"Estamos listos a colaborar con la paz": Monseñor Leonardo Gómez

COLPRENSA
El prelado, quien ejerció como obispo de la Diócesis de Magangué, y que además recibió en el 2010 el Premio Nacional de Paz por sus esfuerzos por la noble causa en el país, habló con Colprensa sobre lo que viene en el proceso y el camino que tiene Colombia por delante.

Serna fue clave en la liberación del exsecuestrado Pablo Emilio Moncayo. Pese a que el prelado ya presentó su renuncia al Papa Benedicto XVI, por problemas de salud, aseguró que está dispuesto a continuar con los esfuerzos de paz y que no se ha alejado de la Conferencia Episcopal de Colombia. 

¿Cuál va a ser el papel de la Iglesia en este nuevo proceso? 

El papel nuestro siempre ha sido de facilitación del Gobierno y las partes. De ahora en adelante vendrá la negociación y la tercera etapa del diálogo, que es la más difícil porque es lo que han llamado el post-conflico. Tenemos la confianza en que lograr la paz será posible. La iglesia está en una campaña de oración para que ilumine a los negociadores a ceder en muchos puntos y llegar a acuerdos significativos para el bien común y el fin de la guerra. 

¿La iglesia está llamada a este proceso? 

Tal vez en la tercera etapa, allí seguramente el Presidente le brindará nuevos espacios a la sociedad civil, debemos entender que con el fin del conflicto no vamos a tener paz es sólo un principio del proceso. En esta tercera etapa habrá mesas de trabajo con campesinos y gente para construir la paz. A todo eso hay que sumarle la cultura de paz que debemos potenciar, como iglesia estamos empeñados en trabajar con el Gobierno en la cultura de paz que comienza en los hogares colombianos. 

No sabemos si más adelante el Presidente nos asigne otra función pero estamos listos a colaborar. La misión de la iglesia siempre ha sido contribuir a la paz con justicia social y desarrollo humano integral. 

¿Qué iniciativas ha tomado la Iglesia por su cuenta? 

La Iglesia ha venido trabajando hace más de 25 años, fuertemente hace varios años en el desarrollo de las comunidades y las personas. Cuando el papa Pablo VI vino a Colombia nos dijo que el nuevo nombre de la paz es el desarrollo, por eso la pastoral social ha venido trabajando en la organización y agrupación de la gente por que esa es la actividad de una experiencia significativa de paz. 

¿Cuál es la visión de la Iglesia sobre cómo se ha adelantado el proceso? 

Ha sido positivo como el Presidente ha manejado los diálogos, en estos procesos no se puede hacer mucha alharaca y no se puede estar pasando cualquier suspiro por la televisión. Esa manera es positiva, más adelante serán ellos mismos los que pasen las noticias de los acuerdos parciales a los que vayan llegando. 

¿Qué cree que va a pasar cuando se firme la paz? 

Allí es dónde se necesita la participación de todos los colombianos, porque la paz la construimos todos. Se debe pensar en una parte fundamental, en la reconciliación y el perdón. Sobre eso venimos hablando de hacer memoria histórica de lo pasado, para que la gente se reconcilie en la verdad. Lo primero que hay que derrotar en la guerra es la mentira, las comisiones de verdad son un esfuerzo permanente por reconocer lo que pasó y con base en ello, los victimarios y las víctimas pueden pensar qué es lo que se puede hacer. Lógicamente luego de los acuerdos la justicia debe ejercer ciertas sanciones para que no exista impunidad. 

Usted ha participado en otros procesos, ¿cuál fue la experiencia? 

He participado en diálogos oficiales y en diálogos pastorales, desde que yo estaba en Tibú por allá en el año 85. Nosotros no negociamos porque esa es la misión de los políticos, pero con base en los diálogos pastorales insistimos a los gobiernos de turno sobre la importancia de abrir espacios para dialogar con la insurgencia. Así mismo, he adelantado misiones que me ha otorgado el Gobierno por ejemplo con el ELN tuve varias oportunidades de estar con ellos en Cuba, tratando de ablandarles el corazón. 

¿Por qué presentó su renuncia? 

Estuve en el sur de Bolívar en los últimos años, mi transporte era chalupa, caballo o mototaxi, allí tuve tres accidentes dónde me perjudiqué la cadera y en la última operación el médico me dijo que yo no podía mantener en una zona tan difícil, que tenía que cuidarme para no perder la pierna y con el dolor del alma yo presenté renuncia al Papa. Naturalmente quedé satisfecho de la labor realizada, porque yo estuve 32 años en zonas difíciles. 

Presenté la renuncia pidiéndole al santo Padre que nombrara otro obispo más joven, pues yo tengo 70 años a mis espaldas y ahora estoy en Chiquinquirá. 

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