Ingenieros militares, tras la ruta de la paz y el desarrollo

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Cuatro años después de la revolución que comenzó en la Nueva Granada el 20 de julio de 1810, el coronel Francisco José de Caldas concretó un viejo sueño: la creación del primer cuerpo de ingenieros militares que hoy, 200 años después y con 27 unidades distribuidas por todo el país, quiere seguir tan vigente como entonces.

Fue un 4 de octubre de 1814 cuando Caldas, padre de la ingeniería colombiana, pronunció en los claustros del Colegio San Francisco –actual Universidad de Antioquia-, las palabras con que aún se define al ingeniero Militar:

“La ciencia del ingeniero es inmensa: abraza todos los ramos de la guerra (…) vuestras manos van a levantar trincheras inexpugnables y vuestro genio va a tener el honor de trazar los planes que deben dar seguridad y vida a vuestra Patria”.

Desde entonces, el trabajo de estas unidades inició con la construcción de los primeros batallones y unidades militares del Ejército. Sin embargo, a principios del siglo XX, tras los estragos causados durante la Guerra de los Mil Días entre liberales y conservadores, el desarrollo en la infraestructura vial no era el mejor y los esfuerzos se concentraron en el mejoramiento de carreteras y vías de acceso a las principales ciudades del país.

Pero en febrero de 2002, tras cuatro años de infructuosos diálogos con el grupo terrorista de las Farc en el Caquetá, el Gobierno de entonces ordenó retomar las regiones donde hacía presencia el terrorismo y en homenaje a las ideas del prócer, los ingenieros militares apagaron sus tractores y locomotoras para formar parte de la primera línea de combate.

Así lo recuerda el ingeniero civil y administrador de empresas, general Guillermo Arturo Suárez, jefe de los Ingenieros Militares, quien para la época era el comandante del batallón Bejarano Muñoz en el Urabá y cuya misión no sólo era el mantenimiento de 45 kilómetros de la vía Turbo-Arboletes (Antioquia), sino la ejecución de operaciones para garantizar la seguridad de la población civil y de sus hombres.

“En esa época los colombianos tenían la imagen de que el Ejército era exclusivamente seguridad. Hoy, poco a poco, han conocido que también somos un elemento de desarrollo y de paz que llega a las zonas más apartadas del país donde, por la dinámica del conflicto, la presencia del Estado era muy poca”, dice el general.

Y fue hasta 2008 cuando por fin pudieron retomar sus proyectos con la pavimentación de la vía que comunica a las poblaciones de Carmen de Bolívar, Chinulito, La Cansona y Macayepo (Bolívar); la construcción del parque principal, de un puente vehicular y de las vías aledañas de la inspección de La Julia (Meta), y el mejoramiento de la carretera de acceso al municipio de La Macarena (Meta), regiones fustigadas durante años por la presencia de la guerrilla.

En estos cinco años de ejecución de obras civiles y según información entregada por la Jefatura de Ingenieros Militares del Ejército, se han entregado 156 proyectos para cerca de un millón de habitantes en 79 municipios de 22 departamentos, una inversión que hasta diciembre de 2013 llegó a los 582 mil millones de pesos.

De los 156 proyectos ejecutados desde 2008, 98 han sido realizados entre 2012 y 2014, de los cuales 23 aún están en ejecución por parte de las unidades de ingenieros militares que se encuentran ubicadas en áreas de frontera y brigadas del Ejército.

Política de inversión social 

El 13 de septiembre de 2012, el Ministerio de Defensa emitió la directiva 030, por medio de la cual destinó 207 mil millones de pesos del Fondo de Reacción Rápida para la ejecución de obras civiles como parte del plan de guerra Espada de Honor, estrategia actual del Gobierno contra las Farc.

La inversión de dichos recursos sería para los llamados ‘municipios de consolidación’: 58 poblaciones de los departamentos de Caquetá, Meta, sur del Tolima, Antioquia, Cauca, Valle del Cauca y Norte de Santander, zonas con prioridad de inversión social producto de la violencia.

En el documento, el Ministerio fijó el objetivo de su política: “La seguridad no constituye una finalidad en sí misma. La seguridad es un medio para mantener la gobernabilidad, generar bienestar e impulsar el progreso social”.

Y ubica como eje principal de ejecución para la recuperación de estas regiones la construcción de vías, puentes, redes públicas e infraestructura social en general como escuelas y centros de salud, entre otros.

