Entre sobrevivientes y pobladores, el presidente Iván Duque lideró una ceremonia en homenaje a las víctimas, en la que recordó el "dolor que el terrorismo" causó a las familias de los fallecidos, además del "ecocidio" provocado por la voladura de un oleoducto que generó un incendio mortal.

"Colombia lloró esos acontecimientos macabros, que no queremos que nunca más se vuelvan a repetir en nuestro territorio", declaró el mandatario en el lugar.

El 18 de octubre de 1998, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) detonó una carga explosiva en un tramo del Oleoducto Central de Colombia (Ocensa), el más extenso del país, produciendo un derramamiento de crudo que se esparció por el río que rodeaba al caserío y desató un incendio mortal.

Los lugareños murieron calcinados y buena parte de los sobrevivientes quedaron quemados.

Dos décadas después, las víctimas le reclamaron al gobierno mayor inversión en el pueblo para garantizar su reparación.

"Esperamos que con la visita del presidente lleguen las inversiones sociales (...) para que esta población pueda salir adelante", dijo María Cecilia Mosquera, quien perdió a sus tres hijos, a su esposo y quedó con secuelas en el cuerpo, citada en un boletín de la estatal Unidad para las Víctimas.

Duque anunció unos dos millones de dólares para "la reparación individual y colectiva de la comunidad".

El mandatario reiteró que mantendrá en suspenso los diálogos de paz con los rebeldes, desarrollados por el anterior gobierno del expresidente Juan Manuel Santos en Cuba, hasta que liberen a todos los secuestrados en su poder y cesen todas las "acciones criminales".

"Para que no se repitan más Machucas en Colombia (...) esa decisión la tienen que tomar ellos por convicción o por la presión del Estado", apuntó.

El ELN, la última guerrilla de Colombia tras el desarme y transformación en partido de las poderosas FARC el año pasado, ha aceptado su responsabilidad en la tragedia.

Alzado en armas en 1964 por influencia de la revolución cubana, el grupo guevarista cuenta con unos 1.500 combatientes y una extensa red de apoyo.

Un acuerdo final con el ELN terminaría con el último conflicto armado en América, que en medio siglo deja más de ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados, si bien en Colombia aún operan disidencias de las FARC y bandas del narcotráfico de origen paramilitar.