Lecciones no aprendidas… Esfuerzos fallidos

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
Los relatos, misivas de súplica, oficios, partes de victoria y derrota, conteos de víctimas, recuentos de desplazados, abusos de poder y también anécdotas jocosas en medio del dolor se combinan con los esfuerzos para redactar constituciones y leyes que normalizarán la vida política, social y económica de los colombianos.

Los asistentes tendrán la oportunidad de conocer esos relatos en la presentación de los libros de tres tolimenses, quienes a través de la dedicación y rigor investigativo permiten un acercamiento con la realidad de la violencia en el departamento del Tolima.

Los textos presentados son: Libro Rojo del Tolima: La Violencia en el Tolima memoria y testimonio 1948 – 1970, escrito por el investigador de la Universidad Nacional, oriundo del Líbano, Augusto Gómez López; Desarrollo histórico y luchas populares: Ibagué en la primera mitad del siglo XX, en palabras de Carlos Eduardo Jaramillo Castillo “POPEO” nacido en Ibagué y De la Escuela Republicana a la Escuela del Tolima, de Augusto Trujillo Muñoz, que describe el protagonismo de un grupo de juristas que aportaron en la redacción de las constituciones y leyes que permitieron contrarrestar considerablemente las divisiones en la población colombiana.

Hoy acompañarán a los autores de estos 3 libros el Alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, actores presenciales del 9 de abril, familiares de los protagonistas y estudiantes deseosos de conocer de primera mano, la historia de estos hechos que enlutaron hogares tolimenses, pero que también describen la solidaridad de los ibaguereños durante los actos violentos de esa fecha, cuando liberales y conservadores pasaron por encima de las pasiones partidistas y, en el momento en que la violencia era cada vez más intensa, los lazos de amistad fueron más fuertes, permitiendo salvar vidas y bienes.

Ibagué fue la segunda ciudad, después de Bogotá que más padeció las acciones violentas que se desencadenaron el 9 de abril de 1948, recordando que después de la 1:10 p.m. 15 personas fueron víctimas de homicidio, se presentaron 50 heridos y gran destrucción del centro de la ciudad.

Desde 1948, con el incremento de la violencia, aparecieron un sinnúmero de grupos en los que se fraccionó la sociedad colombiana, motivo de acciones de discriminación o segregación mediante el uso de la fuerza, los campesinos fueron el mayor número de víctimas: los chulavitas, chusmeros, pájaros, limpios, recalzados, comunes, entre otros, eran los aparatos que ejercían la violencia para eliminar al contrario, desplazar al vecino y usurpar sus tierras. Todo ello, se da dentro de una impotencia del Estado o en acuerdo con el mismo, ejerciendo para mantener en el poder a los partidos o jefes políticos.

En el país y a lo largo de estas décadas, se han realizado muchos esfuerzos para la reconciliación, empezando por los cambios constitucionales de los cuales han hecho parte un buen número de tolimenses y que ha permitido tener cortos periodos de tranquilidad. Los analistas recomiendan que solo profundizando en el cumplimiento y respeto a lo pactado entre diversos antagonistas, se puede consolidar una paz duradera. En este sentido, la Justicia Especial Para la Paz (JEP) juega un papel fundamental. Como se lee en la última sección de este especial, el Ibaguereño Hernando Salazar Palacio, manifiesta en su columna que la JEP es el pilar de esa cimentación de la paz mediante el reconocimiento a las victimas evitando la impunidad.

Si bien es cierto que la JEP fue acordada en las negociaciones entre el Estado Colombiano y las FARC, ésta debe de ser respaldada por todos los ciudadanos como un mecanismo de reparación y no repetición donde los actores involucrados le podrán decir al país el porqué, cómo, cuándo y quién ordenaba realizar esos actos. Es un mínimo que las victimas requieren para el perdón y los colombianos para consolidar un futuro donde las diferencias se solucionarán con la confrontación de ideas y no en medio de balas.

Credito
EL NUEVO DÍA

Comentarios