El de La Habana no ha sido el único proceso exitoso

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Las negociaciones de paz que terminan en La Habana (Cuba) entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC son, de lejos, el más exitoso de todos los que se han realizado en las últimas décadas en el país con grupos alzados en armas.

A pesar de ser el más promisorio para acabar con más de medio siglo de conflicto armado interno en Colombia, no ha sido el único exitoso, pues ya se habían dado otras desmovilizaciones importantes, como las del M-19, el Quintín Lame, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y la Corriente de Renovación Socialista (CRS), a finales de los años 80 y comienzos de los 90 del siglo pasado.

El primer acuerdo de paz que se suscribió con la guerrilla fue en 1984, durante el Gobierno de Belisario Betancur Cuartas. Se llamó el ‘Acuerdo de La Uribe’, porque tuvo lugar en ese municipio del Meta.

“La importancia de ese acuerdo radica en que por primera vez la guerrilla manifestó su deseo de transformarse en movimiento político, y para ello acordó la creación de un nuevo movimiento político: la Unión Patriótica (UP) en 1985”, recuerda el analista del conflicto Alirio Villamizar.

El acercamiento del Estado a los entonces grupos insurgentes comenzó con la integración de una Comisión de Paz que buscó contactos con las guerrillas. Fue así como el 24 de agosto de 1984 se firmó el acuerdo de cese de fuegos, tregua bilateral y diálogo nacional entre el M-19 y el EPL con el Gobierno Betancur.

“Esto fue muy importante: por primera vez la guerrilla puso a sus principales líderes a hacer política en las ciudades mientras el M-19 en el Cauca y el EPL en Antioquia se mantenían en tregua”, agrega Villamizar.

La tregua duró hasta mediados de 1985, pero se rompió y las actividades militares se reactivaron.

Con todo, este proceso sirvió de antesala para la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente de 1990, que por años formó parte de los objetivos estratégicos del EPL y el M-19.

El proceso constituyente

En 1986 asumió la presidencia Virgilio Barco Vargas, y de inmediato puso en marcha su ‘Iniciativa para la Paz’, que puso a andar el entonces Comisionado de Paz, Rafael Pardo Rueda, quien inició contactos con las guerrillas.

El 10 de enero de 1989 se firmó el primer acuerdo con el M-19 donde se decidió que el camino de ese grupo subversivo era su desmovilización total para dar paso, un año más tarde, a un nuevo movimiento político: la Alianza Democrática M-19.

Luego ocurrió lo propio con el EPL, el Quintín Lame, y el PRT y otras guerrillas menores como Autodefensa Obrera (ADO). Todo esto antecedió el proceso constituyente.

En principio, todas las guerrillas desmovilizadas fueron cobijadas bajo la tolda de la Alianza Democrática M-19 pero luego se fueron disgregando en sus propias iniciativas. El EPL, por ejemplo, creó el movimiento político Esperanza, paz y Libertad.

“El M-19 y el EPL hacían parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, de la que tuvieron que retirarse para hacer parte de la Asamblea Nacional Constituyente. Fue un gran esfuerzo, sobre todo en un momento muy difícil, por la guerra sucia que había contra todas las expresiones de izquierda: veníamos de un exterminio total de la UP, del Frente Popular, del asesinato selectivo de cientos de defensores de los derechos humanos, de organizaciones sociales que fueron aplastadas por el paramilitarismo y el narcotráfico con ayuda de sectores del Estado. Pero vino la oportunidad de hacer parte de la convocatoria nacional para la Constituyente, entonces no dudamos en dejar las armas, aunque temíamos que nos pasara lo de la UP”, explica el ex EPL y constituyente Jaime Fajardo Landaeta.

El analista dice que la idea de la Constituyente la venía planteando el EPL desde hacía años y había tomado forma en 1985, cuando ya se había suscrito el ‘Acuerdo Nacional por la Paz’ con Belisario Betancur, pero, por la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19, el acuerdo se rompió y la idea naufragó.

El M-19, por su parte, con su propuesta de ‘Gran Diálogo Nacional’ comenzó a plantear la necesidad de una gran reforma constitucional tras la toma de la Embajada de República Dominicana en Bogotá, en febrero de 1980, en un escenario tripartito, donde estuvieran presentes Estado, sociedad y guerrilla para plantear reformas económicas, políticas y sociales.

“Al final de la Administración Betancur se aprobó la convocatoria a la Constituyente. Eso fue lo que más sedujo a todas las organizaciones guerrilleras para desmovilizarse”, añade Fajardo Landaeta, tras advertir que en EPL estaba en un momento fuerte: “Teníamos 18 frentes, más de seis mil militantes del Frente Popular (el brazo político), teníamos apoyo de grandes intelectuales en las ciudades y nunca estuvimos derrotados militarmente”, afirma Fajardo Landaeta.

Entre 1991 y 1998 no hubo circunstancias favorables para la paz en Colombia debido a la experiencia que padeció la UP, con excepción de 1994 cuando el Gobierno de César Gaviria inició acercamientos con la Corriente de Renovación Socialista (CRS), una disidencia del ELN, que concluyó con su desmovilización e integración a la vida política del país.

“Ese fue el último proceso de paz exitoso que se realizó bajo el esquema de concentración de fuerzas, control compartido de la seguridad de los campamentos entre la guerrilla y la Fuerza Pública, y plazos fijos de negociación y un objetivo claro: la salida de la guerra de un grupo alzado en armas”, destaca el catedrático de la Universidad Nacional Jaime Zuluaga Nieto.

Después vendría el proceso de paz del Gobierno de Andrés Pastrana con las FARC, para lo cual fueron despejados cinco municipios en el sur del país (un área de 48 mil kilómetros cuadrados), proceso que fracasó tres años después.

Perfiles diferentes

El analista Alirio Villamizar sostiene que estos procesos fueron exitosos, entre otras cosas, porque se trata de guerrillas con perfiles muy diferentes: el M-19 era una guerrilla más urbana, con alta presencia de intelectuales y académicas que luchó por sacar adelante unas reformas sociales y políticas de fondo; el Quintín Lame era una guerrilla netamente indígena que luchó por la reivindicación de sus derechos a la tierra y sus principios como comunidad étnica, mientras que el EPL se formó en los años 60 a la par con las FARC y el ELN, y siempre mantuvo su filosofía maoísta y defendió el derecho a la tierra.

Las FARC, en cambio, que surgieron primero como grupo de autodefensa campesina a finales de los años 50, nacieron oficialmente en 1964, buscando también reformas sociales, pero posteriormente se expandieron territorialmente hasta formar más de 60 frentes en todo el país.

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