Lo bueno y lo malo de los cambios de Santos en la Presidencia de la República

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
En menos de dos años, el presidente Juan Manuel Santos ha cambiado dos veces la estructura administrativa de la Presidencia de la República. Él mismo adoptó el modelo de los superministros y él mismo la quitó, ¿se equivocó?, ¿ha tomado la decisión correcta? Hablan analistas.

En la noche del miércoles, el presidente Juan Manuel Santos anunció cómo sería su nueva estructura administrativa y acabó con el modelo de los superministros.

El mandatario decidió que lo mejor sería volver a las altas consejerías y por ello, en menos de dos años, se dio esta nueva reestructuración. La pregunta ahora es qué de positivo y negativo deja la pasada estructura y trae la nueva”.

Lo malo

Contrario al profesor Arias, para el asesor político Luis Duque, el presidente Santos sí se equivocó pero, por lo mismo, coincide en que volver al viejo esquema es lo mejor.

“Yo creo que sí se equivocó en ese cargo en específico del superministro de la Presidencia y me parece muy acertado regresar al secretario normal de Presidencia y más en cabeza de Luis Guillermo Vélez, que creo que le da una garantía a la oposición, porque si recordamos él trabajó con el ministro Londoño”, dice.

Para él, no eran superministros los que existían sino una sola superministra, María Lorena Gutiérrez, quien llegó a tener mucho poder y por ello se generaron unos roces políticos.

Ahora, dice, el reto del nuevo equipo es poder armonizar el trabajo de los ministros y más considerando lo siguiente: “Al presidente se le vienen dos temas muy complicados que tienen que resolver: la paz y la reforma tributaria”.

Lo bueno 

Para el analista político de la Universidad Externado de Colombia, Carlos Arias, “la presencia de María Lorena en su momento facilitó de una u otra forma que el presidente pudiera dedicarse a la construcción del proceso de paz, que al inicio fue mucho más tortuosa que lo que está siendo ahorita, porque tocaba establecer unos lazos de confianza”.

Sin embargo, sí señala que faltó analizar mejor cada uno de los aspectos que tiene el modelo que planteó Tony Blair, porque “estamos en Colombia y no en Reino Unido” y que se trató de replicar exactamente.

“La estructura de organización del gobierno colombiano no permite unas dinámicas de jefes de gabinete. ¿Por qué?, porque nuestra cultura política está aún muy débil en la consolidación de los partidos políticos”, dice.

Según Arias, la cantidad de partidos hacen más complicada la tarea de este tipo de cargos para poder organizar las dinámicas administrativas que tiene el gobierno, por lo cual, en este momento es positivo el cambio que determinó el presidente Santos, en especial por tres razones.

La primera, “por la reputación del presidente, quien debe ocuparse de lo que el pueblo colombiano está pidiendo. Si bien le sigue pidiendo paz, le señala otros problemas”. La segunda, en términos de la estructuración y vinculación del gobierno con los partidos políticos, que dice necesitan más presidencia y representación en el mismo.

Y en tercer lugar, señala que lo mejor era dejar esta figura de superministros, porque se está ad portas de lo que podría ser la próxima campaña electoral

“Estos superministros empiezan a reunir y empiezan a tener más poder que los ministros y que muchas personas que dentro del gobierno tienen aspiraciones presidenciales. Es decir, este tipo de superministros riñen con las dinámicas propias del trabajo y con las aspiraciones presidenciales de figuras políticas como por ejemplo, Germán Vargas Lleras”.

Así estaba la estructura 

El presidente Juan Manuel Santos presentó en 2014 a sus superministros y con ellos la nueva figura: Ministro de la Presidencia -que para ese momento era Néstor Humberto Martínez-; Ministra para Comunicaciones -que era Pilar Calderón-; la figura de la ministra consejera de Gobierno y sector Privado -en la que para ese momento estaba María Lorena Gutiérrez, pero después pasó a ser la ministra de la Presidencia-; y el ministro consejero para el Posconflicto, -que era el general Óscar Naranjo-.

Así quedó la estructura

En total quedaron cuatro consejerías: la Oficina del Alto Comisionado para la Paz -que dirige Sergio Jaramillo-; la Alta Consejería Presidencial para el Sector Privado, Competitividad y Equidad -Carolina Soto-; la Alta Consejería Presidencial para el Posconflicto, los Derechos Humanos y la Seguridad -en la que está Rafael Pardo-; y la Alta Consejería Presidencial de Comunicaciones -a la que llega Camilo Granada.

En las regiones

En los cambios también figura la modificación de la Dirección de Regiones, que se convierte en la Consejería de Regiones -a la que llega el exalcalde de Montería, Carlos Correa-, y se crea, bajo la Alta Consejería Presidencial para el Posconflicto, una Dirección para la Atención Integral de la Lucha contra las Drogas -que liderará Eduardo Díaz, exministro de Salud.

Credito
COLPRENSA

Comentarios