ELN: del Manifiesto de Simacota a la mesa de negociación en Ecuador

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
El Gobierno y el ELN iniciarán las conversaciones formales para negociar un acuerdo de paz el próximo 7 de febrero, en Quito. Esta es la historia de la segunda guerrilla del país, desde su mito fundacional; sus principales protagonistas, sus golpes y crímenes.

El manifiesto de Simacota (Santander), leído el 7 de enero de 1965 en la Plaza Central de dicho pueblo, fue la proclama fundacional del Ejército de Liberación Nacional (ELN) como guerrilla alzada en armas, luego de la toma a la población a cargo de un grupo menor, con 50 hombres.

Tenía 12 puntos y era un programa para la toma del poder mediante un gobierno popular que “liberara” al país de la oligarquía y los monopolios. Contenía una exigencia de revolución agraria, un plan de salud pública, un sistema popular de crédito, una reforma a la educación, el respeto por la libertad de culto y la formación de un ejército popular permanente.

Según la propia narración del ELN, en el portal web ELN Voces, se escogió Simacota porque fue el lugar donde Los Comuneros se alzaron contra el entonces gobernante reino de España (1781). La marcha hacia el lugar había empezado el diciembre anterior, de 1964, por los alias ‘Andrés’, ‘Alberto’, ‘Wilson’, ‘Camilito’, ‘Ricardo’, ‘Libardo’, ‘Alí’ y ‘Mariela’ (Paula González Rojas, conocida como ‘La Mona’, primera mujer vinculada al ELN).

En medio de la toma, ‘Mariela’ y Fabio Vásquez robaron el dinero que había en la Caja Agraria y Víctor Medina Morón anunciaba qué era el ELN. En el intercambio de disparos murió Pedro Gordillo, ‘Parmenio’, considerado como uno de los más entusiastas y quien luego fue ascendido de manera póstuma al grado de capitán.

El ELN se dio a conocer así, luego de que un año antes se hiciera una primera marcha de los hermanos Marco, Antonio y Manuel Vásquez Castaño, quienes organizaron la guerrilla inspirados en la Teología de la Liberación, lo que precisamente motivó la unión de sacerdotes católicos, como los españoles Domingo Laín y Manuel Pérez (‘El Cura Pérez’) y el bogotano Camilo Torres, quien era el capellán de la Universidad Nacional. La teología de la Liberación (cuyo principal autor era el brasileño Leonardo Boff) también atrajo a un joven Nicolás Bautista, alias ‘Gabino’, quien hoy encabeza al ELN.

A pocas semanas de decidirse por la vida guerrillera, el 15 de febrero de 1966 Torres cayó muerto y se convirtió en mártir y símbolo de los ‘elenos’.

Poco tiempo después del inicio la guerrilla empezó a tener disputas internas serias, tanto que algunos que intentaron desertar fueron asesinados: Víctor Medina Morón en 1967 y José Ayala, Julio César Cortés, Heliodoro Ochoa y Jaime Reyes Arias en 1968.

Desde el de Simacota, el ELN como guerrilla perpetró varios golpes similares. Tal vez uno de los más recordados fue el intento de homicidio en 1971 del general Álvaro Valencia Tovar, en ese entonces director de la Escuela Militar de Cadetes del Ejército, quien fue herido frente al Ministerio de Defensa.

El Ejército también respondió, pues en agosto de 1973, en la ‘Operación Anorí’, se evitó la toma del municipio. Allí fallecieron Manuel y Antonio Vásquez y el padre español Domingo Laín. Después se conoció que el último de los hermanos Vásquez, Fabio, fue destituido de la comandancia del ELN y se fue exiliado a Cuba.

Entre su accionar resaltan asaltos a puestos policiales en Santander, a patrullas del Ejército y de la Policía y atentados, siempre hechos con pocos guerrilleros, a modo de emboscadas altamente letales o usando explosivos al paso de tropas.

En los recuentos históricos están acciones ejecutadas de manera conjunta con las Farc, como el ataque al Ejército en el corregimiento Puerto López (Antioquia), que dejó al menos 15 uniformados muertos, en 1988. Más recientemente se recuerdan emboscadas en Arauca y Boyacá, en las que murieron 11 personas. Se podría decir que el ELN ha hecho muchísimos de estos pequeños ataques como guerra de guerrillas, lo que evidencia su diferencia con las Farc que se inclinó por grandes tomas a poblaciones o ubicación indiscriminada de carros bomba.

