Ibagué Cómo Vamos, el presente y el futuro de la ciudad

Edwin Andrés Martínez Casas

En la edición del 23 de junio, el periódico El Nuevo Día publicó una columna de opinión escrita por el excandidato a la alcaldía y al concejo de Ibagué, Alberto Bejarano Ávila. En su reflexión, titulada “Ibagué Cómo Vamos”, el columnista Bejarano realiza unos interesantes planteamientos acerca del papel del Programa Ibagué Cómo Vamos en el desarrollo futuro de la ciudad, destacando sus alcances así como las que él considera sus limitaciones. Incluso, se arriesga a proponer la necesidad de construir un nuevo espacio (Ibagué Cómo Irá), para subsanar el vacío prospectivo que caracteriza a la ciudad de Ibagué.

En razón a estas observaciones, me pareció importante dialogar –a través de este escrito- con el columnista acerca de la experiencia del Programa, luego de seis años de existencia. En primer lugar, es importante señalar que el Informe de Calidad de Vida, presentado la semana anterior, tiene como rasgo principal el intento por cumplir los propósitos misionales del Programa: aportar insumos para el control social de la gestión gubernamental. Para ello, el programa debe garantizar total independencia frente a los gobernantes de turno, lo cual no implica poder entablar diálogos constructivos que permitan intercambiar ideas sobre el futuro de la ciudad. De hecho, recientemente tuvimos una experiencia interesante en esta materia, al convocar académicos de varias universidades de la ciudad para hacer comentarios críticos y propuestas sobre el Plan de Desarrollo formulado por el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo.

No obstante, el hecho de que el punto de partida del programa sea la autonomía e independencia, no significa que éste sea aséptico. Aunque no tenemos interés alguno en hacer parte de las veleidades de la vida política-electoral de la ciudad, lo cual conlleva nuestro desinterés por “graduarnos” como defensores de oficio u opositores de las distintas administraciones municipales que han estado bajo nuestra lupa, la concepción detrás de los indicadores analizados asume en el fondo una visión sobre el deber ser de lo político, el desarrollo y el bienestar.

Ahora bien, dado que nosotros no podemos arrogarnos el rótulo de “representantes de toda la ciudadanía”, sino que nos asumimos como un espacio que convive con otras expresiones políticas y sociales, nos interesa mucho que los distintos actores sociales y políticos de la ciudad, desde los políticos profesionales hasta los integrantes de grupos juveniles o culturales, saquen sus propias conclusiones y se apropien a su manera de los indicadores y resultados que mostramos en nuestros informes. Ayudar a alimentar el debate público sobre la ciudad con base en información que permita perfilar hipótesis de trabajo o confirmar percepciones, es una postura política.

Comparto con Alberto Bejarano su desazón por el cortoplacismo que ha caracterizado en muchas ocasiones la planeación del desarrollo en Ibagué y la construcción de una visión de ciudad a largo plazo. Pero vale la pena señalar también que no es posible hacer ejercicios eficaces de prospectiva si no se cuenta con un diagnóstico profundo y sistemático sobre lo que ha ocurrido con la ciudad y en eso, a diferencia de lo que muchos piensan, estamos aún a medio camino. No es cierto que la ciudad esté “sobrediagnosticada”; que ahora solo deba pasarse “a la acción” y a las propuestas. Precisamente porque el desarrollo de un territorio y de las relaciones sociales que se incuban en este son históricas, el diagnóstico nunca se puede agotar; siempre será una obra inconclusa.

Finalmente, también es cierto que es reduccionista analizar la historicidad del desarrollo a partir de la valoración de los gobernantes como “salvadores o verdugos”. Pero ello no debe significar que la culpa de nuestros males tenga que ser repartida equitativamente entre los ciudadanos de a pie y aquellos que han ocupado cargos en los cuales hubiesen podido forjar un futuro distinto para la ciudad. Difícilmente, de estos sectores responsables del estancamiento de la ciudad podrá salir una visión que labre el camino de la solución a nuestros principales problemas.

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