La prensa en la línea de fuego

En Colombia, ser periodista es jugarse la vida a cambio de una historia. Así lo refleja el más reciente informe de la Flip, en el que detalla los 477 ataques a la prensa, registrados en 2018.

Ejercer el periodismo en Colombia se convierte cada vez más en un acto de valentía, especialmente cuando la vida se pone en riesgo en medio de la búsqueda de la verdad y de esas historias que esperan por ser descubiertas para tocar miles de fibras en la sociedad.

Y si bien el fin del conflicto armado en el país marcaría un antes y un después en el rumbo de este oficio, pues con ello se esperaba una tregua en el trabajo de campo, el más reciente informe de la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, muestra una realidad preocupante que desangra al periodismo ético y libre, y lo pone al borde del abismo.

Es así como en 2018, un año marcado por la transición de un gobierno que se la jugó toda por la paz a uno que llegó a someterla, la prensa, y con ella sus servidores, se convirtieron en uno de los grandes objetivos de guerra de aquellos que se oponen a que la verdad salga a flote.

Sin embargo, ahora los enemigos son otros.

Los que ponen un ‘blanco’ en la espalda de cada reportero de este país, especialmente en las zonas más abandonadas por el Estado, lo hacen porque saben que son poderosos y que pese a la tenacidad del oficio en cuestión, muchos victimarios son ‘intocables’.

Es por eso que la preocupación aumenta con cada caso denunciado, con cada amenaza, desplazamiento, intimidación, acoso, censura, atentado, retención de material, hostigamiento e incluso asesinato.

 

¡Acorralados por todos lados!

El panorama es desalentador y vergonzoso: 477 casos de agresión a la prensa fueron registrados en 2018, de los cuales 600 periodistas fueron víctimas y tres más asesinados, según la Flip.

Pero esto es solo la punta del ‘iceberg’ de un problema que pone en la línea de fuego a los defensores de los que no tienen voz en el país.

“Es una situación preocupante, tenemos a 200 periodistas amenazados y una primera variable para el aumento de estos casos se relaciona con la estigmatización de los líderes públicos. Entonces vemos cómo el discurso de estos líderes en contra de los periodistas, como fue el caso de ‘Matador’ o de Daniel Samper, crean un clima de permisividad para que terceros agredan a la prensa”, explicó Pedro Vaca, director de la Flip.

No obstante, la clase política colombiana no es la única que pretende callar las voces de los periodistas. Los grupos armados al margen de la ley, empresarios, particulares, fuerza pública, bandas criminales, guerrilla, paramilitares y delincuencia común entran a la lista de agresores.

Y son ellos los responsables de que la llamada “libertad de prensa” se esté quedando sin sus bases para ser libre, fuerte, independiente y hacer eco.

En tanto, surge un problema mucho mayor: la autocensura. Ese trueque en el que se ofrece el silencio de una ‘pluma’ a cambio de conservar la vida misma y la integridad.

“Cuando un periodista es amenazado se genera un efecto de autocensura. Él mismo se ve obligado a decir ‘no, yo esto no lo hago porque me matan o me pasa algo’. Creo que hacer periodismo en Colombia es una actividad muy compleja y riesgosa, ahora hay muchos más factores que acorralan a la prensa”, agregó Vaca.

 

Un, dos, tres por la prensa

Aunque parece un juego del gato y el ratón, no lo es. Los periodistas, en la mayoría de los casos, están solos, desamparados y dejados a la suerte.

“Hay tres obligaciones que tiene el Estado: prevenir, proteger y judicializar. Pero en Colombia se previene poco y se hace mal, cuando un periodista de las regiones más violentas pide protección, no se le da prioridad y la mayoría de los casos están en la impunidad”, aseguró Vaca.

Y es justamente este último factor el que más indigna. De las 213 denuncias por amenazas a periodistas, hechas ante la Fiscalía durante 2017 y 2018, solo en un caso se obtuvo sentencia condenatoria.

En los restantes, los victimarios están libres, ‘limpios’ y tranquilos, mientras los periodistas siguen en el ejercicio de sus funciones sin garantías de protección o no repetición, solo por cumplirle al país.

 

A grito de fusil

 Una moto, dos hombres, un revólver apuntando de frente y una clara amenaza en contra de su vida y la de su familia fueron más que suficientes para que un periodista santandereano entendiera la advertencia: dejar de investigar en la zona.

El trabajo de campo realizado luego del rompimiento de un tubo de crudo que atraviesa el Magdalena Medio debió ser suspendido de inmediato, a la vez que las llamadas a las asociaciones de periodismo no se hicieron esperar en búsqueda de ayuda y protección.

Desde entonces, y luego de la alarma, hace parte del esquema de seguridad de la Unidad de Protección, y aunque un escolta lo acompaña en todo momento y su caso está en proceso de investigación, ejercer el periodismo ya no es lo mismo.

“En ese momento no entendía lo que pasaba, se supone que es una zona segura y me tomó por sorpresa. Desde entonces, no puedo moverme sin el escolta y debí limitar al máximo mis salidas de la ciudad. Esto es autocensura, limita el ejercicio periodístico hacia la zona que yo cubro, ya la información no llega y se siente el temor. Antes era fácil identificar a los agresores, ahora no se sabe quiénes son”, relató el periodista, cuya identidad no será expuesta debido a los protocolos de seguridad.

 

Objetivos de guerra

 Para el sociólogo Antonio Acevedo, a través de los años los periodistas se convirtieron en el foco de la violencia debido a que su papel dentro de la sociedad es primordial.

“El periodista es fundamentalmente el que hace el ejercicio de la crítica del poder. Como hombres y mujeres comprometidos siempre han sufrido la retaliación por parte de quienes quieren ocultar sus niveles de corrupción”, dijo Acevedo.

Además, reconoció la valentía de quienes ejercen su labor, pese a las amenazas.

“La función social de los periodistas es única, son la parte ética del país, sin ética no existe el buen periodismo. Es de las profesiones más peligrosas no solo en Colombia, sino en el mundo. Aún así, ese compromiso con la verdad, la ética, la sociedad y consigo mismos los hace hacerlo con pasión”.

 

Dato

Para la Flip, los medios de comunicación también deben ofrecer las herramientas de protección para que sus periodistas realicen el trabajo de manera segura y sin miedo.

Credito
VALESCA ALVARADO RÍOS

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