Los departamentos con mayor número de proyectos ejecutados en los últimos dos años son: Cauca y Nariño con 27, Tolima con 25, Meta y Norte de Santander con 23, y Antioquia con 21, todos por un costo de 185 mil millones de pesos.

La cifra incluye la ejecución de nueve ‘macro proyectos’, cuyo propósito es la construcción de cuatro vías estratégicas de acceso y de obras sociales en cuatro regiones indígenas para tres comunidades Embera, cuatro del Sinú y una Tule Cuna, así como la rehabilitación de una pista aérea.

En una de estas obras, ubicada en el municipio de Chaparral (Tolima), donde hacía presencia el frente 21 de las Farc, estuvo el pasado 10 de mayo el Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, y el comandante de las Fuerzas Militares, el general Juan Pablo Rodríguez.

Allí Pinzón y la cúpula militar entregaron a los habitantes de la vereda El Limón y a los niños de la escuela de Tres Esquinas, un polideportivo cubierto en el mismo lugar donde seis meses atrás pastaban 54 cabezas de ganado a dos metros del comedor de la institución.

Uno de los profesores de la escuela es Eurípides Pinzón, quien afirma que la deserción escolar se debía a la falta de recursos en los centros educativos y al desinterés de los jóvenes por dedicarse a las funciones agrarias, “estos dos aspectos los motivaba a encontrar en la guerrilla una posibilidad de vida. No contábamos con lugares dignos para dictar clase y mucho menos espacios de recreación”, manifiesta.

Según el viceministro de Defensa para las Políticas y Asuntos Internacionales, Jorge Enrique Bedoya, el interés del Ministerio con este proyecto es utilizar la capacidad y experiencia que durante dos siglos han alcanzado los ingenieros militares a favor del desarrollo y la seguridad del país.

“Las Fuerzas Militares cuentan con unas capacidades que le sirven a la población de muchas maneras. Más allá de brindar seguridad, su compromiso histórico es el desarrollo de las comunidades generando alternativas de conectividad, cultura, mejoramiento del estilo de vida y educación”, dice Bedoya. -

Los retos 

Además de ser uno de los cuerpos más antiguos de las Fuerzas Militares, la Jefatura no sólo cuenta con expertos en el campo de la ingeniería, sino también en el militar, encargados de brindarle movilidad a las tropas en el área de operaciones, limpiarla de la presencia de minas antipersonas y detectar posibles emboscadas o contraataques de los grupos terroristas.

Así mismo, la Jefatura es responsable del suministro de recursos para la subsistencia del personal militar y profesional en las áreas de difícil acceso, ya que la mayoría de proyectos se ejecutan en regiones selváticas, montañosas o páramos.

Es decir que la Jefatura también tiene a su haber brigadas de ingenieros, batallones de operaciones especiales, un grupo de técnicos encargados del mantenimiento y manejo de maquinaria pesada, batallones de desminado y de constructores (mano de obra) que entran en acción para cumplir con el plan de trabajo acordado previamente con las autoridades locales de cada municipio o vereda.

“Es una empresa de construcción, tal vez la más grande del país, que involucra a muchos miembros de la institución. En algunos casos y dependiendo de la magnitud del proyecto, se contratan compañías civiles que a su vez deben ocupar mano de obra local para generar más empleo”, enfatiza el general Suárez.

De igual forma, hay una Dirección de Gestión de Riesgo encargada de desarrollar un plan de prevención y atención de desastres, una Dirección Ambiental que estudia el impacto que puede generar en el medio ambiente la ejecución y creación de cada proyecto, una Dirección de Infraestructura, de Geométrica (estudio de suelos) y otra de Auditoría, una de las más importantes.

“Este es un compromiso inmenso, la calidad de nuestro trabajo está en mirar cada detalle porque no sólo representamos al Ejército, sino que estamos construyendo obras para la población civil y no podemos darnos el lujo de cometer errores”, añade el oficial.

Para antes de terminar el año, el propósito de la Jefatura de Ingenieros Militares es entregar los últimos proyectos con los que concluirá lo que sería este primer plan de inversión social del Ministerio y de las Fuerzas Militares por 86 mil millones de pesos, todo esto con el fin de que los colombianos comiencen a borrar las heridas que deja la guerra, mientras el trabajo de estos hombres conservará las palabras del sabio Caldas por 200 años más.

Credito
COLPRENSA

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