Darío Ortiz Robledo, un tolimense que vio a su tierra de mil colores

En la sala Alberto Castilla del Conservatorio del Tolima, el maestro Darío Ortiz Robledo que fue exaltado con la Orden Garzón y Collazos a toda una vida y obra dedicada al arte.

Yo era duro de oído y entonces me tocó abrir los ojos y aprender a ver... y vi colores, vi un mundo de imágenes y quise expresarlo de alguna manera”, confesó Ortiz Robledo, artista declarado tolimense insigne luego de entregar medio siglo de vida a la pintura, la escritura y la investigación.

Aunque no se consideró merecedor de este homenaje que según él se convirtió en dos, sí contó de su sorpresa por la compañía y el aprecio que recibió de los ibaguereños y tolimenses que se reúnen cada año a participar de la fiesta de la música tradicional.

Este reconocimiento que fue entregado por la Fundación Musical de Colombia junto a la Universidad de Ibagué y la Alcaldía municipal con la Orden Ciudad Ibagué, al considerarlo ciudadano ilustre por dejar en alto el nombre de la capital y contribuir significativamente con su trabajo.

La Banda Sinfónica del Tolima dio inicio al evento con un concierto que recorrió los cuatro puntos cardinales del país a través de los ritmos propios de cada región. El director de la Banda, Miguel Santiago López, reconoció con afecto la importancia de este homenaje que asemejó los aires musicales colombianos con las pinturas de Ortiz.

 

Artista consagrado

Este ibaguereño, además de ser pintor y escritor, logró junto a otros gestores culturales la construcción del Museo de Arte del Tolima que celebra una década de proceso, en el que no solo se han expuesto trabajos de grandes artistas y estudiantes de escuelas de arte, sino la creación de un espacio  donde convergen las expresiones artísticas.

“Creamos un museo para empezar a despertar conciencias”, agregó.

El escritor Carlos Orlando Pardo se encargó de contar a través de una sentida reseña, cada paso que Ortiz, que como su padre también artista dio en pro de la cultura, esta vez en  las artes plásticas a las que él sin falsa modestia aseguró que todavía falta consagrar para que lo señalen como un representante. 

“Quizá algún día Ibagué no solo sea la Capital Musical, quizá el Tolima no solamente sabrá de ritmos autóctonos, quizá pueda pensar en otras cosas. 

“Tenemos cosas qué resaltar, los demás nos necesitan a nosotros (…)  ¿qué podemos hacer los que tienen cuerpo, pero no lo utilizan para la danza? ¿qué pueden hacer los que tienen voz pero no cantan? A los hijos no se les puede negar lo que quieren, no pueden obligarse a ser un abogado más”, concluyó Ortiz. 

JORGE CUÉLLAR

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