Semana Santa, vívanla con humildad y misericordia

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
El nuevo Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Ibagué invitó a los feligreses a sentir la fe, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús, y a poner en sus oraciones la paz de Colombia.

La Semana Mayor que empieza hoy, con la conmemoración de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, tiene un significado especial en el corazón, la vida y el ministerio de monseñor Miguel Fernando González Mariño, en razón a que la celebración de estas liturgias, que se focalizarán en vivir plenamente la fe, serán su primera tarea como obispo Auxiliar de Ibagué.

Bajo este precepto convocó a los feligreses a reflexionar y a preguntarse cómo están respondiendo ante el dolor de Jesús, que “lo entrega todo por salvarnos”, a la vez que los convocó a orar para que en los diálogos de paz que se adelantan en La Habana reine la sinceridad en ambas partes.

Para el clérigo, solo actuando sin fingimiento Colombia podrá poner fin a más de 50 años de violencia. Lo que ahora ve de estas negociaciones es un gobierno “supremamente generoso”, pero una contraparte que “no está presentando un gesto de verdadera arrepentimiento”.

Un llamado a la humildad

Su mensaje en Domingo de Ramos está pensado para tocar las fibras de cada fiel y sembrar en ellos la necesidad de recuperar la humildad, de disfrutar de las cosas simples y sencillas de la existencia, porque el solo hecho de ver un nuevo día es de antemano un milagro.

“Nuestro Señor rey del universo entra sentado en un burrito. Pudo haberlo hecho en un caballo o en una forma más espectacular”, refiere.

Siendo congruente con el relato de las sagradas escrituras hará un llamado a la humildad, porque solo así se podrá estar en sintonía con el año de la misericordia y se tendrá la condición “para dejar entrar a Cristo en el alma”.

La razón de que la homilía de hoy sea dedicada a esta virtud obedece, a que la humildad se está perdiendo, en parte por el ambiente de consumismo y erotismo que impera en la sociedad actual, que impide obrar de acuerdo con el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades.

Su invitación será entonces mostrar que ser misericordioso es más que dar una ofrenda o tenerle un poco de paciencia a la gente, es una entrega total y sin vanagloriarse.

Monseñor, si el Domingo de Ramos nos llama a ser humildes, ¿cuál es el verdadero significado de los demás días santos?

El Jueves Santo Jesucristo instituye el sacramento de la Eucaristía y el orden sacerdotal. Esta la entrega de dos maneras, la primera Jesús como alimento, y la segunda, Jesús a través de sus ministros que estarán siempre presentes a lo largo de la historia para repartir la misericordia de Dios.

El Viernes Santo es el sentido de la muerte por esperanza. Vamos a ver a Jesús crucificado, pero no derrotado, sino un Jesús que entrega su vida para mostrarnos el camino para la vida eterna.

El Sábado Santo en la noche es la visita pascual. Cristo resucita para mostrarnos que Él sí es el único que da sentido a nuestra existencia, porque nuestra vida no termina con la muerte, sino que hay algo más por lo cual luchar y es el cielo.

Ante ese mensaje de amor y esperanza, ¿cuál debe ser el comportamiento de los fieles?

Ante todo, de recogimiento. Los invito a que entren en paz interior, en desarrollar la capacidad de reflexión y en procurar estar en silencio en esta época. Esta no es una actitud triste sino, todo lo contrario, una sintonía para ver qué nos pide el Señor.

¿Y qué está pidiendo...

Ser humildes y serviles para ver si podemos vivir en paz, porque cuando se carece de voluntad y sencillez hay soberbia y con ella violencia, que no es solo con las armas y terrorismo, sino una violencia de intolerancia de querer imponerse.

¿Cómo vivir a plenitud este periodo?

Viviendo el sacramento de la confesión. Cuando uno reflexiona y se da cuenta de sus faltas y pide perdón, queda con el alma disponible y limpia.

¿Para qué nos deben servir estos días de reflexión?

A crecer en nuestro trato con Dios, que es fuente de toda paz y armonía. No debemos quedarnos en que es un periodo de vacaciones, sino con unos días de mayor tiempo para cuestionarnos delante de un Dios que está dispuesto a perdonar y a sanar, y que nunca se olvida de sus promesas.

Sinceridad, la clave para alcanzar la paz

Monseñor González Mariño, ¿cómo ve el proceso de paz?

Todos queremos la paz y esperamos sinceridad en los diálogos. Cuando hay sinceridad y las dos partes son sinceras se llega a un acuerdo, pero cuando esto no existe, no se logra, por más que se firmen documentos.

¿Siente que hay ese compromiso?

No podría hacer un juicio, simplemente digo que oramos para que haya sinceridad, que es lo fundamental para que un diálogo sea fructífero.

Sin haber firmado la paz se está hablando de posconflicto, ¿cómo nos podemos preparar para cuando lleguemos a esa ansiada etapa?

Teniendo ese sentido y deseo de reconciliarnos. El que se arrepienta que sea perdonado, no guardar resentimientos ni recelos, es decir, se podría hablar de posconflicto cuando ya se hayan solucionado con sinceridad los verdaderos problemas.

¿Cuáles?

No me quisiera meter mucho en eso, solo digo que si amamos a Colombia, queremos el bien del país, pero un bien de verdad, donde haya armonía y progreso se puede lograr.

Me parece que el Gobierno está siendo supremamente generoso, pero la contraparte no está presentando un gesto de verdadero arrepentimiento para pedir perdón a la sociedad e integrarse en una lucha de bienestar para todo el país; me parece que eso es lo que está haciendo falta, por eso hablaba de la sinceridad, si fuéramos sinceros los diálogos serían muy productivos.

Entonces, ¿siente que no han sido fructíferos estos diálogos?

Me quedo con la idea de que faltan sinceridad, transparencia y compromiso, porque un tratado de paz no es que uno ofrezca y ofrezca y el otro no muestre deseos de verdadero arrepentimiento, de reflexión y conversión.

Hablar de perdón y reconciliación cuando no se ha vivido la violencia es muy fácil, ¿qué dice a los que la han sufrido?

Les diría lo que nos está diciendo el Papa y la Iglesia en este año de la misericordia: perdonar al hermano, porque Dios les ha perdonado más, entonces tener ese sentido de que somos capaces de perdonar hasta lo más grave porque Dios está siempre dispuesto a perdonarnos, y en muchos casos a nosotros ya nos ha perdonado más.

Credito
EL NUEVO DÍA

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