¿Cuándo dejaremos de especular?

Columnista Invitado

Hace unos días leí con detenimiento una columna de opinión publicada por un medio radial de la ciudad y que se preguntaba ¿dónde están los ´cacaos´ de Ibagué?, refiriéndose a la forma que desde años atrás se utiliza para hablar acerca de un grupo de empresarios regionales y nacionales.
PUBLICIDAD

A partir de este escrito y varios comentarios en esa misma dirección, quiero remitirme en primer instancia, como buen creyente, a una frase extraída del evangelio de San Mateo, capítulo 6, versículo 3 “no dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”, y que fue utilizada en un texto que encontré en internet para reflexionar acerca del significado de la generosidad, y que hoy comparto con ustedes:

“La generosidad es íntima, forma parte de la esencia de cada persona, y no debe ser aireada. Es de mal gusto comentar e informar de esas cosas que se hacen para favorecer a otras personas, sobre todo cuando ese favorecimiento entra en la ayuda económica y/o alimentaria”.

Teniendo en cuenta estas palabras, hoy quiero manifestar públicamente mi respeto por todos aquellos que han mostrado grandes aportes de solidaridad y generosidad, que son producto de sus buenos corazones, de sus buenas acciones y de sus grandes esfuerzos; aportes que han sido liderados por varios amigos empresarios y que hoy están asfixiados por esta coyuntura. Pero que también es la oportunidad para reflexionar sobre otras aristas.

Por un lado, como lo he dicho, si bien hay personas o empresas que lo hacen llenos de buenas intenciones, también ha sido el perfecto escenario para los oportunistas y los aduladores de los “likes”, para que aparezcan los profesionales de la especulación y de los malintencionados señalamientos, y para que florezcan los “expertos” en desinformar y especular.

Por otro lado, es el momento para detenernos a analizar que el dinero o la especie no son las únicas forma de ayudar o de ser generosos. Si bien en mi caso le he tendido la mano de diversas maneras a varias fundaciones, he aportado silenciosamente ayudas financieras y de mercados a varias familias, creo que como empresarios o aquellos que denominan “cacaos”, hemos asumido otro tipo acciones que tristemente son poco reconocidas y valoradas.

Por ejemplo, cómo no reconocer la labor titánica que estamos teniendo varios empresarios para mantener nuestras nóminas intactas por encima de los limitados ingresos, las pocas políticas o acciones gubernamentales que nos respalden, y en medio de las “estrategias” de los bancos que parecieran ser otro virus más. Hoy los empresarios cargamos con el tributo para mantener también el 55% de los empleos informales que no pagan tributo de este país.

Por qué no reconocer que hoy estamos empresas arriesgando nuestra integridad, la de nuestras familias, la de nuestros trabajadores para poder garantizar en medio de esta coyuntura a la ciudad y al departamento insumos alimenticios, logísticos y médicos, entre otros.

Esta coyuntura no se le puede atribuir a nosotros los empresarios, pues de diversas maneras estamos afectados y mientras otros están en redes sociales o medios de comunicación “teorizando” sobre la situación, nosotros estamos buscando la manera de subsistir y resistir. Lo que hoy estamos viviendo nos lleva a reafirmar las consecuencias de la corrupción y de malos manejos políticos que vienen de más de 60 años atrás.

Quiero cerrar esta columna con una frase del mismo texto que cité anteriormente: “Las palabras son en muchas ocasiones como balas, como obuses, como torpedos; peligrosas y dañinas. Y los hechos que se derivan de esas palabras son el golpe de gracia que elimina para siempre la dignidad del objetivo.

ANDRÉS SIERRA PINEDA

Comentarios