El sombrero tolimense, inicio de nuestra vestimenta tradicional

Crédito: Archivo / El Nuevo Día.Es una de las prendas más representativas de la región.
Sean los más tradicionales o los más modernos, siguen siendo insignia cultural de nuestra región y un homenaje a los campesinos de nuestro departamento.
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Con el paso de los años las culturas van erigiendo costumbres que se vuelven el sustento de su patrimonio. Algunas son difíciles de explicar o pueden parecer exóticas a quien las mira por primera vez por lejanas.

En algunas tradiciones se ven reflejados rasgos anímicos y temperamentales de la sociedad en la cual se dan y, sobre todo en Colombia, pueden cambiar según las diferentes regiones o rangos socioeconómicos disímiles.

Estas sumas de usanzas, con su paso histórico seguro, son ineludibles y así como se dan en la comida se dan en las viviendas, músicas, danzas o en las ropas.

De un departamento a otro un plato gastronómico puede cambiar completamente: tamales tolimenses, santafereños o antioqueños, por ejemplo, tienen tantas diferencias como coincidencias.

Aunque existe la diversidad, las tradiciones cada vez se ven más cerca. Aumenta el orgullo, pero el conocimiento es reducido. Para alguien fuera de Colombia todas podrían ser iguales: suponen que un campesino anda en alpargatas, con sombrero vueltiao y en ruana.

Especiales.

Sombreros, emblema de la región

Durante las fiestas de San Juan en el Tolima, en cada uno de sus municipios se ven los desfiles y las danzas. Las mujeres, con sus vestidos floridos; los hombres, con sus raboegallos. Ambos, con sus sombreros de pindo o de palma real.

El sombrero tolimense se teje a mano, lo cual lleva el valor de la laboriosidad. La materia prima, las palmeras, se dan en zonas ribereñas de ríos y quebradas de Guamo, Saldaña, Chaparral, Coyaima, Purificación, Planadas y Ataco.

Se sacan pajillas delicadas y finas con las cuales se tejen, trenzadas, la urdimbre que da forma a uno de los mayores símbolos de nuestro departamento.

Se dice que quienes lo lleven puesto hacia atrás, con los bordes doblados, son personas alegres, optimistas y puede que hasta tenga unos aguardientes encima. Por el contrario, quienes lo usen inclinados sobre los ojos son, por lo general, irritables o han tenido un mal día.

Especiales.

Trenza a trenza

En su fabricación, que puede durar semanas, intervienen tres sectores principalmente: palmeros, tejedoras y comercializadores. Los primeros suben a las palmeras con la ayuda de guaduas para bajar las ramas más hechas desprendiéndolas de la vena del ramo, dejando por lo menos dos para que las especies no se afecten.

Las tejedoras, que en la mayoría de los casos son mujeres, toman los cogollos de la palma de cera, los despegan, los desviran y hacen cortes de 10 trazas.

Previo a esto las fibras se cocinan, se ponen al sol tres días y uno al sereno y luego hacen los tejidos, que pueden ser en formas de ‘calado’, ‘liso’, ‘corroncho’ o ‘crespo’, entre otros.

En el transcurso de este proceso el color de la palma pasa de amarillo al beige claro característico. También es posible cambiar ese color con tintes artificiales.

Con el tiempo se ha ampliado la variedad de los productos: bolsos, canastas, billeteras, marcos para cuadros, manillas, collares, abanicos, individuales para mesas, portavasos e incluso floreros.

Los tradicionales sombreros también evolucionaron: se encuentran en diferentes atavíos, con cintas de todos los colores o con arandelas, según el diseño.

Sol Ángel Bríñez, artesana de Asopalguamo, dijo que se trata de ir un poco más allá del sombrero tradicional, pero sin dejar de tenerlo como referencia.

“Intentamos traer nuevas tendencias de moda, que el cliente se sienta más cercano al sombrero tolimense. Le adicionamos los pompones, lanas y arandelas”, afirmó en su momento.

Credito
CAMILO JIMÉNEZ

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