“Lo que quede del ELN y las Farc se tratará como crimen organizado”

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
En diálogo con Colprensa, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, explicó el panorama del crimen organizado en el país, explicó cómo se está combatiendo y aseguró que no existe posibilidad de que esas estructuras tengan trato político.

Con la posible finalización del conflicto armado entre el Gobierno Nacional y las guerrillas de las Farc y del ELN, el Ministerio de Defensa ya tiene identificada la amenaza contra la seguridad en un eventual posconflicto: el crimen organizado.

En diálogo con Colprensa, el jefe de esa cartera, Luis Carlos Villegas, explicó el panorama del crimen organizado en el país, explicó cómo se está combatiendo y aseguró que no existe posibilidad de que esas estructuras tengan trato político.

El funcionario fue enfático en que las estructuras de crimen organizado, como el Clan Úsuga, no tienen posibilidad de tratamiento político, por lo que la Policía nacional y las Fuerzas Militares continuarán su ofensiva contra las bandas que se dedican a diferentes ilícitos en varias regiones del país.

- ¿Cuáles son las bandas criminales que tanto han preocupado al país?

En Colombia tenemos tres bandas grandes, pero de esas una es mucho más grande que las otras dos, que es el Clan Úsuga; después está la disidencia del EPL, que se unió con ‘Los Pelusos’, y el Erpac.

También establecimos que hay un número importante de bandas de tamaños menores en Medellín, donde hay 10 oficinas de cobro; en Cali, donde hay nueve, y bandas de influencia regional, como ‘Los Costeños’, ‘La Constru’, ‘Los Soto’, ‘Los Caqueteños’ y ‘Los Pachenca’, entre otras. Y tenemos 307 bandas de pequeño tamaño que están en 95 municipios; estas son especie de subcontratistas de las más grandes.

- ¿A todos estos grupos ya los están combatiendo?

Tras hacer esa caracterización, repasamos qué hemos hecho en materia de crimen organizado y creo que los resultados son muy buenos. En el gobierno Santos se han neutralizado (abatido o capturado) a 20 mil 55 miembros de bandas criminales, se han incautado 10 mil 300 armas y un millón y medio de municiones (cifras de un ejército), solo el año pasado se incautaron 252 toneladas de coca y este año, 62. Contra la otra línea de negocio, que es la minería criminal, van más de mil puntos de explotación intervenidos y capturadas casi 800 personas, en lo que va de este año. A esos resultados se suma el hecho de que ya no están unos personajes claves: ‘Giovanni’, hermano de ‘Otoniel’; ‘Megateo’, a quien perseguimos siete años; ‘Pijarvey’; ‘Z-5’ y ‘Lorenzo’. Grandes capos han sido abatidos. Solo queda un nombre muy conocido: ‘Otoniel’, y otros de otra jerarquía, como ‘Gavilán’ o ‘Inglaterra’.

- ¿Por qué llegó el fenómeno del crimen organizado al tamaño que muestran esas cifras?

Los números son muy grandes, porque así mismo ha sido el esfuerzo y porque la capacidad de reciclaje de las organizaciones criminales también es muy grande. Estimamos que entre las tres grandes estructuras de crimen organizado en total puede haber 3000 miembros (Clan Úsuga, EPL y Erpac); el reciclaje lo hacen con mucha velocidad, en hombres y en armas, pero no se puede decir que el inventario de armas y el de hombres sean parecidos.

- Con el tamaño que les calculan a esas organizaciones ¿qué tipo de amenaza representan para Colombia, ahora que hay esperanza de paz?

En 1995 el crimen organizado puso en jaque a Colombia, eso no es así hoy. Lo que pasa es que es necesario actuar contra ese crimen organizado en las regiones donde está presente, que, en casi todos los casos, es donde ha sido más duro el conflicto: Catatumbo, Tumaco, San José del Guaviare, donde ha habido más ausencia del Estado, por el conflicto. Pero eso no quiere decir que Los Úsuga ponen en peligro el funcionamiento del Estado de Derecho en Colombia, eso era verdad en los noventa y puede que hubiera sido verdad por el crecimiento de la guerrilla hacía 2000 y 2003.

