El ‘desplazamiento’ económico que sufren los tradicionales libreros de Ibagué: ¿Oficio con los días contados?

Crédito: Hélmer Parra / EL NUEVO DÍALas ganancias de los libreros se redujeron en un 80 % con el paso de los años.
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Como si se tratase de un oficio en declive, las bonanzas económicas que recibían los tradicionales libreros del parque Andrés López de Galarza, se han reducido significativamente, a pesar de estar en plena temporada escolar.
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Anteriormente, era común que los padres de familia, en compañía de sus hijos, hicieran rondas por el centro de la ciudad para conseguir los libros requeridos para el desarrollo de sus competencias educativas. 

Sin embargo, aunque se esperaba que fuera una época de bonanza económica para quienes se dedican a la venta de libros, el inicio del 2023 dejó dispuestas inquietudes frente a las pocas ventas que se han dado con el inicio del año escolar.

nPreocupa a los libreros la poca afluencia de padres de familia en esta época escolar. 

¿Qué sucede con los libreros?

Ubicados sobre la carrera Tercera, los libreros llegaron a ocupar el parque Andrés López de Galarza hace 18 años aproximadamente, tras mediaciones de la Alcaldía en aquel entonces, lo que terminó en la disposición de casetas para darles un espacio para su ventas, las cuales años atrás se realizaban sobre la calle 15.

Luis Rincón, vendedor de libros desde hace más de veinte años, indicó que sobre la zona están dispuestos cerca de 10 libreros en el sector. Aseguró que muchos han fallecido y otros han abandonado el oficio tras no ver las bonanzas económicas.

“Esto empezó en decadencia con la llegada de las tecnologías, el PDF y plataformas de libros y audiolibros. Eso empezó a desplazar las ventas de libros, del cien por ciento de potencialidad económica que tenía esta actividad, hoy estamos sosteniendonos con el veinte por ciento”, indicó Rincón

Para más ‘inri’, otra amenaza que incide a profundidad en el oficio, trae a colación el tema de insumos. “Casi todo el comercio atraviesa problemas por el alza y escasez de papel en el país, lo que ha incrementado el precio de los libros y reducido su producción”, aseguró Rincón.

Comúnmente, los libreros también manejaban una gran oferta de libros escolares, los cuales anteriormente eran elegidos por las instituciones educativas y, para aligerar gastos, eran revendidos por padres de familia en estos sitios, amén de darle hasta el último uso que fuese necesario a estos ejemplares. 

“En otras épocas, se compraba un libro de matemáticas de grado quinto y se realizaban ‘trueques’ para revender los libros usados y así comerciar con ellos durante dos o tres años. Por su valor comercial, varios padres de familia se beneficiaron de ello, al igual que nosotros en su momento”, explicó Rincón.

Y agregó: “A lo que el niño lo raye, o que se arranquen las páginas como hoy día vienen los libros escolares, los libros quedan inutilizables y, en su gran mayoría, ‘desactualizados’”.

Tras la dificultad, varios libreros han optado por mantenerse “en tendencia”, por lo que buscan ofertar ejemplares que relacionan temas de actualidad y entretenimiento, estrategia comercial que ha mejorado un poco el término económico de sus ventas. 

“Por estas épocas se venden muchos diccionarios y clásicos de la literatura universal. Ya casi no manejamos libros escolares nuevos, ya que ese comercio lo acapararon las editoriales en los colegios”.

Entretanto, el ‘puente’ entre los libreros y las editoriales es nulo por los altos costos en la realización de pedidos, además de los precios de producción, por lo que las editoriales prefieren realizar sus ventas a parte.

Cecilia Godoy, también es librera desde 1993. En su trasegar por el oficio, también trabajó en la calle 15 cuando anteriormente el gremio estaba dispuesto por ese sector. 

“Algo se hace, no igual que otras épocas en los que se pedían muchos libros y se trabajaba hasta tarde, hoy día la mayoría de libros los están brindando en los colegios. Por esta época es para que estuvieran llenas las casetas”, contó la comerciante.

Y apostilló: “La reubicación está en ‘veremos’. Nos dijeron que nos iban a ubicar en la plazoleta Santa Librada, pero por temas de espacio no fue posible llegar a un acuerdo”. 

nEn las casetas se pueden encontrar libros de literatura latinoamericana, universal, académicos, entre otros.

 

La inseguridad también incide

Las casetas de los libreros más tradicionales de la ciudad están ubicadas en el parque Andrés López de Galarza. 

Debido a la caracterización de la zona, los diferentes comercios de alto impacto, aunado con el incremento de acciones delictivas en el sector como la venta de estupefacientes o el comercio ilícito de armas de fuego, han golpeado a otras actividades que realizan su diario devenir en el sector.

Por su cercanía con la Terminal de Transportes, varias casas de lenocinio, burdeles y dinámicas a fin con estas actividades fueron aflorando, asunto que consumió en su totalidad la connotación familiar que el parque ostentaba en otrora. 

Lo anterior es asunto de preocupación entre los comerciantes del sector, toda vez que las diferentes disposiciones de la zona han creado un ‘estigma’ o ‘imaginario’ sobre el emblemático parque de la calle 19, asunto que está a merced de ser solucionado por la Administración municipal.

Aunque han sido múltiples los requerimientos por parte de la comunidad para embellecer el parque y crear oferta institucional para quienes han sufrido los rezagos de la calle, aún no inician las actividades contundentes para resarcir las dificultades del sector. 

 

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Credito
REDACCIÓN IBAGUÉ

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