El algodón urge de políticas estatales y más tecnología

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
El precio para el algodón nacional se rige por el que se tasa en la Bolsa de Nueva York. A la cotización anterior se le fija una bonificación de dos centavos por la calidad de la mota nacional (fibra).

En la primera semana de marzo, el viceministro de Asuntos Agropecuarios, Juan Pablo Pineda, junto con representantes del Gobierno de Brasil y la FAO, lanzaron el proyecto “Fortalecimiento del Sector Algodonero por medio de la Cooperación Sur-Sur”.

Esa iniciativa tiene como propósito reactivar la economía alrededor del cultivo del algodón en el país.

De acuerdo con cifras del ministerio de Agricultura, en el 2016 se sembraron 17.600 hectáreas, con una producción de 13.779 toneladas.

Esa área cayó 41% frente a las siembras de 2015, mientras que la producción disminuyó 43%.

Como se recordará, en los años 80, las siembras llegaron a las 280 mil hectáreas; es decir, las áreas han cedido un 1.600% frente a las plantaciones efectuadas el año anterior.

Para los analistas, el deterioro de este sector comenzó con la apertura económica en la presidencia de César Gaviria, cuando se comenzaron a quitar los aranceles de protección, y se acentuó con la entrada en vigencia del TLC con Estados Unidos. Muestra de ello es que fue el primer producto del sector agrícola incluido en ese acuerdo comercial que entró al país con cero arancel, en el 2005.

En este segundo aire algodonero, el Gobierno nacional priorizará su implementación en zonas que estima potenciales, como Córdoba, Sucre, Cesar, La Guajira, Tolima y Huila.

En el sur del Cesar, se llegaron a plantar 27 mil hectáreas, siendo Coalcesar la cooperativa que tenía la mayor área. Además, se llegaron a secar más de 40 mil toneladas de grano, que en ese entonces comercializaba el extinto Idema.

En esa región, se generaban cerca de 60 mil empleos directos y una gran cantidad de indirectos. Hoy, las tierras siguen ahí y son muy aptas para el desarrollo del algodón.

¿Podría el oro blanco, como se le llama a este cultivo, volver a reverdecer en el sur del Cesar?

Todo debe cambiar

Para Mario Rodríguez Rico, exgerente de Coalcesar (en su momento una de las más grandes cooperativas agrícolas de América Latina) y exviceministro de Agricultura, sí se podría volver sembrar algodón en esa zona del Cesar; sin embargo, se requiere de una real voluntad del Gobierno con un cultivo al que, desde 1990, se le quitó la verdadera protección.

En su concepto, una industria que tiene cero arancel para las importaciones, ¿cómo hace para que el país sea fuerte en producción interna?

“Ahora, lo fácil es traer el algodón con un crédito americano y alto plazo que les conceden a las textileras; les envían el algodón y en un mes tienen listas las hilazas, las cuales se exportan; entonces, trabajan con la plata del mister, pero de eso no queda nada en el país y menos en el campo”, agregó.

Rodríguez Rico expresó que no se puede competir con los agricultores americanos sin tecnología de punta, desde la preparación de los suelos hasta la recolección, pasando por la fertilización (que ahora se determina de manera satelital) hasta los controles de plagas y enfermedades.

Con relación a las responsabilidades del productor, estimó que esa nueva iniciativa debe ir de la mano con un agricultor disciplinado, más moderno, que aplique las mejores prácticas y técnicas, y comprometido con unas productividades que hoy exige el mundo algodonero.

“Ya no se puede improvisar; de ahí que no puede quedar por fuera ninguna variable”, aseveró.

Más productividad

Para María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agro-Bio, una alternativa para ahorrar costos de producción en las nuevas siembras de algodón es trabajar con semillas genéticamente modificadas.

En su concepto, existe toda la posibilidad de que el agricultor escoja qué semillas va a sembrar, y en ese abanico de posibilidades están las genéticamente modificadas, las cuales tienen dos características fundamentales: una protección contra insectos (algunos lepidopteros) y tolerancia a herbicidas, o en la misma planta, las dos características.

“La protección le ayuda al agricultor a realizar un mejor manejo del cultivo, ya que se ha demostrado que se requieren menos aplicaciones de insecticidas y mano de obra. Al final, se obtiene una mejor cosecha con menos costos de producción, lo que lleva a una mejor rentabilidad”, agregó.

Frente a los rendimientos, dijo que son mucho mejores que los de las semillas tradicionales y pueden superar a las convencionales, dependiendo de las condiciones climáticas y las prácticas del manejo del cultivo.

