Desempleo femenino, una problemática que va mucho más allá de la pandemia

Crédito: Archivo - EL NUEVO DÍA
Esta semana el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) reveló cifras desalentadoras para el mercado laboral colombiano. Según la entidad, en julio de 2020 la tasa de desempleo llegó al 20,2%, un aumento de 9,5 puntos frente a la cifra reportada en el año 2019.
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Pero aún más grave, el desempleo femenino llegó al 26,2%, la peor cifra para las mujeres desde que se tiene registro en el país y una tasa que además demuestra una brecha de diez puntos porcentuales respecto a los hombres, para quienes la tasa de desempleo fue del 16,2%.

Las mujeres en el segundo trimestre del 2020 aparecieron con un 60% de trabajo informal, frente a un 40% de los hombres. Las cifras muestran también que 5.2 millones de mujeres se vieron afectadas por la crisis.

Según Luz Karime Abadía, directora de Posgrados en Economía de la Universidad Javeriana, esto se debe a que los sectores más afectados por la pandemia son los que tienen una mayor proporción de mujeres empleadas.

“Hablamos por ejemplo de educación, jardines, actividades artísticas, hoteles, restaurantes, comercio, peluquerías. Entonces, dado el cierre por la cuarentena, estos sectores han tenido que parar e incluso cerrar definitivamente”, explicó Abadía.

Incluso, según el Dane, son estos sectores, el comercio, las actividades artísticas y el sector servicios los que más han presentado pérdida de empleos durante la crisis. Por ejemplo, en el comercio se perdieron cerca de 844.000 empleos, en las actividades artísticas se al menos 690.000 puestos de trabajo y en el sector servicios 636.000 empleos.

Pero además, según Maribel Castillo, directora de la carrera de Economía de la Universidad Javeriana de Cali, a las afectaciones en estos sectores se suma que las mujeres hacen más trabajo de cuidado no remunerado que los hombres, es decir, dedican más tiempo a atender a los hijos en temas escolares y otras necesidades de la familia en el hogar.

Eso ha generado que “las mujeres que están dedicadas al cuidado del hogar, al cuidado de los hijos en este momento de educación en casa no puedan salir a buscar trabajo”, afirmó Castillo.

Que las mujeres se quedaran encargadas del cuidado y atención de los niños también tuvo un efecto en las cifras de empleo doméstico. Según Castillo, al permanecer en casa ya no era necesario ni rentable contratar a una empleada doméstica, esto sumado al riesgo que significa que una persona ingrese al hogar luego de movilizarse en transporte público, como es el caso de las mujeres del servicio doméstico, por lo que fueron despedidas en estos meses.

Los datos muestran que las amas de casa aumentaron en un 25% durante este último trimestre. ¿Por qué esto es un problema? Porque no sólo está creciendo la cifra de mujeres desempleadas, sino también la de mujeres inactivas, es decir aquellas que ni siquiera se encuentran en la búsqueda de un empleo.

Pero más allá de las cifras, las expertas coinciden en que estos datos dan cuenta de brechas y estereotipos muy marcados en la cultura colombiana. Según Abadía, “las mujeres son discriminadas en el mercado laboral, no solamente porque están segregadas en ciertas ocupaciones que están relacionadas con servicios y con el cuidado, sino además ganan menos y tienen más tasa de informalidad”.

Luz Magdalena Salas, docente de economía de la Universidad Javeriana, explicó que hay brechas para ingresar a ciertos sectores precisamente por esos preconceptos sobre las labores a las que cada género debe dedicarse.

“El transporte por ejemplo es un sector netamente masculino, la construcción, la minería, etc, información y comunicaciones también tiene mucha participación masculina”, afirmó la docente.

Por eso, cuando en el mes de abril se reactivaron la construcción y las manufacturas esto no tuvo un efecto positivo para el empleo femenino, porque no son sectores con participación alta de las mujeres.

Para Salas, existen sesgos explícitos en ciertos sectores que alejan a las mujeres de participar en ellos. Por ejemplo, “los anuncios mismos hacen que las mujeres no apliquen, porque dice: necesitamos un ingeniero o necesitamos un maestro de obra, pues las mujeres entonces sencillamente no aplican”.

