Los verdes tonos de un sendero ecológico, las gélidas aguas de dos cascadas y las torrenciales aguas de un balneario natural son los paraísos perdidos de Ibagué, que sólo atrevidos caminantes pueden recorrer.
Por las frías y silenciosas colinas de los cerros noroccidentales de Ibagué, un sendero abrazado de maleza, flores y otras especies se abre paso por los cielos de la urbe que aceleradamente ha ido creciendo en los últimos años.
En los confines del barrio Alaska, plácidos olores a musgo transitan por un sinnúmero de escalones que conducen a los extraordinarios pinos de la vereda del mismo nombre.
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EL NUEVO DÍA IBAGUÉ
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