“El Caguán fue el punto de quiebre de las Farc”

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
El director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, Camilo González Posso, explica el proceso de conversión de las Farc de autodefensa a guerrilla y califica como su punto de quiebre el fallido proceso de negociación de El Caguán.

¿Cómo fue el proceso de transformación de las Farc de autodefensa a guerrilla?

El antecedente de su conformación en los años 60 fue los grupos de autodefensa campesina que se conformaron en algunas regiones de Cundinamarca, Tolima, Huila y Cauca, como parte de la respuesta campesina y del Gaitanismo cuando los sorprendió la Violencia. Pero al comenzar el Frente Nacional manifestaron su idea de incorporarse a la legalidad, estaban dirigidas por el Partido Comunista e incluso apoyaron la candidatura de Lleras Camargo. En esos primeros años (Manuel) ‘Marulanda’ fue funcionario público en carreteras.

¿Qué pasó?

Por un lado, algunos sectores campesinos y del Partido Comunista veían con recelo la situación que estaba dándose con el Frente Nacional y hablaron de tener una reserva en caso que se diera un golpe de Estado o una dictadura. Pero lo que más pesó fue el ambiente que se creó la Alianza para el Progreso y después con la polarización de la ‘Guerra Fría’, que en Colombia se tradujo en grandes operaciones, sobre todo en el gobierno de Guillermo León Valencia. Esto hizo que la Autodefensa Campesina fuera empujada hacia la selva y que entre el 64 y el 66 se conformaran las Farc con un grupo pequeño que no pasada de 300 combatientes y que se mantuvo durante todo el Frente Nacional como Autodefensa y no como guerrilla.

Si no hay iniciativa armada en el Frente Nacional, ¿cuando se produjo?

El ascenso de las Farc se da a finales de los años 70 y a mediados de la década siguiente y hasta el año 2000. Esas dos décadas fueron las de despliegue de fuerza de las Farc, hasta llegar al punto máximo en las negociaciones del Caguán.

Antes de eso, hubo negociaciones en el Gobierno de Belisario Betancur...

Las negociaciones que se dieron en los años 84, 99 y 2002, fueron negociaciones tácticas. Las Farc, después del Gobierno de Betancur y el fracaso de los diálogos de La Uribe, se concentraron en el objetivo de conformar un ejército y de buscar el poder mediante una derrota militar. Esos diálogos fueron un momento dentro de la acumulación de fuerzas. Y, para el Gobierno también, que negoció no para lograr la paz sino para tomar un aire y declarar la guerra como se dio inmediatamente con el ‘Plan Colombia’. Fueron negociaciones de paz para hacer la guerra.

¿Sucede lo mismo ahora?

Creo que ahora tenemos conversaciones de paz para hacer la paz. Y eso no por ‘voluntarismo’ si no porque han cambiado las circunstancias, los contextos políticos, las realidades políticas e internacionales, la correlación de fuerzas militares. Todo eso lleva a que las Farc tengan la necesidad del acuerdo de paz y está el interés del Gobierno y de la sociedad que está aburrida con la guerra, después del más grande derramamiento de sangre del último siglo que fue lo que ocurrió en Colombia en los años 90 y en gran parte de este siglo.

¿Cuál fue el punto de quiebre en las Farc?

El Caguán. Ellos sobrevaloraron su propia capacidad de luchar con las armas y desaprovecharon una oportunidad política para negociar. Hace 14 años. Ese fue el gran error estratégico, no haber colocado como prioridad la negociación si no la acumulación de fuerzas. No entendieron el contexto mundial, que habían cambiado las circunstancias, que la caída del Muro de Berlín no había sido un cuento sino una modificación global y un aislamiento de proyectos de lucha armada por el poder. Incluso, lo que vivimos nosotros de emergencia de movimientos sociales y nacionalistas en Latinoamérica, como el ‘chavismo’, se dieron sin armas. El Siglo XXI no ha sido de luchas armadas y las Farc no cambiaron. Ese fue el punto de quiebre, porque entre más acumulación militar, menos acumulación política.

¿’Descuidaron’ esa parte social?

Ellos han tenido iniciativa en ese terreno, pero la lucha armada se convirtió en un lastre. Y los métodos inherentes a la lucha armada siempre caen en la violación a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario y los puso a la defensiva.

¿Qué dejan 50 años de guerra para las Farc y para el país?

Estos 50 años de guerra, de confrontaciones armadas, de violencia sistemática, lo que han hecho es afirmar un modelo político y económico que es violento-adicto, que necesita la violencia como un elemento constitutivo. La violencia como fuerza productiva. Lo que nos ha traído han sido restricciones a la democracia, situaciones de dictaduras locales, asfixia a las opciones democráticas, de izquierda, nacionalistas, otras opciones distintas a las hegemónicas. También una sociedad tremendamente desigual y de iniquidad. Cuando se trata de un conflicto tan prolongado como este, la violencia se convierte en reproductora de pobreza, desigualdad y antidemocracia.

Y también, se da una cultura de contrapoder violento, existe la mentalidad de que como las instituciones no funcionan y lo que funciona está cooptado, entonces la única manera de lograr algo es hacerse sentir, acudir a vías de hecho e incluso acudir a vías violentas.

¿Qué va a pasar con las Farc después de las actuales negociaciones?

Lo que sigue en la transición es la transformación en un movimiento político, un frente, una alianza, un nuevo partido; y la incorporación a una lucha en los marcos de la democracia participativa y representativa y lo que se pueda transformar en procesos constituyentes en la próxima década. Las Farc tienen más posibilidad en la política que en las armas y las armas se han convertido en un lastre para su proyección. Eso lo digo con o sin acuerdo de paz. Si no es ahora, es un asunto de tiempo.

Tenemos procesos importantes en Latinoamérica. En El Salvador se posesiona la semana próxima como presidente un comandante del Frente Farabundo Martí; hay otros ejemplos en Uruguay, la presidenta del Brasil, el vicepresidente de Bolivia. Ese no es un camino fácil porque hay mucha intolerancia, aquí deberá haber una revolución cultural que desate movimientos sociales y allí las Farc tendrán espacio.

Credito
COLPRENSA

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