La tecnología: el otro competidor en los Juegos Olímpicos de Sochi

Se han dicho muchas cosas sobre las maravillas que visten los deportistas y la pregunta que ronda es si todo eso es legal o es una ventaja injusta para ellos.

La discusión no es nueva. Desde los Juegos Olímpicos de Beijing se viene debatiendo si las ventajas tecnológicas con que llegan ciertos países a las justas son justas o deberían considerarse ventajas ilegales.

La idea es que no se llegue a una distorsión de la idea del deporte, en tanto deje de medir la superioridad física, atlética o la destreza de los participantes, para ser reemplazada por la cantidad de plata que cada país pueda invertir en tecnología para superar a sus rivales por esta vía.

Doping tecnológico

Por esto es que se ha acuñado recientemente el término de doping tecnológico, para señalar ya no las ventajas que puedan obtenerse de drogas o tratamientos directos sobre el cuerpo de los atletas, sino la que puede obtenerse de los uniformes o equipos de competencia con que lleguen a las pruebas.

En el debate participan, claro está, quienes consideran que efectivamente esas ventajas son injustas, como quienes consideran que la tecnología de equipos y últimamente la de prendas de vestir, tiene su propio desarrollo en la historia actual y es imposible pretender que se detenga o restringirle su campo de acción en actividades como, por ejemplo, el deporte.

En los olímpicos que se juegan actualmente en Sochi, Rusia, la discusión ha revivido con bastante fuerza en tanto algunas delegaciones deportivas incluso han hecho ostentación de la capacidad de sus equipos o sus trajes para derrotar a sus rivales e imponer nuevas marcas olímpicas y mundiales.

La nanotecnología

La clave tecnológica sobre la que se centra el debate derivado de los juegos rusos es la nanotecnología, pues esa es la que parece traer la mayor cantidad de desarrollos y posibilidades de aprovechamiento para el deporte.

En Sochi se ha hablado con especial énfasis, por ejemplo, de los skis con nanotubos de carbón que permitirían aumentar significativamente la velocidad en las pruebas de ski alpino, una de las emblemáticas de los olímpicos de invierno.

Pero, como decíamos, ya no se trata solo de la capacidad de modificar tecnológicamente los equipos de competencia, sino que en los últimos años estas ventajas se buscan en la indumentaria misma de los deportistas.

En Sochi se ha llevado al nivel de mito tecnológico el traje identificado como Mach 38, que fue diseñado exclusivamente para el equipo de los Estados Unidos de patinaje de velocidad por la compañía Under Armour, que conformó para ello un equipo del que formaron partes algunos físicos espaciales.

Por la mencionada razón, los estadounidenses sostienen que este es el traje más veloz jamás hecho y en su éxito reseñan el diseño aerodinámico óptimo.

Casos recientes

Los equipos deportivos siempre han cumplido un papel primordial. Sin ellos algunas competencias ni existirían, como es el caso de muchos de los deportes que se llevan a cabo en los actuales Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi. La cuestión es que hay una delgada línea entre usar equipos que aseguren la comodidad y la seguridad del deportista mientras compite y usar otros que aseguren una aplastante superioridad sobre los rivales.

Son varios los casos de dopaje tecnológico que se han presentado en los últimos años, pero sin duda alguna el más polémico fue el del traje LZR Racer, usado en los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 y con el que se rompieron 168 records mundiales gracias a sus nanopartículas hidrofóbicas, lo que quiere decir que el traje usado por Michael Phelps, entre otros, básicamente repelía el agua, asegurando una mayor velocidad. Su uso más tarde sería prohibido para otras competencias como los juegos de Vancouver en 2010.

Credito
JUAN MARTÍNEZ MARTÍNEZ

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