En Colombia, en el 2015, se sembraron 15 mil hectáreas, lo que significó más del 70% del área plantada de algodón en el país. “El transgénico tiene buena fibra”, agregó.

El mal uso de los fertilizantes y pesticidas químicos, un gran error

En el pasado, se cometieron errores técnicos que ayudaron a colapsar las siembras de algodón en el sur del Cesar y todo el país.

De acuerdo con el ingeniero agrónomo Miguel Arturo Orjuela Borja, de la Universidad del Tolima, a raíz del mal uso (en el que el también incurrió como funcionario de la Federación Nacional de Algodoneros) de todos los pesticidas (herbicidas e insecticidas) que le dieron técnicos y agricultores, el cultivo colapsó.

“Las plagas y enfermedades crearon resistencia y vino el aumento de las dosis, y a la par se dieron fertilizaciones de minerales (abonos químicos) en grandes cantidades. Nunca se tuvo en cuenta la estructura de los suelos ni su vida, y mucho menos, los efectos en la naturaleza”, agregó.

Orjuela dijo que todo se vino al piso cuando en las zonas algodoneras aparecieron con vehemencia y resistencia los insectos plagas como la Trichoplusia ni (conocido popularmente como falso medidor), el gusano rosado de la India y el gusano rosado de Colombia.

“Unos afectaban las hojas y desfoliaban la mata, y el otro perforaba las cacotas; es decir, acabaron con el cultivo. Crearon tanta resistencia que fue imposible controlarlos, a pesar de usar grandes cantidades de dinero en químicos para frenar sus avance. Al no poderse, la siembra de algodón se volvió antieconómica”, aseveró.

Frente a las futuras siembras, estima que se debe mirar el entorno del cultivo y trabajar con biotecnología.

“Hay que tener en cuenta el suelo en su globalidad, desarrollo de plantas y trabajar con variedades mejoradas; pero sostener la dinámica del medio ambiente, por encima de cualquier propósito”, agregó.

Orjuela Borja dijo que esos errores garrafales que se cometieron en el algodón se están, literalmente, replicando en la palma aceitera para afrontar el ataque de la pudrición de cogollo, PC, enfermedad que ya arrasó más de 35 mil hectáreas en Santander y cuyo avance no ha podido frenarse. “El uso de químicos degrada en el entorno natural y ahí vienen los problemas”, dijo.

La Cooperación

En el proyecto “Fortalecimiento del Sector Algodonero por medio de la Cooperación Sur-Sur” están involucrados Colombia, Brasil y la FAO. Irá hasta septiembre de 2019, con un apoyo financiero de los brasileros por el orden de un millón 300 mil dólares.

El viceministro de Asuntos Agropecuarios, Juan Pablo Pineda, dijo que se podría recuperar la productividad y ser un negocio viable y rentable.

En su apreciación, esa cooperación puede convertirse en el renacer de esas siembras, donde pequeños, medianos y grandes productores trabajen en conjunto para bajar costos y subir la productividad.

Para el embajador de Brasil en Colombia, Julio Glinternick Bitelli, se debe trabajar en la potencialización de las capacidades técnicas, institucionales y organizacionales (entidades públicas, privadas y productores). Hay que tener una cadena desde el Estado hasta el campo. Según el representante de la FAO en Colombia, Rafael Zavala, “el algodón podría ser una alternativa para la sustitución de cultivos ilícitos en esta etapa de implementación de los acuerdos de paz”.

Cifra

2 textileras funcionan hoy en el país (Fabricato y Coltejer), cuando en los años setenta tenían prendidos sus motores 85. La crisis obligó a cerrar sus puertas.

Dato

Además de sus tierras fértiles y planas, el sur del Cesar es una región de alta conectividad, la cual es ofrecida por la Ruta del Sol y el puerto de Gamarra, sobre el río Magdalena.

¿Sabía qué

Los expertos argumentan que las condiciones agroclimáticas en el sur del Cesar han cambiado mucho, y muestra de ello es la quebrada La Torcoroma ha estado a punto de secarse.

Cifra

27 mil hectáreas de algodón se llegaron a sembrar en el sur del Cesar en un semestre, las cuales  eran lideradas por dos cooperativas y Federaldogón.

Dato

Por falta de materia prima nacional, las textileras con asiento en el país se ven en la obligación de importar el 80% de sus necesidades, principalmente, de EE.UU.

Credito
REDACCIÓN AGROPECUARIA

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