“La diversidad de visiones es un gran aporte a la paz”

Colprensa - EL NUEVO DÍA
Colprensa entrevistó a Victor Manuel Moncayo, uno de los relatores de la Comisión Histórica del Conflicto y su Víctimas, sobre los informes presentados el pasado 10 de febrero a los negociadores de paz del Gobierno nacional y las Farc.

La semana pasada se realizó la entrega oficial de los 12 informes de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas ante los negociadores de paz del Gobierno y las Farc en La Habana (Cuba). Allí se plantearon las visiones que cada uno de los académicos tiene sobre la historia del conflicto armado colombiano.

Además de los 12 expertos, en la Comisión participaron dos relatores que estuvieron a cargo analizar y consolidar los 12 informes en uno solo de 819 páginas. Uno de estos relatores fue Víctor Manuel Moncayo, profesor emérito de la Universidad Nacional y exrector de la misma.

Colprensa habló con el académico sobre su trabajo en esta comisión y sus opiniones sobre el aporte de estos informes al proceso de paz con las Farc.

- ¿Cómo fue el proceso de construcción de estos informes?

Es preciso recordar que esta es una comisión muy diferente a las que con similar propósito se han organizado desde 1958, que suman más o menos unas 12. Por primera vez se trata de una Comisión que no tiene origen gubernamental, no ha sido creada por el Gobierno sino por la Mesa de Conversaciones que se adelanta en La Habana. Es decir, es resultado de un acuerdo entre las dos partes del diálogo: el Gobierno y las Farc.

Cada uno de los 12 expertos que la conformaron tenía libertad y autonomía académica para producir su informe, aunque se previó que podrían eventualmente presentarse informes conjuntos. La realidad es que cada uno produjo su informe, con absoluta libertad académica.

Aunque la misión de la Comisión le exigía responder a tres interrogantes: origen del conflicto, causas de persistencia y efectos o impactos en la sociedad; cada uno eligió un énfasis particular del análisis o una dimensión específica del conflicto.

- ¿Qué elementos comunes hay entre ellos?

En todos los informes y en las dos relatorías hay muchos elementos comunes. Yo diría que en lo factual, es decir en la identificación de las circunstancias y acontecimientos significativos a lo largo de un período cronológico muy amplio, casi desde finales del siglo XIX, existe una confluencia innegable. Cuestión muy distinta es el sentido que cada uno le otorga a cada momento y cada etapa del vasto periplo histórico.

Igualmente, en cuanto a los factores del conflicto, prácticamente todos coinciden en señalar la cuestión agraria, las características y limitaciones de nuestro sistema político, la acción contrainsurgente del Estado, la participación en la misma contrainsurgencia del paramilitarismo, el papel de la economía de los narcóticos que construyó también agentes contrainsurgentes y permitió múltiples y complejas formas de financiación de los actores del conflicto, y la injerencia norteamericana mediante tesis y doctrinas, equipos, financiamiento y participación directa.

- ¿Qué tan útiles serán para la mesa?

Es indudable que los aportes de la Comisión serán esenciales para los puntos que aún faltan por debatir y acordar en La Habana. Pero también servirán para cualificar el necesario debate nacional sobre el curso y la forma de conclusión de las negociaciones.

Quizás lo central es que en la medida que los informes son una forma de acercamiento a la verdad histórica, deberían incidir en el esclarecimiento de responsabilidades, en la forma de comprender el tratamiento de las conductas de los distintos agentes, sobre todo por su naturaleza política y por las conexidades de ellas, y en el debate sobre el balance que deberá hacerse entre justicia y paz.

- ¿De qué sirven estas opiniones tan diversas?

La diversidad no es una anomalía ni una desventaja. Por el contrario, es un aspecto positivo pues reconoce que el conflicto por su complejidad y densidad amerita un abordaje múltiple, diferenciado. La realidad del conflicto no es simple. Su solución no pasa simplemente por un acuerdo de voluntades, sino por un cierto entendimiento sobre su naturaleza y sus efectos.