- Pero sí hay una angustia muy grande por el paro armado del Clan Úsuga, usted dice que no pueden poner en jaque al país, pero así pareció durante esos días…

El mal llamado paro armado fue una operación del Clan Úsuga en territorios donde ha sido torturada una población durante dos o tres generaciones por guerrilla, paramilitarismo, crimen, corrupción; por eso tienen una sensibilidad y una capacidad de sentir miedo entendible y más grande que en otros sitios del país. Así, los criminales usaron estrategias de redes sociales para sembrar el terror.

- Ante ese panorama ustedes montaron un plan nacional de lucha contra el crimen organizado. ¿En qué consiste?

Lo que hicimos fue formular un plan que básicamente contempla dos puntos básicos: primero, que vamos a priorizar siete departamentos (Córdoba, Antioquia, Chocó, Meta, Guaviare, Norte de Santander y Nariño), cincuenta municipios y 213 sectores rurales. Esa será nuestra focalización geográfica. En segundo lugar, cada uno de esos municipios y veredas tendrá un puesto de mando unificado, es decir policía y fuerzas militares bajo un solo orden de batalla, lo que hace que las órdenes vengan de información de inteligencia obtenida conjuntamente, al igual que los recursos humanos técnicos.

- ¿Qué papel tendrá el Bloque de Búsqueda en esos puestos de mando unificado?

Vamos a reforzar el Bloque de Búsqueda de la Policía nacional con las Fuerzas Militares, es lo mismo que se hizo en su momento en contra de los carteles de Medellín y Cali. Vamos a hacer mil 725 operaciones en lo que queda de este año, que ya están planeadas una por una, con el sitio, el objetivo, la banda, los recursos que se necesitan y el orden cronológico, de acuerdo a la peligrosidad. También se fortalecerá la acción judicial, es decir que habrá a disposición de cada operación un fiscal y un juez de garantías. La intención es hacer una gran diferencia en la judicialización: que a pesar de que estructuras pequeñas parezcan delincuencia común, se califiquen como delincuencia organizada y, por lo tanto, se les impute concierto para delinquir, no delitos simples. Con eso se logra que el tratamiento del juez sea más estricto, la libertad, más difícil y la pena, más larga.

- Creo que los colombianos estamos confundidos sobre las bacrim. ¿Desde qué tamaño y por cuál acción se puede considerar que hay una?

Es que el término bacrim no debe estar en el lenguaje, por lo menos técnico. Porque una banda criminal es cualquiera en que más de dos personas estén dedicadas a cometer un delito, mientras que el crimen organizado tiene otras características: línea de mando, capacidad bélica, entrenamiento (incluso en armas largas) y necesita sostenerse en el tiempo. Entonces, el crimen organizado puede ser de cien personas o de 5 o 6. La extorsión, por ejemplo, es una expresión de crimen organizado, así se haga en una vereda por cuatro personas.

- ¿Este crimen organizado puede equipararse a los carteles de Cali y de Medellín?

Es un crimen organizado que es peligroso, que tiene presencia en muchas regiones, pero que no es el mismo de esos carteles, porque ya no son integrados verticalmente, en el negocio de la droga o minería, sino son subcontratistas de carteles más grandes extranjeros. Además, porque no tienen ninguna relación con la Fuerza Pública, lo que hacen hoy los uniformados, más que nunca, es perseguirlos. Y la tercera razón es que, a pesar de que digan que para las Farc son su gran riesgo, han sido socios de narcotráfico y minería ilegal de la guerrilla, de las Farc y del ELN, pero eso no les da carácter político. Por eso digo: lo que quede de ELN y Farc se tratará como crimen organizado, porque deja de tener carácter político.

- ¿Son ciertos los vínculos del crimen organizado con el paramilitarismo?

Este tema del crimen organizado se le ha querido últimamente devolver a paramilitarismo. No dudo que en ese crimen haya gente que viene del paramilitarismo, pero esos grupos no son paramilitares, no tienen objetivo político, luchan a favor del lucro proveniente del delito y para enriquecerse lo más rápido que puedan. Son bandas dedicadas a cuatro líneas criminales: narcotráfico, minería ilegal, extorsión y algo de restitución de tierras, en lo que están metidas ahora haciendo negocio. El paramilitarismo en Colombia dejó de existir, lo que hay es crimen organizado.

- Si se ha hablado de resurgimiento del paramilitarismo, es porque este año aumentaron los crímenes contra defensores de derechos humanos y las amenazas a maestros y sindicalistas, en zonas donde no están ‘Los Úsuga’...

