Tiempo de buitres

Polidoro Villa Hernández

Asquean las noticias de denuncias y alertas sobre el temor de que las ayudas alimentarias dispuestas por el Gobierno Nacional y las autoridades regionales, para auxiliar a miles de familias confinadas obligatoriamente -cuyo sustento diario provenía del hoy proscrito trabajo informal, o del jornal-, entren a la perversa confabulación que desalmados politiqueros, coludidos con pícaros intermediarios, se ingenian siempre para manipular precios, calidades, y minimizar lo que se entrega. Satisfacen así su codicia con la desdicha ajena.
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Estos fulleros recuerdan la fotografía del laureado Kevin Carter, “El Buitre”: En el Sudán, cerca de un centro alimentario, una pequeña niña doblegada por la desnutrición, no consigue llegar. Atrás de ella, un buitre espera paciente un desenlace.

La estimulante frase “Las crisis generan oportunidades.”, sí que la ha sabido aplicar, para mal, la eficaz corruptela colombiana, pillos que en los trances socio ambientales muestran lo peor del hombre. Repetidos hechos que deberían avergonzarnos ante los niños y el mundo, son los manejos del programa PAE que alimenta a los estudiantes de los colegios más pobres del país: raciones escasas; comida podrida; inmorales sobrecostos; billones despilfarrados; alcaldes y gobernadores implicados, y los niños, los hombres de la Colombia del mañana, desnutridos.

Perdemos valores y son escasos los líderes que puedan guiarnos con su palabra y ejemplo a ser honestos, a tener responsabilidad social, a practicar la equidad, a ser tolerantes, a buscar el diálogo y no la confrontación, a respetar las diferencias, a ser solidarios, a entender que: “Los recursos públicos, son sagrados”. Ahora, cuando es crucial devolverle la confianza al ciudadano en sus instituciones, repugna ver intenciones de trampa, rapiña y oportunismo político, al capitalizar la entrega de mercados como si fuera campaña electoral, alimentos que gente digna espera con angustia.

La ausencia de un liderazgo que modele una sociedad con ética y respeto, propicia hoy delitos de odio contra médicos, enfermeras y personal de salud: los agreden verbalmente, les vetan el acceso a los ascensores, los discriminan en los comercios si llevan uniforme de trabajo; esto, cuando ahora de ellos depende nuestra supervivencia. Si la gran mayoría de la gente de este país no fuera tan buena, podría pensarse que la pandemia es un castigo divino a tanta ignara agresividad.

En esta crisis, fácil es ejercer la solidaridad con un económico ‘pobrecitos’, cuando a otros abruman las penurias. Coincide esta actitud con parte del poema “Cambio de Ser” de Geraldino Brasil: “Nunca se manifiesta más la solidaridad de un hombre por otro hombre /que cuando ya la corriente lo ha arrastrado y se pierde de vista. /Porque ese hombre que no vemos y está librado a su destino, /es nuestro hermano a condición de que nos deje tranquilos.”

POLIDORO VILLA HERNÁNDEZ

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