“Esos sesgos puede que no sean por preferencias de las empresas, no necesariamente el empleador está buscando un hombre, pero la forma como se escribe el anuncio hace que las mujeres no apliquen”, explicó.

Además, para Maribel Castillo, con la educación a veces se sesga a las niñas hacia cierto tipo de empleos. “Hay que cambiar un poquito esa perspectiva de cómo manejamos el lenguaje con las mujeres. Las vestimos de princesas y les decimos que un hombre la va a salvar, esas cosas afectan de verdad lo que pasa con las mujeres a futuro”, afirmó.

Para Abadía, estas desigualdades de género generan muchos costos, “no solamente para quien las sufren, sino en general para el país. Un país que tiene este tipo de desigualdades está desaprovechando su capital humano, está siendo menos productivo y tiene menores niveles de bienestar”.

Por eso, ante este difícil panorama son varios los cambios necesarios, empezando por un factor educativo no sólo para las mujeres sino para todos en la sociedad.

Sumado a esto, según las economistas, como las mujeres están concentradas en las pequeñas y medianas empresas, las que más han quebrado y no han aguantado la cuarentena, los incentivos y el apoyo deben concentrarse en este tipo de espacios.

Además, para Abadía “cuando se piense en la reactivación de los sectores se debe tener una mirada de darle incentivos a aquellos donde se emplea mayor proporción de mujeres para poder revertir esta tasa de desempleo”.

Sumado al impulso para la reactivación de sectores donde más se emplean mujeres, Salas propone también impulsar que ellas se dediquen a sectores en los que la recuperación será más fácil. “Que se dediquen a actividades más relacionadas con el tema de informática, de tecnología, que son las que menos están sufriendo cambios importantes a raíz de la crisis”.

Pero impulsar nuevamente el empleo no se logrará sólo con incentivos para la reactivación, se necesitan cambios estructurales y políticas a largo plazo que permitan que las mujeres participen mayoritariamente en el mercado laboral.

Lo primero, según Castillo, será dejar de concentrarnos en la estabilidad macroeconómica para pasar a pensar en las personas. “En este momento importa menos que la tasa de crecimiento esté en -15% y nos importa mucho que la gente tenga cómo comer, que la gente tenga un empleo, que la gente tenga calidad de vida”, recalcó.

“Siempre se habló de protección del empleo. No, uno tiene que proteger a la persona, al empleado, y por eso obviamente hay que tener una renta básica y subsidio al desempleo”, añadió.

A largo plazo se necesitará también una política con enfoque de género que tenga en cuenta las necesidades, las condiciones y las dificultades de las mujeres para acceder a puestos de trabajo.

Esa política diferencial debe tener en cuenta la flexibilidad como una opción. Según Salas, los horarios de trabajo flexible le permitirán a las mujeres, que dedican más de 7,1 horas a la economía del cuidado, lograr un balance entre la carga del hogar y la carga profesional.

Por último, y teniendo en cuenta que tantas mujeres se dedican a la economía del cuidado, será necesario poner los ojos en este tema para agregar a las cuentas nacionales los aportes que realizan estas mujeres al atender temas del hogar.

Luz Abadía aseguró que “en Colombia todavía no se contabiliza bien lo que vale para una economía y para una sociedad el tema del trabajo del cuidado”, es decir, el trabajo que dedican muchas mujeres al cuidado del hogar, de los mayores y de los niños.

“Si no estuvieran estas mujeres haciendo estas labores, pues otros no podrían salir al mercado laboral y no podrían traer ingresos, o los niños no tendrían el cuidado que muchas veces requieren”, agregó.

“Sí o sí se tiene que ver el cuidado como un empleo. Los cálculos que sacó el Dane antes de que empezara la pandemia dicen que la economía del cuidado representa el 20% del PIB, entonces si uno incluye esto en cuentas nacionales hasta tenemos una tasa de crecimiento mejor”, explicó Castillo.

Por eso, para impulsar de nuevo a las mujeres a salir al mercado laboral y encontrarse con oportunidades reales de empleo requerirá no sólo de inversiones a corto plazo, sino de cambios profundos en términos sociales, culturales y económicos.

Credito
COLPRENSA

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