Curiosamente el mapa del crimen organizado no coincide con el mapa de los hechos relacionados con defensores de derechos humanos. Haremos una reunión con esas organizaciones, con coordinación del Ministerio del Interior, para hacerle seguimiento a cada uno de los casos. Hasta el momento hemos podido establecer que no está detrás un designio colectivo de persecución. Estamos comprometidos con que cada uno de esos casos tenga la explicación correspondiente, por el momento creemos que han sido hechos de la criminalidad colombiana, que infortunadamente cubren a toda la sociedad, incluidos defensores de derechos humanos.

- Pero usted mencionó antes que esas bandas de crimen organizado sí están interesadas en torpedear el proceso de restitución de tierras…

Sí, pero buscando plata, no política. Intervienen ilegalmente dando protección a uno u otro lado y cobrando para que se dé o no la restitución. No están de ningún lado, ni por restituir ni por no restituir, están del lado del que pague. Afortunadamente eso no tiene un tamaño que sea preocupación para la política de restitución.

LAS GUERRILLAS

- Tras el inicio de la fase pública de negociación con el ELN, se ha agudizado el debate sobre el secuestro. ¿Cuántos secuestrados tiene el ELN?

Hasta donde sabemos tienen cinco (eran siete con los dos conductores liberados hoy, viernes), pero hay informaciones de personas que están en su poder desde el año 2002, o sea que puede haber casos de ya liberados que no supimos, o de quienes lastimosamente fallecieron o de quienes siguen en sus manos.

- ¿Hay evidencia de que el ELN aumentó su acción bélica?

No, así nos lo muestran las cifras. Sí son más visibles, porque hay menos conflicto militar con las Farc, pero seguimos en una actividad del ELN menor este año, comparado con el mismo periodo de 2015. De parte nuestra sí ha habido mayor actividad, porque las cifras de desmovilizados han aumentado notoriamente: en este año se han desmovilizado 71 subversivos, mientras que a la misma fecha del 2015 fueron 49 y este año guerrilleros muertos en operaciones militares son 21, frente a seis del año pasado. La actividad de ellos disminuyó y la nuestra aumentó.

- ¿Cómo están las operaciones militares contra las Farc? A usted se le acusa de no atacarlas...

Esa acusación no tiene razón de ser. Eso se ve en la misma cifras que le di con el ELN, pero al revisar las Farc. Este año llevamos desmovilizados 157 subversivos, uno dado de baja y 144 capturados de las Farc, entonces quiero saber qué definición tienen algunas personas de inacción.

- Usted, que fue negociador en La Habana, ¿hoy es defensor del proceso de paz?

Soy defensor del final del conflicto por la vía de la negociación política, mi oficio al venir al Ministerio de Defensa era uno de los más difíciles. No sé si recuerdan que dije en mi discurso de posesión (en agosto pasado) que en los siguientes seis meses el accionar de la Fuerza Pública tenía que ser cercano a la perfección; un grupo de ‘twitteros’ dijo que por qué yo les pedía eso a las Fuerzas; y luego sucedió; la perfección de la que hablé consistía en garantizar que la tendencia en mejoría de seguridad se mantendría sin torpedear o cometer errores frente a la negociación en Cuba; eso se ha cumplido tal cual: el homicidio cayendo, la extorsión cayendo y hoy usted no oye dentro del Ministerio de Defensa voces en contra del proceso de paz. Porque también le trae buenas noticias a esta casa, para miles de sus hombres que tienen problemas judiciales. Ahí está ese conjunto de cosas: soy defensor de la negociación política, creo que las fuerzas han hecho su trabajo sin ninguna duda, y que no se torpedea ni se cometen errores que afecten la negociación.

- Lo que dice parece desmentir rumores de que hay una división dentro de las Fuerzas Militares por el proceso de paz...

Sí hubo una división y de manera grave. Pero las decisiones que se han tomado, la nueva relación de comunicación entre La Habana y la Presidencia con este ministerio, la confianza que les tengo a mis comandantes y la de ellos hacia mí, han sido vitales para construir cosas concretas, como la justicia transicional para los agentes del Estado, que tiene todo el apoyo interno. A la Fuerza Pública trataron de dividirla haciendo política, eso aquí ya no existe, lo que me causa mucha satisfacción.

Credito
COLPRENSA

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