Víctimas reclaman verdad y silla en diálogos de paz

La negación de crímenes y el daño causado al país por las Farc no aporta confi anza al proceso, concluyen
víctimas y guerrilleros desmovilizados.

Los 12 años transcurridos sin tener señales de vida o muerte de su pequeña hija raptada por guerrilleros de las Farc en Argelia (Antioquia) no cicatrizan heridas. Por el contrario, solo prologan el dolor, el sentimiento de vacío y el reclamo por la verdad de Celina Agudelo.

En su mente repasa la caminata de cinco horas hasta el campamento guerrillero en la vereda La Quiebra, que emprendió sola el 17 de enero de 2000, a pesar del miedo, para reclamarle a la guerrilla que le devolviera a Flor Daney y rogarles que no la reclutaran a sus escasos 14 años. 

Pero sus súplicas no los conmovieron y tuvo que dejar a su niña allá “amarradade manos”.

“No insista más, ella ya es de la revolución y nos debe un castigo, eso me respondieron los guerrilleros del frente 47”, recuerda.

Meses después, una desmovilizada le informó que la niña fue fusilada pero hasta hoy nadie lo confi rma ni dicen dónde fue sepultada. Por las noticias sabe del inicio de un proceso de paz entre las Farc y el Gobierno. 

Reconoce que no sabe nada de la negociación. Pero Celina no vacila en decir que “ante los ojosde Dios, la guerrilla tiene una deuda conmigo por el rapto, reclutamiento y desaparición de mi hija y mi secuestro, porque me tuvieron un mes encerrada por pelearles para que me la devolvieran”.

“Primero la verdad”Ante la posibilidad de una salida negociada del confl icto y la desmovilización de las Farc, el reclamo de esta madre antioqueña se reproduce en las miles de víctimas de secuestros, reclutamientos forzados, desapariciones, asesinatos, torturas, desplazamientos, despojo de bienesy toda clase de delitos. 

También, cada vez son más fuertes las voces que piden un espacio para las víctimas en los diálogos, una silla en la mesa de negociación que comienza el próximo 8 de octubre en Oslo (Noruega). 

Entre ellas está Fabiola Perdomo, esposa de Juan Carlos Narváez, uno de los 11 diputados del Valle del Cauca secuestrados por las Farc en abril de 2002 y masacrados en la selva cincoaños después. 

La viuda asegura que a pesar del dolor que carga, valora el proceso de paz: “como familiar de una víctima de un prolongado secuestro y asesinato, espero la verdad y reparación para que sea serio y responsable, porque eso genera confi anza así nos duela... y la verdad duele”.

Credito
COLPRENSA-EL COLOMBIANO

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