Sobre el asunto del avión y la esencia del periodismo

El uso de los bienes públicos, como el avión presidencial utilizado para llevar niños cercanos a la hija del presidente a su fiesta de cumpleaños en Panaca, es de interés nacional.

Perdieron los dos. Perdió Hassan Nassar, el jefe de Comunicaciones de la Presidencia de la República, porque, precisamente, ostenta esa condición; la de mantener las buenas relaciones con los comunicadores y los medios que divulgan información de la Casa de Nariño. Una de las funciones de ese cargo es la de relacionarse bien, máxime cuando el jefe, el presidente Duque, no pierde la compostura; incluso, cuando ha recibido preguntas incómodas por parte de comunicadores.

Nassar, ácido en sus críticas, matriculado en el uribismo, utilizó una táctica que es perversa por lo menos en las discusiones mediáticas: atacar para defenderse. En esa técnica, de apagar el fuego con gasolina le recordó a Vicky Dávila, que ella y su esposo también se habían subido al avión presidencial invitada por el gobierno Santos. Nassar estaba armado de una lista de periodistas que también viajaron en la aeronave en el pasado.

Perdió Vicky Dávila porque se descompuso. No mantuvo la mesura y cuando los humanos perdemos la compostura sólo queremos agredir, físicamente, o con palabras desobligantes a nuestro oponente. Allí se armó de toda clase de descalificaciones contra Nassar. Fue bochornoso. Como lo dijo el Círculo de Periodistas de Bogotá CPB en un comunicado sobre el incidente “El periodismo es una profesión digna y todos los colegas merecen respeto. No es admisible la utilización de un lenguaje procaz e insultante a la hora de comunicar”. Curioso, la pelea fue en Semana un medio que se ha caracterizado por las investigaciones profundas, documentadas y por el respeto a los lectores, en todos los momentos de su historia editorial.

También perdió el presidente Iván Duque quien este año había decidido contratar a Hassan Nassar como refuerzo a una débil imagen en la opinión pública. El jefe de Estado lo consideraba agudo en los temas políticos. Lo había demostrado durante su paso por varios programas de opinión en diferentes medios. En pocos días, el jefe de Comunicaciones de la Presidencia demostró que no está preparado para el manejo de ese relacionamiento con medios y comunicadores. En el sentir de muchos, por cuenta del incidente, dejó escapar la legitimidad del cargo. Otra cosa es que el presidente sienta que Nassar lo interpreta, que tiene razón y lo respalde. En ese caso, estaría el gobierno cayendo, peligrosamente, en la reprobable censura, muy de moda en recientes mandatos. También perdió el presidente Duque quien ya no podrá calificar de “derrochón” a su antecesor Juan Manuel Santos.

Unas excusas públicas entre Vicky Dávila y Hassan Nassar le bajarían, un poco la temperatura al incidente. Aunque todo está dicho. Debe entender el gobierno que el oficio de todo periodista es preguntar y cuestionar; así los cuestionamientos sean incómodos. El uso de los bienes públicos, como el avión presidencial utilizado para llevar niños cercanos a la hija del presidente a su fiesta de cumpleaños en Panaca, es de interés nacional y esa premisa la deben tener clara los mandatarios de turno. Mientras el presidente Duque se pronuncia sobre el incidente, una frase del respetado Ryszard Kapuscinski: “Para ser buen periodista, hay que ser buena persona”.

EL NUEVO DÍA

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