La actividad delictiva del ELN se ha basado en ataques a la infraestructura eléctrica y petrolera en sus zonas de influencias, a los que se suman secuestros y extorsiones a multinacionales. De hecho, la afectación ambiental es tal vez el legado más dañino que ha dejado la guerrilla, pues, según la Fiscalía, fueron al menos 1137 atentados al oleoducto Caño Limón - Coveñas entre 1986 y 2014 (en los últimos años esa estrategia ha disminuido considerablemente), que derramaron 151 millones de galones, contaminando 42 hábitat y causando pérdidas por 42 mil millones de dólares.

Esa decisión de ‘volar’ oleoductos generó la página más oscura de la historia violenta del ELN. Fue en octubre de 1998, cuando un atentado al Oleoducto Central generó desbordamiento de petróleo al río Pocuné y el consecuente incendio de viviendas en la población de Machuca, en Segovia (Antioquia). Esa madrugada murieron 84 personas y 30 más quedaron gravemente heridas.

La estructura militar

Su estructura más fuerte sigue siendo el ‘frente de guerra Oriental que, según informes, tiene un carácter estratégico en Arauca, Boyacá y Casanare, dedicado a la extorsión, los mercados ilegales, los ataques a la Fuerza Pública y la afectación de la estructura petrolera de esas regiones. Está compuesto por los frentes Domingo Laín, Adonay Ardila y José David Suárez.

De acuerdo con información entregada por la Fundación Ideas para la Paz, entre 2000 y 2001 ese frente registró los niveles más elevados de actividad armada, en un intento de sabotaje que buscaba presionar la desmilitarización de una zona, a lo que sumó un mayor número de secuestros de políticos locales, contratistas y trabajadores de las petroleras.

Actualmente, el Comando Central del ELN (Coce) está compuesto por ‘Gabino’, el máximo cabecilla; Eliécer Herlington Chamorro, alias ‘Antonio García’; Israel Ramírez, alias ‘Pablo Beltrán’; Rafael Sierra Granados, alias ‘Ramiro Vargas’, y Gustavo Aníbal Giraldo, alias ‘Pablito’.

La orden de captura más reciente contra ellos fue impartida por el secuestro de los periodistas Salud Hernández, Diego D’ Pablos y Carlos Melo, Diego Fernando Veloza Duque, William del Carmen Mora Trujillo, María Zulay Ropero y el conductor de un automóvil identificado como John de Jesús Reales Barrera.

¿Y ahora...

El equipo del Gobierno nacional está integrado por el exministro Juan Camilo Restrepo, jefe de la delegación, y quien estará acompañado por el mayor General (r) del Ejército nacional Eduardo Herrera Berbel; el economista exalto Consejero de Paz José Noé Ríos Muñoz y Jaime Avendaño Lamo, funcionario de la Presidencia de la República.

Actuarán como asesores los exministros de Ambiente Luz Helena Sarmiento y Juan Mayr, así como el académico de la Universidad del Rosario Alberto Fergusson y el empresario antioqueño Juan Sebastián Betancur. De la misma forma, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo; el senador Roy Barreras, el general Fredy Padilla de León, la exministra Cecilia Álvarez, la jurista Mónica Maldonado, el empresario Alejandro Éder, la periodista María Alejandra Villamizar y Gerson Arias.

Por el ELN, ‘Pablo Beltrán’ fungirá como jefe de la delegación de diálogos y lo acompañará ‘Aureliano Carbonel’, quien sería Víctor Orlando Cubides, mejor conocido como alias ‘Pablo Tejada’. Los demás nombres de los negociadores son poco conocidos: Consuelo Tapias, Gustavo Martínez, Bernardo Téllez y Eduardo Pérez.

Los negociadores

El investigador y exguerrillero del ELN Carlos Arturo Velandia publicó en 2015, para los 50 años de la guerrilla, un artículo explicando lo convenido en el Congreso que se efectuó previo al aniversario y que se resume en que esas proclamas todavía tenían validez, que medio siglo después, la lucha armada era la auténtica lucha de pueblos, pero que había voluntad para explorar con el Gobierno una solución política.

Según Velandia, aunque menos de lo que muchos esperarían, la declaración evidenció voluntad para hacer reformas con miras a superar las causas que provocaron el alzamiento en armas, contemplando la posibilidad de dejar de usarlas.

“Pero hay que entender que al ELN no se le puede medir con las lógicas con que se mide a otras organizaciones insurgentes, los ‘elenos’ tienen sus ritmos y unos modos y cultura propia para hacer sus definiciones”, concluyó Velandia en el artículo publicado en Prensa Rural. Ahora, 52 años después, dependerá del ELN salir de un ciclo de guerra.

Credito
COLPRENSA

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