Solo ese entendimiento permite que haya acuerdos que efectivamente conduzcan a la superación del conflicto. Si así no se procede, si no se considera la realidad social y política subyacente, el acuerdo será meramente formal y no real.

- ¿Por qué cada experto hizo un informe distinto y no se hizo un informe consensuado?

Como ya lo he señalado es la naturaleza compleja del conflicto la que impone visiones múltiples. Esa es la virtud, el valor que tienen los diferentes informes. En el mundo del conocimiento, sobre todo tratándose de problemas sociales y políticos, no puede existir una perspectiva única, así como tampoco una historia oficial.

No veamos estos aportes desde el punto de vista de su diversidad, sino que tengamos en cuenta lo que cada uno significa o lo que permite en el terreno de la crítica histórica. Así no compartamos los que cada informe plantea, nos obliga a reflexionar colectiva e individualmente sobre la realidad de nuestra historia.

Es una experiencia de alguna manera novedosa en materia de procesos de paz: en los conocidos nunca se realizó este ejercicio. Es otra forma de lograr mayor participación, en este caso a partir del proceso de conocimiento.

- ¿Cómo socializar estos informe ante la población colombiana?

La difusión de los informes de la Comisión es una necesidad insoslayable. Así lo concibió la Mesa de Diálogos y por eso ya se inició el proceso que debe permitir un acceso amplio a sus contenidos. Ya están a disposición en medio digital en la página de la Mesa de Diálogos y en este corto tiempo son muchos los medios de opinión que se han abierto para ese propósito.

Pero, la difusión en los próximos podrá ser masiva con la publicación que se hará de todos los informes y de sus relatorías. La idea es que lleguen al mundo académico, pero también a la opinión pública en general. Esto último seguramente requerirá ‘traducir’ el lenguaje académico, pero con la vigilancia de no perder el contenido real.

- ¿Le sorprendió la visión de algún autor en particular?

No por deferencia o por diplomacia, yo diría que todos son de especial significación. Tienen su matiz de novedad. A título ilustrativo: se podrá encontrar un aproximación completa e integral de la injerencia norteamericana en el conflicto, se podrá apreciar las particularidades del problema agrario y su incidencia en el conflicto, permitirán discutir cualificadamente el narcotráfico y el paramilitarismo.

También servirán para apreciar la naturaleza de nuestra sociedad y de su Estado, en fin sacará la discusión de una visión restringida a las acciones de los sujetos, para comprenderlas en un contexto más englobante que incluya todas las dimensiones sociales, económicas y políticas.

- ¿Cómo le servirá esta información a una eventual Comisión de la Verdad?

Como era su misión, la Comisión Histórica ha abierto senderos muy apropiados para la verdad. Es una contribución al acercamiento indispensable hacia la verdad. Esta no está solo en los hechos, o en las versiones de las víctimas, actores o testigos, ni en lo que puedan establecer los jueces.

Es una labor más compleja: es la comprensión integral de un conjunto de acontecimientos y circunstancias múltiples y complejos, que se aparte del lugar común, del comentario callejero, de la apreciación espontánea e improvisada. Si esto se realiza el camino que debe conducir a una Comisión de la Verdad puede ser más expedito. Ojalá así pueda ser.

- ¿Qué significó para usted haber sido relator de esta comisión?

Los dos relatores no eramos simples registradores de lo que plantearon los informes, sino que asumimos una tarea de contribuir al debate a partir de esos informes, con nuestra propia perspectiva teórico-política.

Para mí esto fue una oportunidad única para contribuir a la paz y, sobre todo, para aportar, así sea en forma modesta, a desbrozar muchas temáticas, en la senda de hallar respuestas que permitan la verdadera superación del conflicto, que pasa, sin duda, por la construcción de una sociedad justa y equitativa.

Credito
EL NUEVO DÍA

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