de la enorme riqueza natural del Cañón del Combeima es que allí se encuentran la Reserva Natural Ibanasca y la localidad de Cay, calificadas como Áreas de Interés para la Conservación de las Aves (Aicas), y que hacen parte de los espacios que se visitan durante el “safari fotográfico” de Ukuku.

Conscientes del potencial económico para la región de este atractivo, hasta ahora desaprovechado, la Cámara de Comercio de Ibagué e iNNpulsa, la unidad del Gobierno colombiano que apoya el emprendimiento y el crecimiento empresarial extraordinario, han incluido a esta iniciativa en su programa “Rutas Competitivas”.

“Con estas entidades lo que estamos haciendo es fortalecernos al aprovechar el ser biólogos para poder transmitir la parte técnica y científica y que el turista venga no solo a desconectarse del ruido de la ciudad, sino a aprender sobre la biodiversidad, haciendo énfasis en la conservación”, explicó “Truman”.

Parte de la tarea que para este año se ha trazado la compañía consiste en posicionarse como una alternativa novedosa y aumentar en el Cañón del Combeima la presencia de viajeros nacionales e internacionales.

El objetivo es incrementar su negocio en un 20 por ciento con respecto a los 17 mil dólares que facturaron en 2013.

“As bajo la manga”

 Su “as bajo la manga” es el Nevado del Tolima, cuya cumbre alcanza los 5.215 metros sobre el nivel del mar y es la “cereza del pastel” de los tours al servir de telón de fondo del hospedaje de Ukuku.

Este volcán activo, que conserva un glaciar en el cráter principal y en cuyas faldas crecen millones de frailejones gigantes, vigila a quienes buscan ver colibríes, bañarse en las cascadas, relajarse en las termales o simplemente extasiarse con los 72 tonos de verde que, según una turista americana, encontró en este lugar.

Por eso al final del día el recuerdo que se graba en la memoria del visitante es el de haber vivido, como reza el eslogan de Ukuku Rural Lodge, “una experiencia con olor a montaña”. 

Credito
CLAUDIA POLANCO YERMANOS

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